La cantidad de personas en condición de pobreza extrema, específicamente aquellas que obtienen ingresos al menos de 2,15USD al día, disminuyó de manera constante en el mundo durante las últimas dos décadas según el Banco Mundial.

La llegada de la pandemia y sus efectos, generó la desaceleración de la disminución de la pobreza. Sin embargo, la pobreza mundial ha retornado nuevamente a su trayectoria descendente presente antes de la COVID-19 y dentro de las metas de erradicación de la pobreza extrema contempladas en los Objetivos de Desarrollo Sostenibles 2030.

Pero Venezuela se encuentra al margen de estos comportamientos de la pobreza mundial. El país ha transitado por niveles de pobreza que alcanzaron máximos históricos en pobreza por ingresos y extrema durante 2019-21.

Mientras avanzó la gestión de Nicolás Maduro, el deterioro en las condiciones de vida de los venezolanos creció, dando un salto significativo a la desigualdad e inequidad, aunque hubo una leve disminución de la pobreza en 2022. 

La desigualdad crece en la Venezuela de Maduro

La pobreza es un tema que debe ser enfocada desde la perspectiva del desarrollo humano. Se origina por la privación inaceptable de capacidades a las personas, que les impide vivir una vida de oportunidades, les limita su desarrollo y el de futuras generaciones. Es así, que desde esta perspectiva podremos caracterizar este fenómeno en la Venezuela del siglo XXI.

Nicolás Maduro arribó a la presidencia de la República en abril de 2013.

En septiembre de ese año presentó ante la Asamblea Nacional el “Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019” conocido como Plan de la Patria, en el que expuso los “Objetivos Históricos, Nacionales, Estratégicos y Generales” que orientarían su mandato.

El Plan de la Patria había sido la oferta electoral del candidato Maduro en 2013, y fue convertido inconstitucionalmente en ley por la Asamblea Nacional de mayoría oficialista.

La oferta, contenía metas como un Índice de Desarrollo Humano de 0,800; 15,00% de pobreza general y 0% pobreza extrema para el año 2019.

Las promesas de Maduro situaban la inflación promedio anual en 20% y una tasa de crecimiento promedio anual entre 3,0% y 4,0%.

Sin embargo, los resultados de su gobierno en materia de condiciones de vida, han sido niveles de pobreza que rondan porcentajes muy altos, y la desigualdad e inequidad se expandieron en todas sus formas. La desigualdad se amplió de manera significativa en el periodo 2019-22, convirtiendo a Venezuela en el más desigual de América con un coeficiente Gini de 0,603.

Una nueva versión del Plan de la Patria, presentada en 2018 -en el marco de los fraudulentos comicios presidenciales convocados por la asamblea nacional constituyente-, hacía un balance sobre los “logros” de la gestión de Maduro.

En el Plan de la Patria 2019-2025, el oficialismo se trazó la meta de alcanzar 0% de pobreza extrema por Necesidades Básicas Insatisfechas, esta vez, para 2025.

Pero, convenientemente, en 2016, el Instituto Nacional de Estadística (INE) dejó de publicar las cifras de pobreza por Línea de Ingreso (LN) y sólo se publicó -hasta noviembre de 2019- los índices de pobreza en hogares por Necesidades Básicas Insatisfechas.

Antes de ese año, el INE publicaba ambas métricas permitiendo medir la pobreza desde un enfoque más amplio y complementario.

Aunque la medición de la pobreza por Necesidades Básicas Insatisfechas permite identificar causas estructurales del fenómeno, la acostumbrada mitomanía oficial sembró dudas sobre los resultados de las mediciones del INE que siempre están basadas en variables e indicadores fácilmente ajustables al discurso oficial.

El abandono de la medición de la pobreza por Línea de Ingreso -en medio de una economía inflacionaria-, reveló que la intención oficial era ocultar las dimensiones reales del problema.

Es evidente que no se han cumplido las metas nacionales referidas a los aspectos económicos y sociales de Nicolás Maduro, ofrecidas en el año 2013 y contenidas en el Plan de la Patria. Peor aún, muy lejos está del objetivo de 15% de tasa de pobreza y 0% en pobreza extrema como objetivo del periodo de gobierno 2013-2019.

Por el contrario, otras variables indican también el colapso que atraviesa el país por la pésima gestión de Maduro, la cobertura educativa a la población entre 3 a 17 años disminuyó, y además se redujeron las oportunidades educativas para las mujeres en 63% y hombres 62% según datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ENCOVI-2022).

En 2020, el “Reporte Global sobre Crisis Alimentarias – 2020”publicado por la Red Global contra las Crisis alimentarias y la Red de Información sobre Seguridad Alimentaria -y en el que participó el Programa Mundial de Alimentos (WFP) de Naciones Unidas, bajo invitación del gobierno de Maduro-; indicó que 26,3 millones de venezolanos padecieron algún grado de inseguridad alimentaria en 2019.

Las familias en Venezuela afrontan severas privaciones que limitan su desarrollo humano y comprometen sus capacidades para alcanzar un nivel de vida adecuado.

La escolaridad o la prosecución de los estudios son temas en discusión, ya que el precario ingreso familiar apenas alcanza -en el mejor de los casos-, para comer.

Precarización y desvalorización del trabajo

La desalarización del trabajo que actualmente ocurre en el país, es el resultado de una política dirigida por Nicolás Maduro que coloca a los trabajadores venezolanos en las peores condiciones de vida que hayan tenido que enfrentar en la historia contemporánea de la nación.

Destrucción, pulverización, bonificación, desaparición y precarización son algunas de las palabras utilizadas para describir lo sucedido con el salario de los trabajadores venezolanos en los últimos 10 años. Al mismo tiempo, el desmontaje de las contrataciones colectivas junto a la seguridad social de los trabajadores desde 2018, situación que los pone, junto a sus familias, en un estado de desprotección y vulnerabilidad.

Los trabajadores venezolanos del sector público reciben un salario mínimo que los condena a la miseria, la pobreza por ingreso se ubicó en 81,5%, lo que significa que 8 de cada 10 venezolanos no tiene ingresos suficientes para adquirir la cesta básica según ENCOVI 2022. Con respecto a ingresos promedio per cápita, la diferencia entre el grupo más pobre de la sociedad venezolana y el más rico es de 70 veces; lo que significa esto es que, 7,9 dólares del más pobre contra 552,2 dólares del más rico.

Con base en la data del Centro de Documentación y Análisis Social (CENDAS) se observó que en el 2013 el salario mínimo significaba el 49,32% del valor de la Canasta Alimentaria Familia y en comparación con agosto 2023 se muestra un desplome en su poder de compra. En este contexto, el CENDAS publicó el valor de la Canasta Alimentaria Familiar correspondiente a agosto 2023, la cual alcanzó el valor de 491 dólares, mostrando que el salario mínimo en Venezuela no compra el 1% de la CAF, el mismo no permite adquirir los bienes y servicios para satisfacer necesidades básicas a los trabajadores, jubilados y pensionados.

Venezuela ha sufrido un desmontaje y destrucción de capacidades productivas, afectando factores de la producción tales como: inversión, empleos, empresas, entre otros. En el contexto de esta situación descrita, también creció la precariedad del trabajo y se agudizó el deterioro en las condiciones de vida de los trabajadores condenándolos a la pobreza en medio de altos niveles de corrupción en la gestión pública y comprometiendo elementos fundamentales en las libertades, las instituciones sociales y económicas, por ejemplo los servicios de educación y salud, o los derechos políticos, tales como la libertad de expresión y el derecho a elegir las autoridades públicas como bien lo describe el economista Amartya Sen en su concepto de desarrollo.

En la Venezuela actual, el crecimiento de la desigualdad y la extinción de la movilidad social son las principales consecuencias de la indolencia y el empobrecimiento deliberado de la población. 

Los compromisos asumidos por el Estado venezolano en la Declaración de Nuevo León de 2004, dirigidos a la búsqueda del crecimiento económico sostenido y equitativo que contribuya al desarrollo de largo plazo, reduzca la pobreza, elimine el hambre y eleve los niveles de vida de la población”, se han convertido en letra muerta.


Luis Crespo | Inti Rodríguez | Prensa Provea