Un informe de Provea sobre los efectos de la Emergencia Humanitaria Compleja en tres tradiciones culturales de Venezuela: La Paradura del Niño, El Tamunangue y la Parranda de San Pedro; con una serie de recomendaciones urgentes para rescatar el derecho a la cultura en el país.

La primera definición de los derechos culturales se encuentra en el artículo 27 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, el cual reconoce que toda persona tiene derecho a tomar parte, de manera libre, en la vida cultural de la comunidad, a disfrutar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten.

Esta conceptualización general ha venido teniendo posteriores desarrollos y precisiones, que en el año 2009 lograron la creación de una Relatoría Especial sobre Derechos Culturales y una observación general para orientar a los Estados en la aplicación de sus obligaciones sobre este derecho.

La Emergencia Humanitaria Compleja (EHC) alude a una crisis de gran escala y extensión geográfica que tiene origen en el derrumbe de las capacidades de gobernanza de un país. La ONG Civilis Derechos Humanos ha establecido 4 causas de la EHC en Venezuela: 1) El desmantelamiento del sistema democrático y la erosión del Estado de Derecho; 2) Los graves retrocesos y violaciones sistemáticas de los derechos humanos; 3) La destrucción del aparato productivo y la corrupción; 4) El abandono de las responsabilidades públicas con los sistemas de seguridad, protección y bienestar social.

El objetivo del presente informe es vincular ambas dimensiones: analizar el impacto de la Emergencia Humanitaria Compleja en el disfrute de los derechos culturales por parte de la población venezolana, atendiendo a los principios de interdependencia e indivisibilidad de los derechos humanos.

Se seleccionaron tres tradiciones culturales de tres estados diferentes para realizar una primera exploración. El análisis se hizo privilegiando la voz de los cultores y protagonistas, con énfasis en las mujeres. Las tres festividades seleccionadas para este estudio tienen en común poseer una importante dimensión religiosa, elemento característico del sincretismo de las tradiciones culturales del país, dada su propia evolución histórica. En todos los casos, la celebración de estas festividades fue afectada por la pandemia.

La Paradura del Niño

La primera actividad cultural seleccionada fue La Paradura del Niño en el estado Mérida, realizada entre el 6 de enero y el 2 de febrero de cada año. En esta celebración popular se recrea el milagro del pequeño Jesucristo de caminar a los pocos días de nacido. De acuerdo con el Padre Eduard González, párroco de Santiago de La Punta, la EHC ha generado tres tipos de celebración:

  • La paradura gloriosa, aquella en la que se brindan comidas, se ofrecen vinos, hay pólvora y niños vestidos de pastorcitos.
  • La paradura gozosa, donde se convoca a vecinos y familiares, se reza el rosario y se comparte un bizcochuelo.
  • La paradura dolorosa sería la impuesta por la crisis: donde se juntan los que quedan en el hogar para rezar un rosario.

Según el testimonio de Doña Eloísa Márquez y su hijo Pedro Jesús, cuyas paraduras eran referenciales en la ciudad, a partir Culturas en trance 6 del año 2015 tuvieron que decidir entre ahorrar para pagar sus gastos o hacer la paradura. Además, como consecuencia de la migración forzada, los habitantes de su casa se redujeron al mínimo: “ya no es la fiesta grande que fue hace unos pocos años”.

Margarita, una profesora de preescolar que redondeaba sus ingresos preparando bizcochuelos, un ponqué dulce cuyo precio puede oscilar entre 8 y 12 dólares, recuerda que sólo para Doña Eloísa preparaba 15 todos los años y ahora sólo le encarga dos o tres: “Ahora en todo el mes quizás llego a hacer unos 80 o 100 bizcochos y eso es nada”. Sobre el impacto de la crisis en la tradición, ambas coinciden: “No, no se va a morir la paradura; pero, esta crisis tan grande nos ha obligado a ponerle un freno. Nadie sabe si volveremos a hacer las paraduras de antes y eso es muy triste”.

El Tamunangue

La segunda festividad estudiada es la del Tamunangue, cuyo epicentro es el estado Lara y se celebra a partir de la tarde-noche del 12 de junio. Es una ceremonia en honor a San Antonio de Padua que comienza con un baile, cantos de tonos y décimas que finalizan con una ceremonia religiosa. Según la información recopilada, los recursos oficiales destinados a su celebración terminaron debilitando la festividad en vez de fortalecerla, dado que los apoyos se otorgaban con criterios políticos y no culturales. En el estado se ha promovido una política de discriminación por razones políticas también en el sector cultura.

La migración de los jóvenes integrantes de las agrupaciones de tamunangue es un factor adicional que ha afectado esta festividad; pone en riesgo la sucesión generacional, quedando solo en manos de los mayores continuar los ritos. El cuatro, tambor y maracas, instrumentos realizados de manera tradicional, escasean ante la ausencia de materia prima y de fabricantes, una tendencia que apareció a inicios del nuevo siglo y que se ha acelerado en los últimos años, lo que incluye la importación de instrumentos que antes eran elaborados por lutieres larenses. Además, los propios músicos se han ido del país.

Anteriormente, existía una infraestructura cultural que amparaba al Tamunangue, constituida por Casas de la Cultura presentes en todo el estado, que hoy han disminuido.

Parranda de San Pedro

Fotografía: Danielly Rodríguez

La tercera tradición analizada en el documento es la Parranda de San Pedro en el estado Miranda. Celebrada cada 29 de junio en Guatire, forma parte de la identidad comunitaria de esta localidad. El evento alude al milagro de San Pedro Apóstol al curar a la niña Rosa Ignacia, cuya madre había prometido bailar al santo todos los años como promesa. Sin embargo, una vez se enfermó y le pidió a su esposo que se vistiera como ella para continuar honrándola, episodio que se recuerda en la conmemoración de la fiesta.

A diferencia de El Tamunangue, en esta festividad no han prosperado los intentos de intervención política y la tradición se mantiene por la auto organización comunitaria. No obstante, en los cantos pueden reflejarse los malestares ciudadanos. Debido a la crisis económica, las personas devotas han tenido que disminuir la cantidad de sus ofrendas, y los vestuarios han tenido que adaptarse a tiempos de estrechez económica.

Un desafío identificado es el crecimiento poblacional de la ciudad sin que haya mecanismos de inducción de los nuevos habitantes con las tradiciones comunitarias. La migración también ha mermado la cantidad de participantes formados para asumir los diferentes roles, así como el relevo generacional.

El rol de la mujer está negado para los personajes principales, lo cual se justifica por el episodio histórico que es recreado. No obstante, las mujeres participan en labores de promoción y difusión, además de los roles secundarios. Las deficiencias encontradas pueden ubicarse en dos grandes áreas: la inexistencia de información pública estadística sobre la actividad cultural, necesaria para diseñar políticas públicas de protección a los derechos culturales; y, en segundo lugar, las violaciones estatales en respetar, proteger y cumplir sus responsabilidades sobre los derechos culturales.

Recomendaciones

Este informe finaliza con 15 recomendaciones a los poderes públicos y organismos internacionales de protección, que incluyen:

  • Promover la participación y consenso para un Reglamento para la Ley Orgánica de Cultura;
  • Recuperar la institucionalidad democrática del Ministerio de Cultura y del resto de los entes públicos en el país;
  • Crear políticas públicas para la seguridad social y protección del trabajador cultural;
  • Creación y reactivación de contrataciones, subsidios y aportes a los gestores culturales y que estos sean otorgados sin discriminación;
  • Respetar las garantías del derecho a la libertad de reunión y asociación;
  • Que los organismos internacionales de protección documenten y visibilicen las violaciones a los derechos culturales de la población venezolana.

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