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Luisa Pernalete

Educadora, promotora de la convivencia pacífica y la defensa de los DDHH

Luisa Pernalete | Hay gente que no le gusta que los niños y niñas hagan fila para entrar a sus salones. Tampoco les gusta el lunes cívico y esas rutinas escolares. Yo confieso que me gustan y las defiendo: cierta dosis de rutina hace falta y ayuda  a cosas que parecen invisibles. Por ejemplo, hacer fila por grado para pasar  los salones,  protege a los más pequeños, no son atropellados por los grandes; Y reunir a todos los alumnos y maestros, cuando hay equipos directivos sensibles, inteligentes, sirve para informar sobre asuntos de interés  general: el cumpleaños de una maestra, la muerte de algún familiar, el premio que algún equipo obtuvo, la solidaridad necesaria para un compañero… Eso ayuda a educar en valores.

En esas actividades de inicio está, al menos en escuelas que no esconden que tienen fe y que no por eso excluyen a los no bautizados, está el rezar… El Padrenuestro nuestro no debiera faltar en ningún centro, nos hace sentir a  todos hermanos de entrada. Eso es muy bonito. La fraternidad es un imperativo en esta Venezuela violenta.

Por eso comparto con ustedes el Padrenuestro de la Escuela. Agregue usted sus propios párrafos, pero cuando lo rece, recuerde a los niños y niñas que todos somos hermanos

    Padrenuestro que estás en la escuela/ en el patio entre chamas y chamos/ que Tu Reino sea santificado / y que de los juegos surjan los hermanos.

   Padrenuestro, yo quiero que invites/ a Gandhi, Malala y Mandela/ En una gran ronda, todos de la mano/ hagamos gran fiesta de paz en la escuela.

   Padrenuestro que vengan toditos/ hacen falta esos compañeros/ que   no los vi en julio/ pero si  en enero.

   Padrenuestro yo quiero pedirte/ por “los niños dejados atrás”/ Todos ellos se quedan muy tristes/ y hay que acompañarles y siempre abrazar.

   Padrenuestro que sabes de sumas/ ven corrige tareas también/ que tu Reino está en las cosas grandes / y en esas pequeñas que poco se ven.

   Padrenuestro que no se te olvide/ de darnos a todos el pan cada día/ Ya ves que cuando hay desayuno/ la escuela respira una gran alegría.

    Padrenuestro que siempre perdonas/ que yo entienda cada travesura/ que cuente hasta 10 cuando esté muy brava/ y hasta en las sanciones ponga yo ternura.

    Padrenuestro, yo soy un alumno/ quiero que protejas a toda mi escuela/ y también que  bendigas a esas maestras/ que son cariñosas y todas muy bellas.

    Padrenuestro te pido perdón/ por las clases que doy sin sentido/ por hablar siempre más de la cuenta/ por los días que no me he reído.

    Padre nuestro que nunca caigamos/ en la tentación de dejar de inventar/ que el cansancio, el miedo, la injusticia/ no sean una excusa para no soñar.

    Padrenuestro protege a los niños/ de balas perdidas y de todo mal/  Que venga María y les de la mano/ y un ángel guardián camine a la par.

    Padre nuestro que cuando yo muera/ nadie diga que fui una “sufrida”/ que se diga que fui una maestra/ feliz de enseñar y muy  divertida.

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