Héctor Escandell | La permanencia en el poder se convirtió en el único objetivo de Nicolás Maduro y la cúpula que le acompaña. A costa de lo que sea, hasta del propio legado que defienden con el verbo cada vez que pueden.
El problema es que seguir en Miraflores ya no depende solo de ellos. Ahora depende de la trampa, de la mentira, de las bombas, de las torturas, de las desapariciones, de las balas y de las metras. Ahora todo depende de la inspiración con la que amanezca el Coronel Lugo, el General Benavides; depende de la complicidad de Reverol y de la fidelidad del General González López. Seguir en Miraflores depende sobre todo, de lo complaciente que pueda llegar a ser Tibisay Lucena, Tarek William Saab y Maikel Moreno. Estos nombres y apellidos son los que hoy encarnan un mal llamado Estado. Ese que alguna vez llegó a constituirse en Judicial, Electoral, Legislativo, Ejecutivo y Moral.
En el país, cada día que pasa se configuran dos naciones. Una que desconoce todo y quiere hacerse una Constitución a la medida, y otra que intenta mantener la vigencia de las leyes que se aprobaron con mayorías democráticas. La polarización ya no es entre simpatizantes rojos y azules. Ahora hay una confrontación de militares contra pueblo y de jueces contra pueblo. El pueblo ya no es ese ser abstracto que invocaba Chávez para referirse a una mayoría electoral que lo mantuvo en el poder mientras vivió, ahora es más que votos, es más que gente agrupada en un partido. Hoy, el pueblo es una mayoría absoluta de venezolanos queriendo arrancarle el país a unos poquitos que se lo quieren meter en el bolsillo.
Palabras más, palabras menos, Maduro dijo: “…lo que no se logró con los votos, se logrará con las armas…” ¿Cuáles votos?, ¿Cuáles armas?
Lo primero pareciera ser una aceptación rotunda de que ya no hay gente que los apoya, da por perdida cualquier posibilidad de seguir mandando si la decisión la tiene el pueblo. Nadie da un medio por él y su gobierno. Lo segundo, tal y como lo plantea, parece que también lo enfila a una derrota segura. ¿Con quién se va a las armas?, ¿Con la guardia? Creo que va a perder. En los últimos días, las fuerzas armadas mostraron su peor cara, mostraron lo torturadores que pueden ser y lo cobardes que son. La imagen de unos 15 uniformados cayéndole a carajazos a un chamo de 18 años en Lara es una muestra de maldad y brutalidad. No es un caso aislado, como dicen los altos mandos, es un comportamiento institucional.
Después, nos encontramos al condecorado Coronel Lugo. Ahí, una muestra de cobardía, digo, no puede tener otro calificativo un hombre que usa su uniforme para creerse superior a los demás. Típico de un sin razón que usa el poder como argumento y no el argumento como poder. Nicolás, si te vas a las armas con gente como el coronel, que amedrenta en la Asamblea, vas a perder. Vas a perder porque en el uno a uno los guardias nacionales son cobardes, ellos necesitan ser un montón, una pandilla; ellos necesitan actuar en cayapa para robar, asesinar, insultar y demostrar poder ante los que razonan y prefieren otras maneras para dirimir conflictos. Con las armas de la guardia, Nicolás, vas a perder el poder.
El país no merece terminar así. La República, su historia y los venezolanos no merecemos una dirigencia tan egoísta y terrorífica. Estoy seguro que ni los seguidores férreos de Hugo Chávez quieren un país manejado al antojo de la corrupción y la maldad
Ni con votos, ni con balas, ni con nada.
El país no merece terminar así. La República, su historia y los venezolanos no merecemos una dirigencia tan egoísta y terrorífica. Estoy seguro que ni los seguidores férreos de Hugo Chávez quieren un país manejado al antojo de la corrupción y la maldad.
Todo lo que aquí escribo es tan real, que en la única amenaza militar que ha sufrido el gobierno, la gente los dejó solos. Nadie salió a defender al Gobierno el día que un hombre se robó un helicóptero, viajó hasta el centro de la ciudad, disparó contra el TSJ y se perdió Ávila arriba – según versión oficial-. Nadie, además de los tanques de guerra que amedrentaron en la calle, nadie salió a pedir respeto para el presidente.
Mi estimado, yo creo, de verdad, de pana y todo, que ni con votos, ni con balas, ni con nada.
Pd: Esto se leí a un alguien en Twitter: “pase lo que pase, dentro de algunos años, por favor, nadie vaya a votar por un tal Óscar Pérez”.