Judith Vega Mejía | Poco antes que suene el reloj, a las 5.00 am, Ligia se levanta porque tiene que aprovechar que hay servicio eléctrico, o luz como se dice coloquialmente. Su familia aún duerme por lo que sus pasos avanzan poco a poco y en silencio.
No tiene gas desde hace varias semanas. El camión que distribuye viene de vez en cuando y por lo general es una sorpresa para Ligia y sus vecinos, pues nunca avisan cuándo van a la urbanización a vender las bombonas. Antes era suficiente ir o comunicarse telefónicamente con la empresa distribuidora. Se pagaba por transferencia, por punto de venta en las oficinas, en efectivo tanto en las oficinas como a los choferes.
Hace tres noches llegaron y se estacionaron frente a la casa de Ligia, quien estaba cenando. Desde la ventana de la cocina habló con el chofer, quien no acepta transferencias. Sólo efectivo…Son 15 mil bolívares por cada bombona mediana…fue la respuesta que recibió Ligia.
Por supuesto no pudo comprar el gas, por no tener efectivo. Necesitaba 30 mil bolívares lo que representa ir al banco durante 10 días, pues lo que entrega el cajero son tres mil bolívares diarios.
La cocción de su comida la hace en una cocina eléctrica de dos hornillas que debe llevar a revisar las resistencias, las cuales de tanta inestabilidad del servicio eléctrico han sufrido daños. Los apagones son continuos. Oscilan entre 7 y 8 horas diarias, a veces corridas y otras veces en dos o tres bloques. Son más las noches en las que reina la absoluta oscuridad que aquellas con los bombillos encendidos.
Es por ello que debe aprovechar que hay luz para poder cocinar y lavar, porque si no lo hace así, su familia no comería y la plata no alcanza para ir a comer fuera de la casa.
Sale de la casa a buscar algunas verduras. Como no hay transporte público debe caminar varias cuadras y a lo lejos observa las largas colas que se hacen actualmente en las estaciones de servicios. Allí, los conductores pasan hasta 5 días, día y noche, mientras esperan el suministro de gasolina para sus vehículos.
La gente comenta abiertamente que venden el puesto en las colas en dólares o pesos. También dicen que los efectivos de la Guardia Nacional Bolivariana cobran y establecen los llamados VIP, aquellas personas que son del gobierno, amigos de militares o que pagan y por ello no hacen cola y pueden llenar los tanques de sus vehículos sin ningún problema.
De vuelta a casa, mira el reloj y apresura su paso pues ha pasado más de una hora en la calle.
Al llegar a casa, Ligia enfrenta su triste realidad: No hay luz tampoco agua.
Se sienta en la sala de su vivienda, sin saber qué comerá su familia, mientras se acerca su esposo y le dice: ¿quién sabe a qué horas llegará la luz? De paso…tampoco hay agua.
Entretanto, saca mentalmente cuentas de cuánto gastó en comprar algunas verduras, a ver si le quedó para comprar un pan y calmar un poco el hambre.