Con demasiada frecuencia, el primer mensaje que una niña recibe sobre su cuerpo es que es imperfecto: que es demasiado gordo o demasiado delgado; que ella es demasiado oscura o demasiado pecosa. Sin embargo, para algunas niñas el mensaje es que, para ser aceptadas por la comunidad, sus cuerpos deben ser cortados, alterados e incluso reformados a través de una práctica conocida como mutilación genital femenina (MGF).
La mutilación genital femenina es una práctica que implica la alteración o lesión de los genitales femeninos por motivos no médicos y que internacionalmente es reconocida como una violación grave de los derechos humanos, la salud y la integridad de las mujeres y las niñas.
Esta práctica se concentra en cerca de 30 países de África, de Oriente Medio y Asia meridional, así como algunos países asiáticos y algunas pequeñas comunidades de Latinoamérica. Asimismo, persiste en las poblaciones emigrantes que viven en Europa Occidental, en Norte América, Australia y Nueva Zelanda.