El 7 de octubre de cada año, por iniciativa de la Confederación Sindical Internacional (CSI) en todo el mundo, las organizaciones sindicales realizan una jornada especial para exigir empleos estables y bien remunerados, seguridad social, un entorno que proteja la vida y la salud y garantice los derechos laborales, es decir: Trabajo Decente.

Los países miembros de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), tienen la obligación de garantizar esos derechos.

Sin embargo, en nuestro país, la situación de los trabajadores y sus familias es lamentable.

La inflación y la devaluación del bolívar han vuelto añicos sueldos, salarios y ahorros, incluidas las prestaciones sociales.

El salario mínimo es el mismo desde marzo de 2022 (Bs. 130) que, en la actualidad equivalen a 0,69 centavos de dólar.

No tenemos ni buenos servicios de salud ni pensiones de vejez dignas.

En el sector público la remuneración ha sido sustituida por subsidios o bonos que se replican en el sector privado y no tienen incidencia en los beneficios laborales.

La negociación colectiva se estancó y sus cláusulas se devaluaron. En síntesis: el valor del trabajo está languideciendo.

Las recomendaciones de la Comisión de Encuesta de la OIT, (2019) que incluye la supresión de la violencia y las detenciones arbitrarias, el respeto de la libertad sindical y la institucionalización del diálogo tripartito, no reportan avances consistentes.

El acuerdo sobre el método para la fijación del salario mínimo permanece en el papel mientras el Ejecutivo aprueba y ajusta subsidios o bonos sin consulta con los integrantes del Foro de Dialogo Social.

En paralelo se criminaliza la protesta laboral y se priva de libertad a dirigentes sindicales por exigir sus derechos.

En el día mundial del Trabajo Decente exigimos un ajuste salarial concertado y la libertad plena de todos los dirigentes sindicales presos o sometidos a juicio, así como el fiel cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión de Encuesta de la OIT.