ACERCA DEL AUTOR:
Óscar Murillo
Coordinador General de Provea | Periodista | @oscarfmurillo
La evocación del Día Nacional del Periodista alude un hecho histórico de especial relevancia: la fundación del Correo del Orinoco, en la antigua Angostura del Orinoco, hoy Ciudad Bolívar, hace 206 años.
Las efemérides pueden llegar a ser engañosas, es verdad. Pero a veces estimulan como en este caso, la celebración y, por tanto, la revisión histórica de la creación del Correo del Orinoco, una creación humanística en la nada, el primer medio impreso de ideas republicanas de Latinoamérica.
Y digo que las efemérides son engañosas porque en su mayoría conducen más que a un examen atento del pasado, suelen inclinar a su glorificación, como bien apuntara el periodista y escritor argentino, Tomás Eloy Martínez, en un tributo al maestro Andrés Bello, cuya obra, por cierto, emancipa a cada instante el respiro libertario de esta Venezuela adolorida por el autoritarismo responsable, en cada cierto y agónico tiempo de nuestra historia, del quiebre del sosiego nacional.
Y sin embargo, tal como ocurre con el trabajo de Bello, la fecha que nos congrega este 27 de junio de 2024 consigue salir indemne de las pruebas, mantener sus llamas al margen de los panteones hacia donde tratan de empujarlos los oficinistas de la mediocridad y los sirvientes de la opresión intelectual.
El 27 de junio de 1818, Simón Bolívar, con la colaboración de Juan Germán Roscio, Cristóbal Mendoza y otros próceres civiles fundaron el Correo del Orinoco en Angostura, actual Ciudad Bolívar, incorporando a la gesta libertaria la lucha intelectual y la difusión de las ideas.
Y este detalle no es poca cosa. Tan así que el escritor Arturo Uslar Pietri, en el prólogo del libro Para nosotros la patria es América, el autor de Lanzas Coloradas, además de desmontar mitos y leyendas históricas vinculadas al majestuoso proyecto geopolítico denominado Gran Colombia: ese sueño hecho realidad, una realidad que estrenaba nombre, fisonomía y un destino humano.
“Vendría Venezuela entera con Carabobo, Quito con Pichincha y más tarde, para desbordar la inmensidad de la empresa, Junín y Ayacucho llevarían al linde de las tierras de la Argentina, el Brasil y Chile la poderosa ola de libertad y nueva historia que había surgido de la Angostura del Orinoco”.
He aquí la grandeza de la fecha, la importancia estratégica del Correo del Orinoco en la historiografía como expresión de un pueblo determinado a transitar los caminos escogidos por sus habitantes para vivirlos en la paz de los vivos y gozarlos con el derecho propio y por siempre jamás.
Una Venezuela de oportunidades para todos, pasa por la reconstrucción del tejido comunicacional. Una comunicación para la vida, una comunicación de servicio público.
Por esta razón, no tiene sentido alguno trasladar las memorables e imborrables ediciones del órgano difusor de la Gran Colombia a ningún porrón fúnebre ni mucho menos. El Correo del Orinoco es luz de las nuevas generaciones, es un recordatorio de la esencia civilista e intelectual en medio de las más adversas pruebas de la barbarie.
Por esta razón izamos las páginas del Correo del Orinoco en el Día del Periodista gracias al incuestionable aporte de la cuarta Convención Nacional de la Asociación Venezolana de Periodistas (AVP), posteriormente sustituida por el Colegio de Periodistas de Venezuela (CPV) hoy Colegio Nacional de Periodistas (CNP), que en 1964 acordó que la fiesta nacional del Periodista se celebrara el mismo día en que salió por primera vez el Correo del Orinoco.
Su transcendencia para el momento estaba ligada a decretos, disposiciones del Ejecutivo y noticias sobre el curso de la campaña independentista. Bolívar y los padres de la idea de una América unida entendieron la importancia de la prensa como instrumento de lucha para fundar la nueva nación.
El 27 de junio, por tanto, invita a reivindicar el periodismo como un oficio que promueve el conocimiento y el desarrollo humano, en correspondencia con el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que consagra el derecho a la libertad de expresión y opinión el cual hoy vale la pena recalcarlo:
Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Volviendo al texto de Uslar Pietri, este reacciona impresionado, yo también lo sigo estando, cómo aquellos hombres de 1818 y 1819, formados en una tradición estrecha y localista, pudieran alcanzar una concepción tan amplia de la geografía y de la historia.
“Se sentían unos y los mismos desde el altiplano de México hasta el estuario del río de la Plata y no concebían, sino como una caída y hasta como una traición, una América dividida en pequeñas y rivales naciones”.
De alguna manera, la revisión exhaustiva y crítica de la efeméride refiere a la significación de la trascendencia como antídoto para no quedar atrapado en las circunstancias del momento, lo que alude a una correcta y sensata interpretación del tiempo.
Es levantarnos contra las mentalidades de campanario (nada tiene esto que ver con las bellas campanas de nuestra Catedral); contra los recelos lugareños; contra la ignorancia acobardada y – remata el autor – contra la codicia de los caudillos de terrones, que resultaron más temibles y tenaces que los ejércitos de Fernando VII.
El Congreso de Angostura, presidido por Francisco Antonio Zea, proclama la creación de la Gran Colombia, el nuevo Estado, eran en realidad, según la consideración del historiador Germán Carrera Damas, la forma tangible de una gloria soñada por una generación de extraordinarios ciudadanos (civiles y militares) que lograron alzarse por sobre las limitaciones de sus horas, para mirar el porvenir en formas y dimensiones grandiosas.
No podemos hoy achicar la mirada, empequeñecernos y reducirnos a la contemplación de una situación que atenta contra el espíritu mismo del ser humano, toda vez que restringe el pensamiento al no crear las condiciones mínimas para la creación.
En estas circunstancias, el comunicador se erige como fortaleza frente a las embestidas del poder en su pretensión de someter, corromper y engañar a la ciudadanía. El tiempo es propicio para exigir transparencia y rendición de cuentas como ejes de la administración pública y la gestión privada. No son adornos ni concesiones del poder.
El relato histórico, la efeméride sincera, nos dice en resumen que debemos esforzarnos por recoger y reunir las fuerzas cívicas y del intelecto para repudiar la pobreza, el aislamiento y el atraso.
En cambio, la invitación es abrir las puertas para que la idea, esa idea libertaria que viajaba en barcos, mulas y en los hombros republicanos a través del Correo del Orinoco, conlleve a la construcción de un mundo mejor para las mujeres, hombres y niños.
El periodismo libre, forjado en las aulas como semilleros de cosechas culturales, en las extintas redacciones, en las conversas de los cafés o en el entresijo de las plataformas digitales, juega un rol trasversal en el restablecimiento de la institucionalidad democrática para desarrollar la cultura civilista de ese país que se anhelaba entonces y ahora.
En este contexto, es oportuno reconocer y promover la idea de la información, como lo hizo la Unesco el pasado 3 de mayo, como un bien común, como algo que ayuda a fomentar las aspiraciones colectivas y que constituye la pieza clave del conocimiento.
En PROVEA nos complace felicitar a los comunicadores, medios, iniciativas, centros de difusión y otras organizaciones que hacen posible “La libertad de Comunicar”, por lo tanto, suscribimos enteramente el artículo V de la Declaración de Windhoek el cual nos dice que “la tendencia mundial hacia la democracia y la libertad de información y de expresión es una contribución fundamental a la realización de las aspiraciones de la humanidad”.
No me cabe ninguna duda, como lo afirmé recientemente en una entrevista del proyecto Atlas del Silencio de Ipys Venezuela, que “el periodismo y las ONG son fuerzas que empujan hacia una vida digna”.
ACERCA DEL AUTOR:
Óscar Murillo
Coordinador General de Provea | Periodista | @oscarfmurillo