Freddy Gutiérrez Trejo | Esta vez no me voy a referir a la devastación que está sufriendo nuestra zona selvática por la extracción inmisericorde de los minerales que se encuentran en el suelo precámbrico. Aniquilamiento de nuestra flora, fauna, ríos, ambiente y gente que hace vida al sur de Venezuela. Ya conocemos los daños que le han hecho a esos espacios, ante los ojos ciegos del gobierno, y sabemos de la demolición anunciada por el Presidente de la República con el proyecto Arco Minero del Orinoco.
En esta ocasión quiero que venezolanos y los que no lo son, se enteren de que está en grave peligro de perderse, la obra de arte que está en el Museo Soto de Ciudad Bolívar, y que ha sido objeto de una conducta negligente, un tratamiento impulsado con impericia, y sin atender las normas nacionales e internacionales que a estos efectos regulan la protección del arte, y que establece las obligaciones de los estados y de los particulares en la preservación del trabajo artístico.
La obra es reconocida hoy como histórica de la explosión de tendencias del arte abstracto del siglo XX, desde la vanguardia rusa y el Bauhaus, al arte cinético, pasando por otras propuestas plásticas. Se trata de casi setecientas obras (de las cuales ciento diez son de Soto) representativas del trabajo de ciento ochenta artistas nacionales e internacionales, originarios de la antigua URSS, los países del Este, y Europa occidental, Estados Unidos y América Latina.
Como botón de muestra resaltemos que allí están presentes: Natalia Gontchanova, Piet Mondrián, Casimir Malevitch, Max Bill, Victot Vasarely, Cristo, Roy Lichentein, Andy Warhol, Josef Albers, Alexander Calder, Yves Klein, Yacov Agam, Arman, Jean Tinguely, Fernand Léger, Nicolaás Shoffer, …y tantos, y tantos otros del otro lado de nuestros mares.
Pero también la colección cuenta con excepcionales artistas venezolanos y nuestroamericanos, como Alejandro Otero, Narciso Debourg, Carmelo Ardem Quin, Carlos Cruz Diez, Sergio de Camargo, Julio Le Parc, Edgar Negret, Gego, Lucio Fontana… y muchos que, con pena, no vienen a mi memoria, pero que, el resultado de sus faenas está en el inventario preciso que levantó el Maestro en vida, y que su familia lo conserva después de su muerte.
La colección del Museo Soto despertó la admiración de Roberto Guevara, quien dijo:
“La visión de conjunto es una antología rigurosa, establecida por el mismo Soto, uno de los artistas que en modo amplio ayudó a forjar la génesis y la impresionante expansión de estos movimientos. De allí que el perfil histórico de la colección adquiera un sentido tan valioso y fidedigno.
La colección encierra un gran número de prestigiosos artistas contemporáneos y muchos de jóvenes investigadores que se destacan por sus proposiciones audaces y reveladoras….abarca a todos los artistas cuyos aportes han sido básicos y sobresalientes para el desarrollo de la dinámica del arte actual.”
Pues bien, toda esta obra que está en el Museo, sabemos que desde hace meses no tiene aire acondicionado, y no se tienen los movimientos adecuados de luz, sombra, y ambiente propicio que a estos efectos impidan su deterioro. Cada pieza de la colección tendría que mantenerse libre de hongos y apolillamiento cuando está en bóveda, y presta para ser resaltada ante los ojos del público cuando está presentada regularmente, o cuando toca exponerla en momentos extraordinarios. En los espacios que caminó el Maestro Jesús Soto gobierna ahora la desidia y la dejadez.
Cualquier persona del planeta se escandalizaría si sabe que el estado francés mantiene en riesgo La Gioconda de Leonardo da Vinci que es exhibida en el Museo del Louvre de París. Lo mismo ocurriría si nos enteramos que el estado mejicano tiene abandonadas las obras de Alfaro Siqueiros, Orozco o Diego Rivera. Causaría alarma conocer que el estado colombiano tiene esquineada la obra de Botero en el panóptico, hoy Museo Nacional de Bogotá, o que algo parecido estuviese ocurriendo en la Fundación que en Quito alberga la obra de Guayasamín.
Tengo noticias de que el embajador venezolano ante la UNESCO ha expresado mortificación sobre esto, también lo han hecho altos funcionarios de la administración cultural, y no pasa nada. Y tampoco pasa nada cuando la propia sucesión Soto ha planteado que podrían acarrear las reparaciones a sus propias expensas, con el propósito de que la colección que construyó su padre y está en el Museo, no se pierda para siempre. De continuar la desidia del gobierno nacional y regional, y provocar fatalmente la circunstancia del deterioro irreversible de la colección, ésta y las futuras generaciones aprenderán sólo en los libros de historia del arte, y por la existencia de obras que están expuestas en otras partes del planeta donde sí han recibido protección, que hubo un artista venezolano excepcional que impactó al mundo, y se llamó Jesús Soto.
¡AUXILIO!..AUXILIO! actuemos y exijamos ahora. Para después es tarde.