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José Gregorio Afonso

Profesor universitario, Presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela (APUCV)

Gregorio Afonso | La crisis del sistema de salud, el colapso de los servicios públicos, la naturaleza autoritaria del régimen esquiva a concertar esfuerzos con instituciones y otros actores, la ausencia de información epidemiológica y la devaluada credibilidad de las vocerías oficiales, junto, al deterioro de las condiciones de vida de los venezolanos, son factores que disminuyen las posibilidades de éxito de los planes anunciados por el régimen para hacer frente a la pandemia del Covid-19 en Venezuela.  

Estos factores, conocidos ampliamente en el mundo, dejan al desnudo el comportamiento errático y arrogante de los funcionarios del Estado para abordar el tema del Covid-19. De nada sirve el poder mediático, aparato propagandístico y movilización militar para evitar el crecimiento del número de casos y sobrellevar con éxito la actual crisis. Debe privar la lógica asistencial y la sinergia de diversos actores de la sociedad ante las interpretaciones y actuaciones militaristas y politizadas, que, como ocurrió en la atención a la tragedia de Vargas y los repuntes de los casos de Dengue, Chikungunya, Paludismo y Tuberculosis en los últimos años, solo muestran ineficiencia y precarios resultados.

En lo absoluto negamos la participación de las Fuerzas Armadas, ni la actuación de los Poderes Públicos en la problemática que provoca el Covid-19, pero la orientación correcta debe ser sumar miradas especializadas que comprendan la complejidad que encierra enfrentar esta pandemia. Los fenómenos de este tipo encierran dimensiones asistenciales y clínicas, económicas, sociales, culturales, jurídicas y políticas que requieren abordajes inter, multi y transdisciplinarios, así como, acciones intersectoriales e interinstitucionales. No basta la interpretación, el discurso y la acción tradicional del régimen centrada en el despliegue de tropas, anuncio de batallas y predominio de la propaganda en sustitución de la información veraz y de calidad.

En coherencia con la intención de propiciar sinergias, el diálogo social es una herramienta fundamental. Aunque la naturaleza autoritaria del régimen vaticina pocas probabilidades de que eso se concrete, la vida de la gente y la garantía de sus derechos demandan exigírselo, dado que la dictadura conserva de facto la dirección del Estado. Algunas propuestas en esa dirección podrían ser: 

  1. Dejar de lado el fantasioso y poco veraz argumento de los “Hospitales Centinelas”. No negamos los esfuerzos que puedan hacerse para reactivar parcialmente algunos centros de salud pública para encarar la pandemia, pero eso no es suficiente. La crisis en ese sector es de naturaleza estructural y crónica, son innumerables los informes especializados y las denuncias que en ese sentido ha sido conocido por la opinión pública y organismos internacionales de Derechos Humanos. Lo conveniente sería convocar, en forma permanente, a los responsables de la salud privada para coadyuvar esfuerzos que permitan atender eficientemente la tragedia. Esto podría alcanzar, tanto, asuntos vinculados a la asesoría a la toma de decisiones, como, para la atención directa de personas, especialmente, en el ciclo expansivo del virus.
  2. Si bien ante la Pandemia, la rectoría de la acción en materia de salud debe ser ejercida por el Estado y sus organismos respectivos, el exceso de burocracia y centralización pueden atentar contra la rapidez y eficiencia de las respuestas. En esa dirección debe involucrarse los gobiernos locales y regionales en la respuesta asistencial. El establecimiento, a la velocidad que demanda la emergencia, de protocolos para la labor preventiva, detención y atención de contagiados en toda la geografía nacional es una prioridad. Dicho de otro modo, la institucionalidad del Estado en las regiones debe ser vista como capacidad instalada para actuar con coherencia a lo largo y ancho del territorio nacional, esto último es especialmente conveniente en Estados con fronteras terrestres y/o marítimas.
  3. Convocar al sector privado de la economía para tratar el tema del Covid-19. Decretar el aislamiento social sin tomar las previsiones del abastecimiento esta conducido al fracaso. Es necesario concertar medidas para mantener la producción nacional de alimentos. Un mecanismo de consulta recurrente en esta dirección, sin estridencias ni shows mediáticos, permitiría abordar también temas asociados con el trabajo, pues en situaciones como estas preservar puestos de trabajo, establecer auxilios especiales y condiciones laborales de bajo riesgo, son temas vitales para afrontar la coyuntura y generar confianza una vez sea superada. Lógicamente en este último aspecto, debe involucrarse a las principales centrales de trabajadores. 
  4. Convocar a la Asamblea Nacional, en tanto poder público legítimo, para abordar el tema del Covid-19. Las implicaciones en vidas humanas en la afectación global que la pandemia genera en el país demanda de quien ejerce el poder político, actuaciones en el que el interés superior de la población sea la motivación principal. La palabra del régimen esta devaluada, son años ocultando información oficial y mintiendo en diversos temas. El país necesita para su tranquilidad y dirigir sus actuaciones en forma acertada, que la información oficial sea validada, con su participación en la atención de la crisis, por actores más allá de los tradicionales representantes de la dictadura. 

Tal vez estas ideas preliminares, cuyo único propósito es superar exitosamente la crisis actual, podrían concretarse a través de la creación de un Consejo Permanente de Atención de la Pandemia, en el que participen los poderes públicos, el sector privado de la salud. Organizaciones de empresarios y trabajadores, el sector académico, las iglesias en Venezuela, los gobiernos regionales y los municipales. Esta propuesta debe actuar en forma extraordinaria conforme al mismo carácter de la situación derivada de la presencia del  Covid-19 en Venezuela, es una iniciativa para la emergencia centrada en el interés superior de la población y en nada debe parecerse a las tradicionales respuestas propagandísticas que ha impulsado el régimen en otras oportunidades.

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