Óscar Calles, Prensa Provea | En los últimos años, se ha registrado el uso creciente del término «ideología de género» como una estrategia para atacar y debilitar los avances en materia de derechos de la comunidad LGBTQI+ y equidad de género.
Mediante la difusión de desinformación y el empleo de argumentos basados en el miedo y la intolerancia, estos grupos buscan generar rechazo general y temor hacia la diversidad de identidades y orientaciones sexuales. Usando la «ideología de género» como un concepto difuso y mal definido, pretenden sembrar la idea de que reconocer los derechos de la comunidad LGBTQI+ y promover la igualdad de género supone una amenaza para los valores tradicionales y la familia, como si el reconocimiento de derechos LGBTQI+ implicara un retroceso de los derechos de otros grupos.
Esta peligrosa mentira ha encontrado espacio en sectores de la sociedad venezolana, como en el político, donde candidatos a las primarias presidenciales opositoras realizan campaña con actos de odio hacia la comunidad LGBTQI+ y llamando a crear un frente nacional contra la «ideología de género». Alimentando la polarización, ignorando problemas reales como la Emergencia Humanitaria Compleja, violaciones de derechos humanos, salarios de hambre, inflación, inseguridad, vivienda, transporte, falta de gasolina, entre otros y además, obstaculizando la aceptación de la sociedad en la lucha por la igualdad de género y los derechos de todas las personas.
En la celebración del Mes del Orgullo, Alba Carosio, reconocida investigadora y activista feminista de América Latina, conversó con Provea sobre la explicación del neoconservadurismo en la región, los desafíos que enfrenta la comunidad LGBTQI+ ante el uso de la «ideología de género» y la manipulación a la población. Carosio compartió su visión sobre la situación actual y brindó un análisis sobre cómo abordar el creciente odio en la sociedad.
¿Qué es y cómo se encuentra el «neoconservadurismo» en Las Américas?
El neoconservadurismo es un proceso que viene dándose desde hace un tiempo, por influencia de varias causas. Una, por el impulso de las iglesias con las confesiones de los grupos neopentecostales, que han tenido mucha influencia en Brasil y se han extendido por toda América Latina. En segundo lugar, hay una cierta frustración frente a los gobiernos progresistas que no han logrado sacar a mucha gente de la situación de necesidad en la que vive una amplia mayoría de la población latinoamericana.
Estas personas encuentran en algunas ideas conservadoras inculcadas por los pentecostalismos un refugio frente a una realidad negativa que dificulta la vida en muchos aspectos. Los conservadurismos siempre ofrecen una respuesta sencilla y simple, una especie de refugio frente a las vicisitudes de la vida.
Los neoconservadurismos, además, utilizan el conservadurismo moral para obtener réditos políticos y económicos, se ha ido extendiendo como una reacción a la situación de disgusto, incluso con los gobiernos progresistas, por toda América Latina. Quizás la cara más visible de esto sea Bolsonaro y todo lo que su gobierno significó para Brasil, una influencia que sigue latente debido a la gran población del país.
¿Qué es la supuesta «ideología de género» y por qué cada día se escucha más sobre ella?
La supuesta «ideología de género» es uno de los argumentos que emplean los neoconservadurismos para agitar un fantasma y para encontrar alguna idea que la califican como disolvente para las sociedades y la familia, algo muy querido para las mayorías latinoamericanas. Entonces, este tema de la «ideología de género» se utiliza también para manipular a las sociedades y al desencanto social de algunas de esas mayorías.
Carosio, quien también es profesora titular de la Universidad Central de Venezuela y fundadora de la Araña Feminista, reafirma que la «ideología de género» es un término ficticio empleado por los neoconservadores para agitar un fantasma de una supuesta disolución de la sociedad y la familia: «con fines de manipulación a gran escala».
Por ejemplo, en Colombia, se agitó el tema de la «ideología de género» como argumento para negar el proceso de paz. Durante el referéndum del proceso de paz, nos sorprendió ver cómo se rechazaba el tratado simplemente porque se agitaron dos temas: uno, que se le estaban otorgando demasiados beneficios a quienes habían participado en la guerrilla, y dos, que el tratado de paz avalaba la «ideología de género», que supuestamente era una disolución de la familia porque se apoyaba a los grupos LGBTI+ y sobre todo se aceptaba la transexualidad. Sin embargo, esto no era cierto, y en realidad, la «ideología de género» no existe, es simplemente un fantasma que presentan como negativo y enemigo del bienestar social, de la vida social y de la familia, y se utiliza con fines de manipulación a gran escala.
¿Por qué está resurgiendo un movimiento conservador más radical contra la comunidad LGBTQI+?
Siempre que hay momentos de disgusto social y cuando los grupos de poder tienen que justificar su lucha por el poder y buscar una línea que consideran importante para la sociedad y agitar el fantasma. En este caso, ese fantasma son los derechos de la comunidad LGBT, como si estos derechos fueran a negar los derechos de los demás, como si los derechos de la comunidad LGBT fueran en contra de los derechos de la heterosexualidad, lo cual no es cierto.
Esta idea implica la falta de tolerancia y la no aceptación de la diversidad. Se plantea un tipo de sociedad con más orden, especialmente en relación con la familia, como si la familia solamente pudiera ser una familia tradicional con mamá, papá e hijos, y esa fuera la familia feliz que todos queremos.
¿Por qué esto encuentra terreno fértil en las poblaciones? Porque siempre aceptar la diversidad, la innovación y diferentes formas de familia no es fácil, y porque esos son derechos que ha impulsado la ola progresista, y lo que se trata es hacer retroceder la ola política progresista, utilizando como valor el supuesto orden de la familia.
Además, hay otro aspecto que se menciona poco, pero que está relacionado con esto, que es la absolutización de la propiedad.
¿Cómo se encuentra Venezuela en ese escenario?
Venezuela está bien en el sentido de que esas problemáticas tan fuertes y enfrentadas no se están dando, al menos por el momento, con la misma fuerza que en Brasil, Colombia y otras partes de nuestra América.
Sin embargo, poco a poco se va avanzando hacia allá si los grupos LGBT y los feminismos en general no tratan de oponerse de manera inteligente. No se trata solo de radicalizarse, sino de hacerlo con inteligencia y también de presentar sus puntos y plantear su filosofía y los derechos que defienden.
Es importante tener en cuenta que en Venezuela también hay un movimiento pentecostal, protestante, en el que todas las iglesias se unen.
Las iglesias brindan a las personas un sentido de comunidad y apoyo, lo cual es muy importante para aquellos que tienen necesidades significativas y requieren protección de algún tipo. Por este motivo, las iglesias van ganando terreno, y junto con ellas penetra la defensa de la familia tradicional, los valores del orden y de las parejas tradicionales. Esto puede ir en contra de los derechos de los grupos LGBT, que aún no han logrado tener sus derechos legalmente reconocidos.
Hay que reconocer que se ha avanzado en la aceptación social de la diversidad sexual, pero este avance puede retroceder fácilmente. No solo depende de si están o no en la ley, aunque es importante, sino también de cómo se reconozcan y puedan retroceder.
¿Cómo se puede enfrentar este creciente odio que toma más protagonismo?
A mi juicio se puede enfrentar con educación y con el ser muy claros en el mensaje. Con explicar y mostrar que el hecho de que haya derechos para la comunidad LGBT no significa que se les quiten derechos a las personas heterosexuales. Una cosa no excluye a la otra, en todo caso, los derechos se amplían, y no porque se amplíen derechos a un grupo, se les restringen a otros. Esto es algo sumamente importante y definitivo para que las comunidades puedan luchar contra ese odio.
Lo que se puede hacer es trabajar con la reflexión, la educación y la aceptación de la diversidad, con el diálogo, es lo único que puede garantizar, si las sociedades aceptan, entienden, porque puede ser un enriquecimiento y no un empobrecimiento. Es lo único que puede garantizar que el odio no siga creciendo, sino que en todo caso aumente la aceptación social.
Óscar Calles, Prensa Provea