El jurista colombiano Rodrigo Uprimny, especializado en derecho constitucional y miembro del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de las Naciones Unidas cree que la victoria del candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro, demuestra que las nuevas generaciones de Colombia creen en una salida institucional a las demandas sociales de la población.
Encuentra difícil que el izquierdista cumpla con toda la oferta que realizó en la campaña electoral y descarta las comparaciones con la llegada al poder en la Venezuela 1999 de Hugo Chávez
El 8 de abril de 1948 la historia de Colombia se partió en dos.
Ese día fue asesinado Jorge Eliecer Gaitán, jefe único para ese momento del Partido Liberal Colombiano (PLC), jurista, profesor universitario, exalcalde de Bogotá y exministro de Educación, que se perfilaba como futuro presidente de ese país para las elecciones de 1950 luego de una contundente victoria del PLC en las elecciones legislativas de 1947.
De Gaitán eran conocidas sus ideas izquierdistas, su tesis de grado llevó por título “Las ideas socialistas en Colombia” y en 1933 fundó el partido Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (UNIR); planteó la necesidad de una reforma agraria en su país y, como alcalde de Bogotá, impulsó iniciativas como la de establecer comedores escolares.
También era notoria su posición aintiimperialista.
Sobre su asesinato hubo diversas teorías, desde la del asesino solitario hasta el de una conspiración internacional para evitar que la izquierda llegara al poder en Colombia.
El hecho desencadenó una ola de protestas (El Bogotazo) que desembocó en enfrentamientos violentos, acentuó las hostilidades del período histórico conocido como “La Violencia” y abrió camino al surgimiento de grupos armados insurgentes que sumieron al país en un cruento conflicto interno que se prolongó por unos 70 años.
La victoria en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de Colombia del candidato izquierdista Gustavo Petro es el segundo episodio de una serie que parece reconducir por la vía institucional las demandas de una población y los intereses de un sector dominante en un país que ante los ojos del mundo había aparecido como eminentemente conservador.
El primer episodio para la superación de ese ciclo violento lo habían constituido precisamente los acuerdos de paz suscritos en 2018 por el entonces presidente colombiano Juan Manuel Santos y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en cuyo marco se creó una Comisión de la Verdad de Colombia, que a los 70 años de la muerte del caudillo solicitó declarar el crimen como delito de lesa humanidad, para permitir así la reapertura de las investigaciones.
Por Petro votaron muchos de quienes participaron de las protestas, asegura Rodrigo Uprimny
El jurista colombiano Rodrigo Urpimny, especializado en derecho constitucional y miembro del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cree que con el triunfo de Petro se abre la oportunidad para que Colombia canalice sus diferencias en el ámbito institucional y democrático, observa que la alta votación registrada en la segunda vuelta electoral presidencial demuestra que existe una lectura opuesta a la fuerte represión policial que enfrentó las protestas de 2021 y que el nuevo Presidente puede lograr un liderazgo en América Latina , a la vez que desestima las comparaciones con el autoritarismo de Hugo Chávez Frías, quien enarbolando las banderas de la reivindicación social llegó al poder en Venezuela.
“Con Petro se presenta la oportunidad de una salida virtuosa al conflicto interno colombiano”, expresa sin ambages Rodrigo Uprimny, quien considera que, si el nuevo mandatario logra canalizar las demandas sociales a través de vías constitucionales se habrá encontrado esa salida a los problemas de los colombianos.
Asegura que se trata de algo todavía muy intuitivo y que no se trata de que haya una evidencia académica contundente, pero que hay cierta evidencia en esa dirección.
Explica que en los años 70 hubo protestas masivas en Colombia que fueron reprimidas violentamente, lo que se llamó en ese momento el “paro cívico del 77”, y la lectura que se hizo de eso tanto por la izquierda como por la derecha fue una de Guerra Fría que alimentó el conflicto armado.
“La izquierda, dijo ‘esto es una muestra de que por la vía pacífica no se pueden hacer las cosas’ y eso favoreció el crecimiento guerrillero en los 70 y 80, y la derecha dijo ‘esto es una muestra de que hay elementos subversivos que quieren acabar con la democracia colombiana, por lo que se acentuó la represión”, especifica Rodrigo Uprimny, quien añade que, en esta oportunidad, las protestas de 2021 fueron muy intensas, incluso que las del 77 en Colombia, que fueron también violentamente reprimidas, pero llevaron a una lectura distinta.
“Lo que uno ve es que muchos de los jóvenes que estuvieron protestando masivamente en las protestas del año pasado son muchos de los que votaron por Petro, y sienten que entonces hay salidas institucionales y no por la vía del conflicto armado y la violencia, sino salidas institucionales a sus demandas sociales”, expresa Rodrigo Uprimny.
—¿Cuál es la dimensión exacta de ese triunfo de Petro? De por sí su triunfo es un cambio, pues es la primera vez que un político izquierdista llega a la presidencia de Colombia, pero ¿Qué signfica para la historia de Colombia?
—Creo que por todos lados por donde se mire estas elecciones, e incluyo las de marzo para el Congreso de la República; la primera vuelta presidencial de mayo, y la segunda vuelta del pasado domingo 19 de junio, son históricas por varias razones.
Lo primero es porque tuvo para los estándares colombianos una participación alta, una participación que puede parecer baja para otros países, pero para Colombia llegó al 58% una de las más altas en los últimos 30 años; lo segundo es que en las elecciones de marzo ya se marcó un ascenso fuerte de la izquierda democrática, la izquierda legal que, por ejemplo, en el Senado, (significó que) la lista del Pacto Histórico fue la más votada, ocupando 23 curules de 105 que tiene el Senado de la República, que para Colombia es una cifra muy alta y a la que se sumarían otras fuerzas que pudiéramos llamar de izquierda.
Luego, en las elecciones de mayo, en la primera vuelta, resultó totalmente derrotado el candidato que representaba el continuismo (Federico Gutiérrez), y luego en estas elecciones del 19 de junio, por primera vez, aunque hay algún debate sobre si también se pueden citar algunos casos previos, pero serían de 70 u 80 años atrás, en Colombia llega un candidato de izquierda a la Presidencia de la República y además acompañado, que yo creo que es un punto que a veces no se enfatiza tan fuerte a nivel internacional, por una vicepresidenta que es una mujer afrodescendiente (Francia Márquez), una líder social que ha tenido que enfrentar múltiples amenazas a su vida y entonces esa combinación es algo único en la en la historia de Colombia.
—Desde fuera vemos a Colombia como un país de tradición conservadora. ¿Se siente el impacto de ese triunfo de un izquierdista a nivel social?
—Ese impacto se siente.
Es un impacto en la atmósfera política es decir, lo que se vive es una mezcla de incertidumbre, porque pues Colombia no ha tenido gobiernos de izquierda y entonces eso genera cierta incertidumbre, con esperanza, porque Colombia tiene toda una agenda de transformación social acumulada que se expresó muy fuertemente en las protestas de del año pasado lo que se llamó el “estallido social”, que fueron protestas largas durante varias semanas, que fueron violentamente reprimidas por la policía; unas protestas a veces con componentes violentos, pero esencialmente pacíficas, en un país que usualmente no es que se movilice masivamente de manera enorme como lo hacen otros países de América Latina.
Eso muestra como una voluntad de cambio social para superar inequidades, para superar exclusiones, muy fuerte, y entonces es esa mezcla la que se siente.
Se puede decir que llegó el candidato del cambio, pero al mismo tiempo hay incertidumbre sobre si eso puede generar desequilibrios macroeconómicos.
Está el ejemplo negativo de Venezuela, siempre aparecen los temores de algunos sectores políticos y de la población. Entonces esa mezcla de esperanza e incertidumbre creo que está marcando la coyuntura.
Colombia es un país dividido, asegura Rodrigo Uprimny
—¿Le será posible a Petro cumplir con esos cambios que ha prometido en su agenda tomando en cuenta que no cuenta con mayoría en el Congreso y que también las instituciones de Colombia tradicionalmente han sido fuertes y no parecen poder dejarse dominar desde el Ejecutivo?
—Creo que el nuevo gobierno enfrenta una coyuntura difícil, pero no inmanejable. Las elecciones muestran en todo caso un país dividido.
Petro ganó, pero ganó con una diferencia clara, o sea, cualquier crítica y cualquier cuestionamiento de fraude o de que la elección no fue legítima no tiene ningún sustento. Ganó claramente, pero por una diferencia menor de un poquito más del 3%.
El país está dividido, incluso regionalmente.
Las elecciones presidenciales reprodujeron mucho lo que habían sido las de nivel regional, pero con mayorías un poco distintas, así como la elección de 2018 entre (el actual Presidente, Iván) Duque y Petro, es decir, las mismas regiones y municipios que habían apoyado mayoritariamente a Petro en aquellas elecciones lo apoyaron aquí también y las que han apoyado a Duque ahora apoyaron a Rodolfo Fernández.
También coinciden bastante, no exactamente, pero bastante, con la votación del Sí y el No en el plebiscito de 2016.
Nos parece que hay como una fractura territorial en que el centro del país, con excepción de Bogotá, que es más de izquierda, y tomando en cuenta que el centro es la zona más integrada económicamente, tiende a votar más a la derecha, mientras que las zonas más periféricas, la costa atlántica, la Costa Pacífica, el sur del país, tiende a votar a la izquierda.
Entonces Petro tiene un reto de unir un país dividido y tiene un reto de gobernabilidad, como usted señaló, que no tiene mayorías en el Congreso, pero tiene fuerzas con que construir una coalición.
Petro tiene más posibilidades de construir una coalición en el Congreso que la que tenía Rodolfo Hernández, porque él mismo tiene el Pacto Histórico, que tiene variaciones, pero podríamos decir el 25% del Congreso, y hay otras fuerzas de Izquierda con las cuales puede aumentarse a un 35%.
Por eso él ha planteado esa idea de realizar un gran acuerdo nacional, que es lo que está impulsando en estos días para generar unos puntos de contacto que le permitan alcanzar esa coalición y al mismo tiempo reducir la polarización en el país.
Ojalá continúe en esa dirección porque yo voté por Petro, pero es un candidato que tiende a polarizar, entonces, a mí sí me parece muy bien que esté en esa actitud de decir “soy el presidente de todos los colombianos” y que ahora es un momento de, sin traicionar el programa por el cual fue electo, buscar los acuerdos que permitan las transformaciones sociales dentro de un marco de consensos y respeto de la Constitución.
Rodrigo Uprimny dice que la situación es desafiante, sobre todo tomando en cuenta que la coyuntura económica no es fácil, pues el mundo está enfrentando riesgos de recesión por los efectos prolongados de la pandemia por el coronavirus y la guerra de Ucrania, aunque Colombia está viviendo un momento de crecimiento económico, tal vez debido al alza de los precios del petróleo, pero igualmente arrastra una situación de desequilibrios económicos e inflación creciente.
“Creo que si esta idea del Acuerdo Nacional fructifica Petro podrá lograr mucho de lo planteado, también creo que le ayudará una reforma tributaria, que haga el sistema colombiano de impuestos más progresivo, le dé más recursos y de esa manera pueda enfrentar los desequilibrios económicos al mismo tiempo que impulsa la agenda social. Creo que va a ser como la prueba fuerte que va a tener los primeros meses, si logra esa reforma tributaria, podría lograr una Colombia más igualitaria”, sostiene Rodrigo Uprimny.
—Está el tema de las alianzas y la reforma tributaria, pero ¿usted cree que está descartada la posibilidad de convocar una asamblea constituyente?
—El temor de que Petro sea igual a Chávez en Venezuela, que es un temor que a veces pueden tener en Venezuela o que en Colombia se ha estimulado, creo que es un temor sin sustento, lo cual no quiere decir que Petro no genere a veces ciertas desconfianzas, y por eso en primera vuelta no voté por él, pero creo que es un temor sin sustento por varias razones, la primera porque cuando Chávez, (Rafael) Correa o Evo (Morales) llegaron al poder, lo hicieron con la propuesta de hacer una asamblea constituyente, pero Petro llega con la propuesta de cumplir la Constitución del 91.
En segundo lugar, en estos otros tres países, Venezuela Ecuador y Bolivia, en ese momento la Constitución existente era una Constitución deslegitimada, o sea una Constitución que muchos cuestionaban diciendo que ya no era un buen traje jurídico ni para Venezuela ni para Ecuador ni para Bolivia, pero en Colombia, por el contrario, todas las fuerzas progresistas que son las que apoyaron a Petro son fuerzas totalmente favorables a la Constitución del 91.
Lo tercero es que aquí hay unos procedimientos de reforma y una Corte Constitucional fuerte y entonces le queda muy difícil al presidente hacer un hecho extra constitucional, como convocar un plebiscito por fuera de las formas jurídicas que existen en Colombia para decir ‘aquí hubo un pronunciamiento popular a favor de una nueva Constitución’. Eso no es muy factible.
Entonces y lo último, que es una variable no menor, es que Petro va a enfrentar muchas restricciones institucionales.
Tiene una rama judicial independiente, una Procuraduría, una Defensoría del Pueblo y una Fiscalía que son órganos que no controla porque precisamente esa era una de las críticas, que están copados por el gobierno de Duque, entonces tiene un contrapeso.
No se puede comparar con Hugo Chávez
—Ya me habló un poco de ello, pero quería insistir en si es legítimo comparar la llegada de Gustavo Petro con la de Hugo Chávez en la Venezuela de 1999, tomando además en cuenta que Chávez al contrario que Petro, era un militar, venía de un golpe de Estado y contaba con apoyo de un sector importante de la Fuerza Armada, mientras Petro tiene una trayectoria política, es economista, fue senador, alcalde, ¿observa usted que puede haber esa tentación autoritaria en Petro? ¿Es legítimo compararlo con Hugo Chávez?
—No, no lo es. Que Petro tiene ciertos rasgos autoritarios, sí, y que tiene ciertos rasgos caudillistas sí, pero que sea comparable por la situación y por lo que planteaba Hugo Chávez, no.
Para empezar, Petro no tiene, digamos, un elemento que no es nada menor que es un elemento de cercanía a las fuerzas militares. Creo que a veces en los análisis no se toma en cuenta.
Chávez podía contar digamos, en sus aventuras, con una lealtad mucho más alta de los militares, mientras que Petro, para tener una cercanía con los militares tiene que jugar el juego de la institucionalidad democrática.
Entonces tiene las restricciones institucionales que ya había señalado, pues la Procuraduría, la Defensoría y la Contraloría, que no controla, le establecen restricciones.
En el Congreso puede construir una gobernabilidad, pero no una mayoría que le dé un cheque en blanco. Entonces no, no es tan fácil que pueda, incluso si lo quisiera, y yo no estoy seguro de que lo quiera, pero incluso si lo quisiera, no es tan fácil que pueda generar una ruptura democrática.
—Llama la atención que la llegada de un izquierdista al poder en Colombia se produzca luego de todo el proceso de pacificación que vimos con la gestión del presidente (Juan Manuel) Santos y que llevó la desmovilización de sectores importantes de los grupos insurgentes. ¿Se puede decir que se cierra el círculo de la violencia que se desató en aquel “Bogotazo” o estamos en un nuevo capítulo de la misma etapa política?
—Yo veo la cosa así en perspectiva y me parece bien la pregunta planteada como una perspectiva de más larga duración.
Veo un poco la cosa así, Colombia había tenido un rasgo, que algunos llamaban paradójico, de combinar un conflicto armado persistente con una estabilidad democrática o una estabilidad política y con unas instituciones democráticas en ciertos aspectos sólidas acompañada de violencia y violación de derechos humanos.
Era una combinación paradójica que tenía cosas positivas, pero cosas muy muy muy negativas y atroces, y creo que con la Constitución del 91 se buscó un primer esfuerzo de desentrabar eso en una perspectiva democrática.
Fue un acuerdo de democratización que se materializó en la Constitución del 91 que es una Constitución amplia y progresista y que la mayoría de los colombianos reconocen como un buen marco jurídico, pero esa Constitución tenía como algunos elementos o unas promesas que no logró cumplir o no ha logrado cumplir y una de ellas era acabar con la guerra, lo que se entendió como un acuerdo de paz entre los colombianos pero en los 90 la guerra incluso se intensificó y, segundo, era una Constitución que buscaba un país más igualitario y menos excluyente, pero las desigualdades sociales en Colombia, que son muy profundas y mucho más profundas que en todos los países de América Latina, persistieron, porque Colombia adoptó políticas neoliberales que permitieron un cierto crecimiento, pero no reducción de desigualdades.
Creo que con tres elementos que ocurrieron en los últimos años se puede estar encaminando a una salida virtuosa de la paradoja colombiana, es decir una salida en la que Colombia mantenga su estabilidad democrática, supere el conflicto y reduzca la desigualdad.
Porque lo primero es el acuerdo de paz con las (Fuerzas Armadas de Cooperación) FARC. Ese acuerdo de paz no logró la paz completa, pero sí logró terminar el conflicto armado con la guerrilla, el desafío militar más fuerte que se le había planteado al Estado colombiano era el de las FARC, y el acuerdo mostró el camino hacia una salida democrática al tema de la violencia política que no se ha terminado todo, porque hay disidencias y ahí está el problema del ELN (Ejército de Liberación Nacional), pero no comparable a lo que era el desafío guerrillero en los años 90.
Lo segundo es que las protestas de los últimos años, especialmente el estallido social del año pasado, mostró un país movilizado políticamente y democráticamente en búsqueda de mayor igualdad e inclusión social y ahora con estas elecciones que marcan ese cambio, pues se podría lograr el encuentro entre un país más en paz que se reconoce en la Constitución y un país, sí Petro tiene éxito en implementar su agenda social, más igualitario e incluyente.
No es una apuesta fácil, pero yo creo que es el mejor camino que podíamos tomar o uno de los mejores caminos que podíamos tomar los colombianos en estas elecciones.
—Precisamente el siguiente punto que quería abordar es cómo sería la relación con EEUU. Si podemos decir que en los últimos 50 años al menos Colombia ha sido el aliado principal de EEUU en la región, si se adoptan políticas alejadas de ese neoliberalismo, de ese libre mercado que impulsa Washington ¿cómo podría quedar esa esa relación? ¿Se atreverá Petro a enfrentar a EEUU tomando en cuenta que hay mucho de por medio unas ayudas económicas importantes?
—Creo que Petro, o en este discurso de la victoria de Petro, que fue un discurso infortunadamente improvisado y desordenado, pero que tiene cosas importantes, se ha destacado que fue el discurso de un presidente colombiano más abierto a los debates internacionales.
Si se hiciera un análisis del discurso, diría que le dedicó el 30-40% del discurso a temas no colombianos, el de Colombia en el escenario latinoamericano y temas de cambio climático, temas de reordenación de las prioridades de América Latina etcétera.
Creo que Petro va a buscar, y puede lograrlo teniendo en cuenta que hay otros gobiernos de izquierda en este momento, tener un liderazgo en la región que le permita articular una mejor relación con Estados Unidos.
Creo que Estados Unidos, con un gobierno como el de Joe Biden, no tiene una actitud reacia a gobiernos reformistas, siempre y cuando respeten ciertos elementos del sistema capitalista que Petro dijo que iba a respetar. Entonces creo que puede lograrse un buen entendimiento con EEUU.
“Creo que puede lograrse un buen entendimiento. No lo veo tan difícil y entonces dependerá un poco de la habilidad de Petro para plantear una agenda de cooperación con Estados Unidos y no una agenda de confrontación.
No veo razones para que haya en este momento una agenda de confrontación, no es un gobierno que vaya a nacionalizar empresas norteamericanas, que no hay muchas en Colombia; no es un gobierno que vaya a plantearse en los temas en donde uno diría que puede tener como diferencias fuertes como política de drogas, ni siquiera en eso hay diferencias fuertes, porque el propio Gobierno de Biden reconoce la necesidad de un enfoque del problema de narcotráfico menos represivo en los temas de cultivos.
—En cuanto a Nicolás Maduro, ¿cree usted que el mandatario venezolano ha logrado un aliado en la región? ¿Se restablecerán las relaciones entre los dos países y se puede volver a la situación antes de 2019?
—Sí, yo creo que ese era uno de los puntos en donde debía haber acuerdo entre casi todos los candidatos presidenciales, que era que la política del gobierno de Duque frente a Venezuela había sido errónea, no porque el gobierno de Maduro sea muy democrático, no lo creo, pero porque la política de un país que tiene más de 2.000 kilómetros de frontera con su vecino, no puede ser el de ausencia de relaciones diplomáticas.
Entonces yo creo que sí va a haber un restablecimiento de relaciones diplomáticas. Lo mismo planteaba el otro candidato, Rodolfo Hernández.
El único que planteaba una cosa un poquito distinta, pero incluso que modificaba el tema en relación con el gobierno de Duque era el candidato Federico Gutiérrez, que no planteaba relaciones diplomáticas.
Entonces sí va a haber restablecimiento relaciones diplomáticas y económicas y yo creo que eso es bueno para los dos países.
Ahora si eso es que Petro se va a alinear con el gobierno de Nicolás Maduro, me parece que es una variable un poco más incierta. Yo esperaría que no, que mantenga sus distancias críticas, pero ahí sí creo que es un tema en el que hay cierta incertidumbre.
Liderazgo en la región
—Dada la ola de gobiernos izquierdistas, México, Argentina, Chile, Perú y a los que probablemente se una Luis Inácio “Lula” Da Silva en Brasil ¿cómo va el panorama de la región y el papel de Petro allí?
—Si, va a haber un nuevo giro a la izquierda en la región.
Todo parece indicarlo pues, con el gobierno de Perú, el gobierno de Chile, el de Argentina, Colombia, México y esos dos casos raros que son Venezuela y Nicaragua que se autodenominan de izquierda, pero una izquierda poco democrática, va a haber un nuevo movimiento de reclamar autonomía de los países latinoamericanos, lo que es importante, es que no se vuelva a esfuerzos de alineamiento ideológico, como se trata de hacer con el ALBA, sin una idea de que haya esfuerzos de cooperación interamericana para enfrentar problemas regionales fuertes, como el problema de la migración venezolana, pero también esa situación de dificultades macroeconómicas que tiene Colombia, que es una situación común a casi todos los países de América Latina y entonces sería deseable que se pudieran plantear posiciones latinoamericanas, por ejemplo, de negociaciones globales de la deuda y no individuales de cada país, porque en la medida en que haya una posición latinoamericana frente a instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional, podría haber soluciones más democráticas para esos problemas.
El giro a la izquierda está ocurriendo y probablemente también llegue a Brasil, y Petro puede jugar un liderazgo importante por su capacidad de articular un discurso de izquierda moderno.
Yo no sé si ustedes lo han oído, pero tiene la capacidad de tener un discurso de izquierda distinto, centrado en el desarrollo sostenible en superar la dependencia de los combustibles fósiles, articular una economía del conocimiento, o sea, no es el discurso de izquierda más clásico de hace 15 años.
—Ya para ir finalizando, se ha dicho por mucho tiempo que los problemas de la región se enfrentan mejor en conjunto. Con eso que usted habla de unas posiciones en bloque, ¿cree que el triunfo de Petro es una buena señal para que América Latina tome esa bandera de la Unión?
—Sí, creo que, a pesar de las diversidades ideológicas, por ejemplo, con el gobierno de Ecuador, uno puede ver que podría haber la posibilidad de retorno a posiciones más comunes de un buen número de países latinoamericanos en ciertos temas, por ejemplo, el tema de renegociar ciertos elementos de la deuda de nuestros países.
Uno puede decir ahí que puede haber unos ciertos acuerdos entre Colombia, Chile, Argentina, Perú, México y Brasil si entra en eso, entonces eso permitiría posiciones que puedan llevar unas fórmulas latinoamericanas que no se vean como un país que quiere escapar al cumplimiento de sus obligaciones internacionales unilateralmente, sino una región que enfrenta desequilibrios financieros que son comunes en el mundo global de hoy por el efecto combinado de la pandemia y la guerra de Ucrania y la acumulación de desequilibrios macro, pues digamos desequilibrios económicos previos, y que aquí hay la oportunidad de plantear posiciones más creativas en estos temas.
Yo tendría la esperanza de que pueda ocurrir y que incluso eso pueda facilitar el encuentro de salidas a la situación de países como Venezuela que, si se hace en el marco de un acuerdo regional podría dar una salida a la situación económica de Venezuela.
No lo veo fácil, porque los países también tienen intereses propios más allá de los intereses regionales, pero creo que es una oportunidad no menor para para plantear esos temas.