La alianza Provea – TalCual conversó con Manuel Sutherland, director del Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO), quien sostiene que las sanciones han afectado «terriblemente» a la economía nacional, pero no son las causantes de la crisis. «Ellas simplemente agravan una crisis previa, impiden la comercialización de petróleo y dificultan mucho la importación de cualquier cosa»
El 1 de febrero llegó a Venezuela la relatora especial de la ONU sobre medidas coercitivas unilaterales y derechos humanos, Alena Douhan, quien hasta el 12 de febrero evaluará el impacto de las sanciones en los derechos humanos de la población venezolana. «Quiero examinar, en un espíritu de cooperación y diálogo, si la adopción, el mantenimiento o la aplicación de sanciones obstaculiza la plena realización de los derechos humanos de las personas, y en qué medida», dijo Douhan.
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Douhan tiene previsto reunirse con altos funcionarios del gobierno, miembros del parlamento y del poder judicial, representantes de organizaciones internacionales, la comunidad diplomática, la sociedad civil, la oposición y el mecanismo nacional de derechos humanos, abogados, académicos, activistas, víctimas y sus familiares. El 12 de febrero compartirá sus observaciones preliminares en una conferencia de prensa en el Hotel Renaissance en La Castellana y en septiembre de 2021 presentará su informe final al Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Ante este escenario, la alianza Provea – TalCual conversó con el economista Manuel Sutherland, director del Centro de Investigación y Formación Obrera (CIFO), quien insiste en que las sanciones han afectado «terriblemente» la economía nacional, pero que no son las causantes de la crisis. «Ellas agravan una crisis previa, impiden la comercialización de petróleo, dificultan mucho la importación de cualquier cosa y afectan a los sectores más vulnerables de la sociedad. Las sanciones son un desastre y una vergüenza mundial que vulneran los derechos humanos».
Sin embargo, sostiene que «ni la comunidad internacional ni el liderazgo de oposición mediático que apoya el grupo que estaba en el Parlamento previamente y tampoco el gobierno nacional tienen voluntades políticas suficientes como para emprender un cambio, entender la profundidad de la crisis y hacer políticas que ataquen los flagelos sociales más importantes».
– ¿Con qué país se encontró la relatora especial de las Naciones Unidas en su visita a Venezuela?
– La relatora de la ONU se enfrenta con un país que ha tenido la caída más grande en la historia del capitalismo en cuanto a su PIB. Si mal no recuerdo, Liberia había sido el país que había caído más en cuanto a su PIB histórico, que cayó cerca de 81%. Venezuela, en las estimaciones que dan de 2013 a 2020, pudo haber caído alrededor de 90%, eso es como si una persona que pesaba 100 kilos y ahora pese 10 kilos. Es un ejemplo dramático, pero que de alguna manera vivifica la caída en la producción. Es como si fuéramos a un centro comercial y el 90% de las tiendas estuvieran cerradas.
Hay sectores, como el de construcción, intermediación bancaria y sectores relativos a la finanzas, que han caído 97% de 2013 a 2019. Ha habido una destrucción de la industria que tenía el país y ya de varios años hay una sustitución de la producción nacional por importaciones. La mayoría de las empresas cerraron y ya no están produciendo ni importando. Es probable que cerca de 75% de las empresas hayan quebrado y cerrado, y eso ha dejado al país en una ruina que ha forzado una diáspora enorme. Se calcula que entre cuatro y cinco millones de personas se pudieron haber ido, eso sería uno de cada seis venezolanos.
Este país sufre los embates también de la pandemia, de la caída del precio del petróleo y de la demanda de hidrocarburos, y sufre muy fuertes sanciones, que persiguen a la industria petrolera, que impiden exportaciones, compra o intercambio por diésel, sanciones que persiguen a las pocas empresas venezolanas que pueden producir divisas y que también afectan gravemente al sector privado que muchas veces, siendo inocente, es erróneamente vinculado con el gobierno y sus cuentas bancarias son cerradas o sus negocios clausurados.
También hay una situación de desigualdad muy fuerte, en donde hay una élite que tiene muchísimo dinero y una gran parte de la población que no, la que trabaja en el sector privado gana alrededor de 40 dólares mensuales y la que trabaja en el sector público tiene un salario mínimo de tres o cuatro dólares mensuales con algunos bonos. Eso incluye profesores universitarios, maestros, científicos y técnicos del área de salud y es realmente un drama humanitario muy fuerte y muy doloroso.
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– Hay informes que dicen que las sanciones han pesado fuerte en la situación económica. Otros que dicen que no tanto. ¿Qué dice usted?
La crisis económica venezolana es previa a las sanciones y es una crisis clásica de un hiperrentismo que llamo lumpenizado. Es la expresión de llevar al extremo las distorsiones que conlleva el rentismo petrolero. Lo llamo lumpenizado porque ese hiperrentismo tiene el componente de hipercorrupción y una gran degradación ética y moral en cuanto a la forma de hacer negocios y de enriquecerse a nivel social.
Muchos empresarios dejaron de producir y se fueron a la importación y al fraude cambiario y eso se hizo en alianza con una élite burocrática muy fuerte que en varias instituciones hizo enormes negocios con estos empresarios. Un matrimonio que arruinó a la nación con base en tres cosas: la sobrevaluación de la moneda; la destrucción del agro, la industria y el comercio formal por la gigantesca sobrevaluación que en efecto protegía la industria y el agro extranjero y destruía la competitividad del agro y de las industrias internas, y tercero una emisión de dinero inorgánico extrema y gigante que tarde o temprano causaría inflación, relacionada con la conversión del Banco Central de Venezuela en una especie de banca de segunda piso que después de reformar a sus estatutos podía comprar pagarés y prestar dinero fundamentalmente a Pdvsa para pagar nómina e inyectar dinero totalmente artificial, capital ficticio como diría Marx en economía, que causaría la inflación poco a poco.
La crisis también se debe a la baratura de los servicios y de las empresas recuperadas que fueron hechas y construidas para distribuir y no para ser rentables. El ejemplo clásico es el de la gasolina. Si Pdvsa hubiera cobrado el medio dólar por litro que está cobrando ahorita en las estaciones de servicio que llama de «precio internacional», entre el 99 y mediados de 2020 hubiera tenido ingresos de 185.000 millones de dólares, el equivalente a 30 veces las reservas internacionales que tenemos ahora. Pero lamentablemente no se tiene nada.
El hiperrentismo no ahorró absolutamente nada y gastó todo lo que se ingresó en Venezuela. Por exportaciones ingresaron cerca de un trillón de dólares entre 1999 y 2015, eso es el equivalente a 10 planes Marshall a precio del año 2000. Con el plan Marshall en 1945 se reconstruyeron prácticamente 16 países de la segunda guerra mundial y Venezuela tuvo un ingreso relativo a 10 planes Marshall para convertir a Venezuela en un paraíso y no se hizo.
Toda la crisis es previa a las sanciones, es anterior a las sanciones, y lo que han hecho, en lo que me diferencio yo con otros economistas amigos, es profundizar gravemente la crisis. Las sanciones se han aplicado a una economía muy débil, renqueante, dolida, golpeada, hostigada y arruinada, y tienen un efecto muy nocivo y doloroso sobre la economía. Impiden su recuperación, su avance y dificultan mucho más el proceder económico. Por eso estoy totalmente en contra de las sanciones, creo que deberían eliminarse por completo, pero no son las causantes de la crisis, que con o sin sanciones se iba a desarrollar de manera inexorable.
– La vicepresidenta Delcy Rodríguez dijo el pasado 2 de febrero que la agresión al país inició en 2013, cuando aseguró que se cortaron los flujos de financiamiento a Venezuela. ¿Cuándo en realidad se aplicaron las primeras sanciones y cuáles fueron?
-No, no es cierto que desde 2013 Venezuela sufre alguna presión económica real.
Las primeras sanciones que el país sufre realmente se aplicaron en agosto de 2017. Impedían la renegociación de la deuda de Pdvsa y de la deuda de la República con bonistas estadounidenses y dificultaban mucho la reestructuración de la deuda, prácticamente la impedían. Prohibían que Pdvsa y el país pudieran decirles a los bonistas cómo y cuándo pagarles. Eso se debió más que todo a una especie de default selectivo y a imposiciones de pago reestructurado sin consulta que había hecho Pdvsa y el Estado en algunos bonos los cuales a mediados de 2017 ya no había cómo cubrirlos de manera solvente.
Esas sanciones fueron unos meses antes de la declaración de default definitiva del país, que fue en noviembre, y que ya prácticamente era un hecho cantado y era algo que se esperaba por todos. Entonces no es cierto que en 2013 haya habido un cierre de flujos hacia Venezuela. En 2014 y 2015 todavía se emitieron bonos, pero ya en 2015 la deuda de Venezuela era muy mala, era muy caro endeudarse, y ya prácticamente era imposible vender un bono de la deuda venezolana, pero no por un castigo político sino porque se preveía que Venezuela iba a caer en default, como cayó efectivamente en 2017, ya que en 2016 estaba en default selectivo postergando pagos y haciendo prórrogas para pagar capital y amortizar capital prorrateado.
– ¿Qué país teníamos en ese momento cuando se aplicaron las primeras sanciones y cuál tenemos ahora?
-Cuando las primeras sanciones financieras atacan al país, en agosto de 2017, ya el PIB había caído cerca de 30%. Eso ya hacía la crisis venezolana una de las más fuertes en la historia de América Latina, después de lo sucedido con Nicaragua en la primera fase del sandinismo y algo parecido a lo que había sucedido en el período especial cubano luego de la caída de la URSS en 1991.
Ya Venezuela estaba entre los peores resultados económicos en la historia de América Latina cuando vienen las sanciones. Estaba en un momento muy difícil y duro. Había una escasez muy fuerte, muy poca capacidad de importación privada, una especie de depresión económica en la inversión privada y una muy poca oferta de bienes y servicios. Ya había un salario muy bajo, que si mal no recuerdo era de siete u ocho dólares aproximadamente, y todavía se mantenían algunos servicios públicos como la gasolina de manera abundante y barata… Barata no, gratuita.
En la actualidad la economía está mucho más rota y destruida. Ha caído un 90%, pero hay una economía subterránea muy fuerte que empezó a construir edificios de lujo, bodegones, empieza a hacer negocios por un lado y por el otro, y ya debe ser muchísimo más grande que la economía formal.
Se han volcado hacia el sector privado las necesidades de inversión y el sector privado ha respondido invirtiendo en algunos ámbitos muy agotados. Parece ser que se está saliendo un poco de la depresión. Hay perspectivas de poder empezar a hablar de una recuperación leve de la economía aunque no haya cambio político y aunque las mesas de negociaciones y diálogo no fructifiquen como deberían si hay posibilidad de aflojar las sanciones y suavizar un poco el castigo al país.
– Nicolás Maduro dijo en su Memoria y Cuenta ante la Asamblea Nacional oficialista que el Estado «ha perdido el 99% de los recursos que ingresan al país» por el «bloqueo». ¿Realmente cómo las sanciones afectaron a la que era la principal generadora de divisas de Venezuela, Pdvsa? ¿Y cómo la crisis petrolera agravada por las sanciones puede afectar a los venezolanos si expertos han sostenido que los recursos obtenidos por las exportaciones petroleras eran usados fundamentalmente para financiar la revolución?
-Es imposible que el ingreso haya caído 99%, eso no tiene sentido, ninguna lógica económica ni relación con la verdad contable o con ninguna cuenta nacional. Eso es francamente imposible. Lo que sí es que ha caído muchísimo y podemos estar hablando de una caída del ingreso de más de 80%, pero hay mucha dificultad para obtener información real y de primera mano de lo que se vende de petróleo, cómo se vende y el precio y lo que va al mercado interno.
Si algo han hecho las sanciones es dificultar de manera extrema la exportación de petróleo, la importación de gasolina, la compra de diésel, la compra de componentes para gasolina, la compra de petróleo liviano para mezclar el petróleo pesado y extrapesado, y ha dificultado de manera trágica la obtención de divisas, que servían fundamentalmente para importación nacional.
Si bien es cierto que había corrupción antes de las sanciones, con las sanciones la corrupción se multiplica porque se obliga a realizar mecanismos completamente oscuros para la venta y comercialización de hidrocarburos y se incluyen triangulaciones. Por ejemplo, si Pdvsa quiere vender a otra empresa transnacional petróleo debería registrar eso de una manera formal, pero como no puede hacerlo porque las sanciones lo impiden y castigaría a la empresa que compra, entonces busca triangulaciones de compra y reventa con empresas de reputación baja que ofrecen precios más bajos, compran el petróleo a un precio menor, navegan con sus transmisores apagados, tienen banderas de países que son paraísos fiscales y prácticamente se teje una red de cuasi piratería que afecta gravemente los ingresos del país.
Creo que gran parte de lo que sucede se pudo haber evitado con un proceso amplio de negociación, con un proceso de amplitud democrática y política profundo, y tercero ahorrando dinero suficiente como para soportar la caída en la producción petrolera en algunos pozos que estaban vencidos o ya tenían cierto vencimiento, y por el efecto de la caída en los niveles de precios. Si Pdvsa hubiera ahorrado más o menos el 30% de sus ingresos, el país tuviera cerca de 300.000 millones de dólares en reservas internacionales. Eso es el equivalente a 50 veces las reservas internacionales que se tienen ahora.
Lamentablemente no se ahorró nada. Se despilfarró la renta petrolera. Venezuela fue el país con mayor fuga de capitales en el mundo y aparte de no ahorrarse nada se endeudó a tasas muy negativas y se pusieron como garantía activos tan valiosos como Citgo.
Las sanciones afectaron terriblemente a Citgo. Citgo fue confiscada, capturada y divorciada de Pdvsa y le quitó un montón de posibilidades de negociación de colocación de petróleo, de posibilidades de exportación, de comprar componentes para hacer gasolina, de comprar gasolina terminada, de hacer miles de cosas y recibir millones de dólares. Estas posibilidades fueron cercenadas por la captura de Citgo, también por la captura de Monómeros y por la persecución completamente ilegal y pirata de barcos que están vendiendo petróleo a otras empresas que no sean estadounidenses. Eso es realmente un horror y una vergüenza para el derecho mundial y para el derecho internacional.
Soy partidario de eliminar todas esas sanciones y buscar un esquema en el cual se intercambie petróleo por alimentos, que el petróleo que se pueda vender pueda servir para importar vacunas, traer medicinas, dotar hospitales y ayudar al sector hospitalario, ofrecer bonos a los trabajadores de primera línea de sectores prioritarios. Hay muchas cosas que se pueden hacer.
Pero lamentablemente ni la comunidad internacional ni el liderazgo de oposición mediático que apoya el grupo que estaba en el Parlamento previamente y tampoco el gobierno nacional tienen voluntades políticas suficientes como para emprender un cambio, entender la profundidad de la crisis y hacer políticas que ataquen los flagelos sociales más importantes.
– ¿Concretamente cómo han afectado las sanciones a los venezolanos? ¿Qué impacto han tenido las sanciones en los derechos humanos de los venezolanos? Si puede dar ejemplos, por favor.
-Las sanciones han afectado terriblemente la economía nacional, pero no son la causante de la crisis. Ellas simplemente agravan una crisis previa, impiden la comercialización de petróleo y dificultan mucho la importación de cualquier cosa.
Si bien es cierto que hay licencias generales que favorecen o eximen a la importación de alimentos y medicinas de las sanciones, el problema fundamental es primero cómo generas dinero para poder hacer esa importación si no te dejan exportar tus productos, si Pdvsa no puede colocar petróleo en el extranjero, no puede tener divisas como para importar los tres rubros fundamentales que están abiertos, que son alimentos, medicinas y ropa para aliviar la crisis humanitaria.
El segundo es que necesitas corresponsales financieros estadounidenses, europeos o de carácter internacional que puedan hacerte las transacciones internacionales en correduría de pagos, no vas a ir con un maletín a comprar unas vacunas a un laboratorio. Esas son transacciones financieras que ningún banco y ninguna institución se presta hacer porque serían relacionadas con el presidente Maduro y dirían que son instituciones que están violentando las normas estadounidenses o que están ayudando a un enemigo de Estados Unidos. Y por eso existe lo que se llama el sobrecumplimiento de las sanciones, que afecta terriblemente también las posibilidades de importación, exportación y manejo. Eso también incluye al sector privado nacional, que se ha visto perseguido u hostigado también por las sanciones porque muchos bancos no quieren realizar investigaciones costosas para ver si son testaferros del gobierno o no y por eso les cierran las cuentas, les impiden negocios, les cierran locales y eso hace que muchas empresas tengan que irse a Panamá e incurrir en costos adicionales y un montón de problemas graves.
En todos los países sucede que las sanciones no afectan personalmente a los políticos en el poder sino que afectan a los sectores más vulnerables de la sociedad, como mujeres solteras con hijos, personas con discapacidad, personas con enfermedades de tratamientos elevados, las personas más vulnerables. Las personas con menos ingresos son las que más sufren los efectos de las sanciones por cascada ya que la élite política siempre tiene testaferros, grupos fantasmas donde pueden lavar, blanquear y mover sus capitales de manera fantasma.
Las sanciones son un desastre y una vergüenza que vulneran los derechos humanos.
– ¿Cómo en medio de unas sanciones han ocurrido fenómenos como la proliferación de los bodegones, la masificación de la oferta de productos importados en comercios tradicionales y la apertura de nuevos lujosos establecimientos?
-Hay un despertar desde hace un año y medio, dos quizás, de la inversión privada nacional. Hay grupos que de alguna manera, vivían de negocios relativos a la corrupción estatal donde medraban renta. Pero como ya no hay renta petrolera, casi extinta, y los ingresos petroleros son bajísimos y no hay el negocio de la importación fraudulenta porque hay, en la práctica, una especie de libre cambio, un poco distorsionado por una dolarización informal desastrosa, entonces el negocio más lucrativo del mundo cesó y muchos empresarios y muchas personas que habían tenido grandes vinculaciones con personeros estatales o incluso personeros estatales directamente están utilizando sus capitales para la inversión local. También porque les cuesta más sacar el dinero e invertir afuera por muchos factores, entre ellos las persecuciones que se están dando de buscar a los corruptos que están afiliados a las élites de poder.
Todo eso ha hecho un cóctel en el cual se están presionando al gobierno para que elimine impuestos a la importación, elimine tributos y aranceles y estos empresarios puedan colocar bodegones, tiendas, construir oficinas, edificios de lujo y trabajar con costos operativos muy bajos, porque muchos servicios todavía son muy bajos y puedan suplir una demanda pequeña pero aún significativa dada la magnitud de los negocios actuales.
Como la producción nacional ha caído mucho, ha habido una importación muy fuerte que ha cubierto a los sectores de una manera extremadamente costosa pero que llega a un público con un poder adquisitivo importante que viene de negocios propios, ahorros propios, remesas y también que tiene que ver con contrabando y corrupción.
Es un cóctel de economía subterránea muy grande, en el cual hay muchos empresarios que se están aprovechando de eso, están invirtiendo, empresarios deshonestos y empresarios honestos, quienes, de alguna manera, están buscando aprovechar los espacios dejados por otras empresas tradicionales y tomar esos mercados con éxito. Por eso hay muchas personas que, en comparación con el año 2015 y 2016, están viendo las oportunidades de no solamente emprender sino invertir, sobre todo en esta situación de pandemia mundial y de dificultades internacionales.
Las sanciones no afectan a estas personas porque son personas privadas que tienen empresas también en el extranjero y conectan la importación door to door (puerta a puerta) de mercancías terminadas en áreas como electrodomésticos, ropa, calzado y alimentos. Esas áreas de alguna manera sortean un poco las sanciones. También hay un trabajo comercial muy fuerte con países aliados al régimen, como Irán, Turquía, Rusia y China, donde también se hacen triangulaciones y se hacen compras desde esos países a Estados Unidos y de Estados Unidos para acá. Eso también hace que se sorteen las sanciones, pero hace que los productos sean muy costosos y completamente inaccesibles para la gran cantidad de obreros que devengan salarios miserables, salarios que son una fracción de lo que gana un obrero boliviano, uruguayo o ecuatoriano.
– ¿Esto se puede sostener en el tiempo?
– Debería de alguna manera sostenerse en el mediano y corto plazo porque el país ha caído muchísimo, y en esta caída enorme hay muchas posibilidades de crecer por lo severo de la caída anterior, por la posibilidad de un rebote importante solamente con abrir una tienda o prender una máquina. Puede haber una recuperación sensible si el gobierno entiende la necesidad de escuchar a sectores sindicales, gremiales, empresariales, de la academia y decide flexibilizar, abrir y ofrecer alternativas para dar un impulso a la economía real y olvidarse de recetas mágicas que son completamente delirantes y que han fracasado una y mil veces.
– ¿Por qué no se ha cumplido el objetivo trazado de «liberar» a Venezuela a punta de sanciones?
-Las sanciones fueron un disparate y un desastre en Cuba, han fracasado estrepitosamente y en prácticamente ningún país del mundo han servido para derrocar a un gobierno que se considera por Estados Unidos como enemigo.
Las sanciones servirían en países como Catar, que tiene una gran clase adinerada, que tiene intereses en clubes, inversiones en empresas como Mercedes-Benz, y amenazándoles esos activos o tomarles esos activos pudieran tener una herramienta de presión muy fuerte contra esos gobiernos que responden a esas élites económicas. Ahí de verdad pudieran ser muy efectivas las sanciones para que EEUU imponga su interés particular y su voluntad dictatorial por encima de los intereses de otros países.
En el caso venezolano, salvo Citgo que es una gran empresa y salvo algunos venezolanos que tienen pequeños capitales en el extranjero, no hay nada parecido a lo que puedan tener en países como Catar. No hay formas para presionar realmente a una élite empresarial porque la élite empresarial venezolana ha sido devastada y destruida por las políticas económicas del Estado, y los que se han ido ya no tienen casi relación con Venezuela, no es algo que se pueda someter a amenaza de embargo.
Lo que hacen las sanciones en países como este es aumentar la pobreza, aumentar la miseria y aumentar las dificultades económicas de la población más pobre.
Eso hace que gobiernos de izquierda o que se dicen de izquierda levanten programas de solidaridad y tengan excusas ideológicas para escudar sus malos procederes administrativos su mala gestión. Las sanciones les dan una excusa maravillosa para decir que son países que luchan contra el imperio y les crean una épica y un cuento bastante útil para su objetivo ideológico. Desvían la atención de la crisis hacia las sanciones.
Además, es un acto de crueldad extremo aplicarle más castigos y más azotes a una economía ya destruida previamente y que más bien necesita urgentemente ayuda humanitaria. En Venezuela no hay que sancionar nada sino más bien hay que ayudar humanitariamente a millones de personas que lo necesitan, que no tienen agua, luz, gas, servicios públicos mínimos como el transporte, un país que no tiene dinero en efectivo, no tiene dinero para comprar lo mínimo, que tiene un salario de dos dólares mensuales en la administración pública y donde millones de pensionados cobran un dólar al mes.
En un país como este más bien hay que hacer una ayuda humanitaria muy fuerte, grande y sólida, y esa ayuda no se ha hecho. No se ha hecho prácticamente nada ni se ha dado ningún programa de cierta importancia y profundidad, más allá de vergonzosas ollas populares donde van 30 cámaras de televisión a filmar la repartición de sopa para 20 personas.
Hay que ver la necesidad real de las personas que en hospitales están falleciendo por no tener una medicina de cinco dólares y hay que urgentemente plantear un gran acuerdo político, humanitario y económico. Dejar de lado los intereses politiqueros, proselitistas y particulares y enfocarse en ese gran acuerdo que permita atajar, con un plan de emergencia humanitaria y de salvación económica, la enorme crisis humanitaria que tiene el país y que amenaza con forzar a otros millones de personas más a salir del país de manera muy precaria y dolorosa.