¿Cuál es el impacto social y emocional de la crisis venezolana? Esa fue una de las preguntas que nos hizo acercarnos a Mireya Lozada, Coordinadora del área de psicología política de la Universidad Central de Venezuela, doctora en psicología y animadora del grupo de opinión “Aquí Cabemos Todos”, uno de los promotores del evento “Venezuela no se rinde”, del pasado 6 de marzo de 2018.

-¿Cómo caracteriza usted este momento, teniendo en cuenta el protagonismo de los movimientos sociales luego del evento “Venezuela no se rinde” realizado en el Aula Magna?

Creo que los sectores sociales de distintos niveles socioeconómicos, culturales etc. presentan características diferenciadas, diferenciadas en relación a sus búsquedas, a sus necesidades en esta situación de precariedad socioeconómica y de incertidumbre, pero tienen un aspecto que es común y es la incertidumbre de la pregunta ¿qué va a pasar? Esa pregunta es común en cualquier sector de la sociedad, la escuchas en las colas para compra de alimentos, en sectores académicos, la escuchas en la familia. Creo que es una sensación de agotamiento, angustia y temor, que afecta la vida cotidiana, porque es una sensación de que esto no se resiste porque esto es insostenible e insoportable, porque desde el punto de vista de la resistencia psíquica y física esta va quebrándose.

-¿Pudiera uno pensar que eso es una estrategia? ¿Buscar que las personas se resignen, se desmovilicen?

Fíjate la población resiste y trata de sobrevivir en esta prolongada agonía con la esperanza de “que pase algo”. Y no es que sea algo mágico, sino que pase algo que acabe de una vez con eso, incluso pensando en una tragedia, en una situación que puede ser violenta. No es como se comenta, desde hace algunos años, un desborde social como El Caracazo, creo que no necesariamente se produzca un desborde social, es más bien que ocurra algo que quiebre esta situación. Ahora cuando nos preguntamos ¿por qué no ocurre? Creo que está ocurriendo, todos los días hay manifestaciones, hay situaciones de confrontación, hay personas que están siendo detenidas, personas que protestan, gente que muere, es decir todo el tiempo están ocurriendo cosas y fracturas, confrontaciones en todo el país.

-Pero no de manera articulada, como fueron las protestas del año pasado

No de manera articulada, pero tampoco nos enteramos mucho por todo el bloqueo comunicacional y porque los medios no lo transmiten o en todo caso cuando se empieza a transmitir eso también se regula, se limita el acceso a la difusión y acceso a la información de ese malestar social. Eso es una política clara, con intencionalidad por parte del gobierno.

LA POBLACIÓN Y LA CRISIS

-¿Cómo está enfrentando la población las diferentes situaciones adversas?

El venezolano está sobreviviendo a la crisis de distintas maneras, buscando atajos, resolver aquí, compensar más allá. Busca sustituir unos alimentos por otros, entre otras estrategias. Por su supuesto eso tiene consecuencias en su salud.

-¿Y cómo le afecta a la población desde el punto de vista psicológico, anímico, espiritual?

Tiene consecuencias. Desde los niveles de frustración que puede sentir un padre o madre de familia al tener un salario insuficiente para poder sostener a su familia, donde no puede ni siquiera pagar el pasaje del transporte para que sus hijos vayan a la escuela. Aparte de la frustración, también hay dolor, que va afectando su emocionalidad, ya que siente mucha rabia y también se siente impotente. Eso está allí, ese malestar se acumula, no sólo a través de sentir la dominación a la que se ve expuesto producto de la carencia, eso se ve mucho en los sectores más pobres y excluidos del bienestar, en distintos grados dependiendo de cada sector social con sus particularidades. La situación en Caracas es distinta que en el interior del país, igualmente dentro de Caracas también hay diferencias dependiendo del sector donde se vive. En ese sentido al estar ocupado en la sobrevivencia y buscando resolver las necesidades más básicas, pudiera pensarse que no hay ánimos de reclamar por esa situación, sin embargo las personas protestan. Existe una realidad: el Estado fue saqueado, en consecuencia los programas sociales no están funcionando, la institucionalidad está desmantelada, la partidización del Estado generó esa precariedad, pero no esa exclusivamente la razón. Por otro lado es innegable una intencionalidad de control social y represión, voceros del gobierno lo han dicho de manera clara y directa.

-Entonces tenemos a un venezolano que no importando su estrato social, siente frustración, rabia, dolor, miedo, indignación…

Y esos factores que están allí y van tomando mayor relevancia en favor de la situación que cada quien confronta. Por otro lado, desde el punto de vista psicológico, hay otro factor que preocupa muchísimo y es la negación por parte del sector oficial, de la realidad que se vive que no existe a sus ojos y esa negación supone un riesgo desde el punto de vista social. Si se niega esa realidad, no la atiende, no busca resolver esos problemas, sigue en la visión ideal, en un discurso que alimenta su propia narrativa, su propia retórica, en los conductores del país y definen las líneas de gobierno, es sumamente peligroso.

-¿Consideras que hay un sector importante de la población que también pudiera estar en esa negación?

Hay diferentes sectores sociales y políticos que están en esa negación. Los cercanos o afines al gobierno están en esa negación, incluso tratando de justificar, por diferentes razones, esa realidad. Pero también hay otro sector, no afín o en contra del gobierno, que no parece que también la niega y no está conectado con esa realidad. El país está exigiendo respuesta de los líderes, de un programa político, de acciones que no se están adelantando. Me parece que esto que vivimos nos sigue sorprendiendo. Veníamos de una democracia sospechosa, maltrecha, con déficits, que había descuidado y excluido a un sector importante de la población, sin embargo esa democracia dejó referentes muy claros desde el punto de vista de políticas públicas, de infraestructura, de programas en materia de educación, de salud etc… entonces a esas generaciones que creció bajo esas parámetros, nos sigue sorprendiendo las acciones que van en contra de la institucionalidad democrática y se siguen adelantando iniciativas enmarcadas en un modelo político que ya no existe.

Este modelo, que aún no sabemos muy bien como es, que tiene definiciones como neo autoritarismo, dictadura, no les permite tener líneas claras de acción. Seguimos apegados a algo que ya no existe, en el liderazgo político se nota, siguen basados en esos modelos y han desentendido el sufrimiento de la gente. Este tiempo de tanta anomia, de tanto desorden, de tanta desinstitucionalización, pero también de control autoritario y de cooptación de la voluntad de la gente a través de múltiples y sofisticados mecanismos, ha impedido estrategias para resistirlo y que se generen mecanismos alternativos de organización popular. El uso de los símbolos ha sido fundamental en este tiempo, ha sido el control de las mentes y  los corazones, vía discurso, vía retórica. Una de las cosas más graves ha sido la utilización de lo popular, cuando se está negando simultáneamente lo popular y se atenta contra su dignidad. El uso de bonos, el otorgamiento de prebendas populistas y la uso clientelar de los recursos del Estado en el apoyo a un grupo político es grotesco y muy grave.

-¿Qué recomendación le podría hacer a la población para resistir?

Hay procesos de reparación social que hay que emprender, algunos se están dando de manera espontánea. Venezuela, a pesar de esta crisis, a pesar de esta fractura social, a pesar de la fragmentación que se ha dado en el tejido social, de todas maneras, sigue apostando a la convivencia. La gente busca mecanismo alternos y estrategias que tienen que ver con nuestros referentes culturales y eso tiene que ver con el humor, eso no quiere decir que no hayan personas que se ven más afectados y presenten síntomas como el insomnio u oros síntomas físicos o psíquicos, pero la población se junta, comparte y la sobrevivencia va a ajustándose en medio de la crisis, con las limitaciones que ella supone. Uno de los mecanismos más hermosos en este contexto es la solidaridad y apoyo mutuo. Creo también que la gente se está acompañando mucho desde el punto de vista emocional, creo que el reconocernos todos ha sido un síntoma propio de este tiempo.

LAS ORGANIZACIONES SOCIALES Y LA CRISIS

-¿Qué papel deberían jugar las organizaciones sociales en este momento, teniendo en cuenta esa realidad?

Creo que deben ser parte de esta vivencia para ver que estrategias pueden desarrollar conjuntamente para lidiar con la crisis. Hay grupos que se organizan para comprar al mayor y luego se distribuyen lo comprado; hay empresas que han flexibilizado los horarios de trabajo; hay instituciones como la Iglesia en muchas regiones del país que están ofreciendo una comida diaria y eso es con la participación de la gente. Esto me parece que ha permitido la sensibilización hacia el dolor ajeno, en ese sentido estamos aprendiendo y fortaleciendo nuestros vínculos, en la medida que nos juntemos y nos acompañemos en el sufrimiento, en la búsqueda de alternativas, eso va a ser la base donde se apoyen todos los procesos de reconstrucción que nos toca para el futuro. Esa construcción de una ciudadanía en tránsito como la llamo, hacia una mayor conciencia social, la defensa del bienestar colectivo y la defensa del espacio común, un ámbito en el cual fuimos tremendamente negligentes, nos va a llevar finalmente a alcanzar la meta. Eso lleva en su interior la esperanza y una certeza de que finalmente vamos a lograr esa libertad y esa fuerza se está construyendo.

“Es la búsqueda de la salida a la crisis de destrucción institucional y moral del país, apostando a lo común, lo importante es la defensa de nuestra casa: Venezuela”

-¿Esa construcción de solidaridad frente a la crisis pudiera llevar al acercamiento de sectores antagónicos en defensa de objetivos comunes?

Las consecuencias de la polarización y la híper representación mediática que ha tenido la polarización en estos años generó una falsa idea. En los sectores populares la gente convive, con sus visiones distintas, teniendo cuidado quizá con algunas personas más “radicales”. Esa visión polarizada no es la visión extendida del país, la gente convive con sus diferencias y cada quien sabe lo que el otro piensa, eso no quiere decir que no le genere ruido hacia ciertas posturas, sin embargo eso no lleva necesariamente a un enfrentamiento, ni a una distancia insalvable, más bien esta situación iguala en cuanto a humanos, frente a la carencia y con necesidad de resolver. En este momento me parece que no son dos sectores políticos enfrentados, más bien pienso que es más bien la población frente al Estado. Esa planta que va echando raíces va a emerger con mucha fuerza y con ramas frondosas se va a extender y va a dejar caer sus frutos en una tierra abonada con el dolor y el sufrimiento, pero también con el esfuerzo de la gente.

El evento realizado el 6 de marzo que se llamó “Venezuela unida no se rinde, esto tiene que cambiar” me permitió ver llegando gente que al final llenó el Aula Magna de la UCV, que para nosotros es un referente simbólico muy poderoso, encontrándose, gente diversa que ahí participaron, académicos, profesionales, organizaciones gremiales, sindicatos, familiares de víctimas de la represión, vecinos,  fue un acto inclusivo, plural y respetuoso, en la casa que vence las sombras, abrazados en esa búsqueda de la salida a la crisis de destrucción institucional y moral del país, apostando a lo común, donde nadie buscó apropiarse del espacio, ni instrumentalizó eso para una campaña personal, lo importante fue la defensa de nuestra casa: Venezuela.


Luis Silva / Especial para Provea