El director general de la Asociación Civil Convite, Luis Francisco Cabezas, reclama una refundación del sistema de seguridad social para incluir a los adultos mayores en una agenda de desarrollo del país. Considera que el aumento de las pensiones, anunciado por el Ejecutivo, apenas alcanza para «la mitad de un canasta de sobrevivencia». En los últimos ocho años, precisa, la capacidad adquisitiva de la pensión respecto de la canasta básica cayó del 96% a menos del 1%


Promover una sociedad para todas las edades, donde nadie sea dejado atrás o discriminado por razones de edad y donde tener 60 o 70 años no se convierta en carta de olvido o retiro obligado, que convierta en una especie de fantasma a quien nadie le consulta, es el objetivo que se ha planteado la Asociación Civil Convite desde su fundación hace 15 años.

Su director general, Luis Francisco Cabezas, asegura que en Venezuela es urgente reconstituir un nuevo pacto social donde valoremos a cada persona indistintamente de su edad y en cada momento cronológico de su vida se respeten sus derechos.

«Venezuela es uno de los peores países para envejecer en el continente y donde el trato para los adultos mayores es discriminatorio, no solo desde el propio gobierno sino como sociedad. Debemos avanzar hacia una sociedad para todas las edades, que cada persona independientemente del ciclo de la vida donde esté no debe ser discriminada; que tener 65 años no le convierte en una especie de paria social», expresó Luis Francisco Cabezas, quien considera que se impone establecer en el país un pacto intergeneracional.

Explica que los adultos mayores en Venezuela suman cuatro millones de personas.

«No puedes pensar un modelo de desarrollo con ese número dejado atrás. Todavía muchos pueden aportar, a muchos a quienes se les pregunta, dicen que no quieren retirarse. Creo que es necesario un rediseño de las políticas públicas para el adulto mayor. Tienes un capital de experiencia y práctica, pero en ente rector, que es el Inass (Instituto Nacional de Servicios Sociales) no hay información orientada a los adultos mayores, cómo levantarse de la cama para evitar caídas o ejercicios de respiración».

—¿Cuál es la situación actual de los adultos mayores?

—En Venezuela no hay seguridad social. Hablarles de pensión a los adultos mayores les produce risa, rabia. La seguridad social es una especie de colchón, una protección que los Estados con sistemas de bienestar diseñaron para tener capacidad de atender en emergencias, contingencias, enfermedad, pero en Venezuela ni protege ni te cuida ni te salva; se circunscribe a la pensión y hay que resaltar que la vida no es solo comer.

La calidad de vida es tener acceso, por ejemplo, al sistema de salud, tener la tranquilidad de que si me llegara a enfermar voy a llegar a un lugar donde pueda ser atendido. La peor causa de desasosiego que tienen los venezolanos hoy es el enfermarse. ¿Quién me va atender? ¿Con qué voy a pagar los tratamientos? Pero también acceso a la recreación, medios de vida, anteojos, fisioterapia. En Venezuela no existe nada de eso, fue desmantelado.

Resalta Luis Francisco Cabezas que hace ocho años, aproximadamente, la pensión podía cubrir 96% de la canasta alimentaria, pero actualmente no cubre ni el 1%. «La pensión no tiene un peso para la vida de las personas. A ello hay que sumarle que tenemos una hiperinflación terrible».

En su opinión, un logro del que el actual gobierno puede alardear con realidad y certeza, como es el hecho de haber incrementado la cobertura de pensionados —que en el país alcanza a un 95% de quienes están en edad pensionable—, realmente es algo que no vale porque el pago que se recibe es irrelevante.

—¿Qué opinión le merece el aumento a medio petro, unos $28 del salario mínimo y las pensiones?

—Todo aumento es justo, pero este es insuficiente si tomamos en cuenta que la canasta alimentaria de sobrevivencia es de $50. Te están garantizando la mitad de una canasta de sobrevivencia, pero cada vez que hacen un aumento viene un proceso de inflación y los precios han subido al doble. Además, cada aumento de estos —que son una alegría de tísico para muchos— no corresponden a las capacidades productivas del país sino a la capacidad de imprimir dinero; entonces, vamos a tener un juego de tratar de morderse la cola. A los tres días lo que costaba Bs.10 costará Bs.25. Los salarios no garantizan tener una existencia mínima. Si no hay aumento de la producción vamos a tener la misma espiral.

El Estado promueve empleo informal

—Usted ha hablado de la necesidad de implementar políticas públicas para los adultos mayores, ¿cuáles son las que se requieren?

—Hay que pensar en el sistema de seguridad social. Venezuela es un país en el que estamos en transición demográfica. El país joven que éramos ya no lo somos, el número de personas mayores es cada vez más grande. Hay que pensar en cómo vamos a envejecer, se requiere un estudio demográfico. La agenda de desarrollo deberá retomarse en algún momento y si no sabemos cómo envejece nuestra población no sabemos con quiénes vamos a contar.

Hay que refundar el sistema de seguridad social, que se sustenta con los aportes de la población activa, pero estamos en un país donde hay unos niveles elevadísimos de empleo informal. El propio Estado promueve este tipo de prácticas, como Chamba Juvenil, donde se trabaja por bolsas de comida.

Hay que sumar, diseñar políticas públicas orientadas al suministro de medicinas. Los medicamentos para la tensión arterial deberían ser subsidiadas. Para muchos hay crecientes dificultades para costear medicinas. Mucho adulto mayor vive solo. Una política debería identificar adultos mayores que quedaron cuidando a nietos o están solos y ejecutar programas para garantizar sustento, medicinas, suplementos nutricionales.

Se discute una ley en la Asamblea Nacional para el adulto mayor. Enunciativamente no está mal, habla a grandes rasgos de lo que se necesitaría. Hay que avanzar en esto, pero una ley hay que convertirla en hechos, en políticas públicas. No basta una bonita ley, es solo un marco regulatorio si no se materializan políticas públicas y para eso hace falta voluntad política.

Derechos vulnerados

—Para el 9 de marzo están programadas varias marchas en diferentes ciudades del país por parte de los adultos mayores hacia las sedes del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, ¿cuáles son los objetivos y cuáles pueden ser los logros?

—La protesta es un derecho constitucional. He acompañado algunas protestas del comité de pensionados, como persona que valora y respeta la lucha del mismo. Una de las cosas que debe mantenerse es la reivindicación social. Ninguna de las grandes conquistas sociales —como que las mujeres o los analfabetas pudieran votar— han sido producto de quedarse sentados, sino producto de luchas de largo aliento. Deben seguir en su lucha, sobre todo en un Estado que poco garantiza derechos a las personas, especialmente a los adultos mayores. Valoro que haya movimientos sociales que tengan una narrativa y una acción reivindicativa.

—¿Cuáles son los derechos sociales más vulnerados a los adultos mayores?

—El de la salud y el de la vida. Hemos reflejado en los informes de los últimos cinco años cómo adultos mayores cada vez más son objeto de violencia, incluso en sus propios hogares. En el Informe de 2021 se vio que los victimarios, mayormente, son personas allegadas. Nuestros adultos mayores están alimentándose mal, comen ocumo, papa, yuca, pero no tienen acceso a proteínas.

Tres cuartas partes de los entrevistados manifestaron que su vida depende de terceros, es un vacío enorme de protección. ¿Qué pasa si ese tercero pierde su empleo o muere? Esa persona pierde su sustento. Entonces, alimentación, salud, vida, pero sobre todo el derecho a decidir, a tener voz, porque no se les consulta. En el marco de la respuesta humanitaria por la pandemia no hay trato diferenciado para adultos mayores. Hoy todo se mueve por las redes, ¿qué pasa con adultos mayores que no manejan esas herramientas tecnológicas o viven en zonas rurales para conocer sobre las acciones que se hacen?