Cerca de catorce millones de personas en Centroamérica y Venezuela ya padecían hambre antes del COVID-19. Hoy, con el aumento de personas en inseguridad alimentaria y nutricional moderada o severa, sus condiciones son más preocupantes. Sin una alimentación suficiente ni balanceada, corren mayor riesgo de enfermarse; situación todavía más complicada para grupos con vulnerabilidades mayores. Este documento pone en relieve los obstáculos que enfrentan muchas mujeres cabezas de hogares pobres y grupos indígenas. Las medidas de cuarentena y aislamiento afectaron negativamente sus recursos y escasos ingresos para afrontar la crisis. Sin alternativas, tienen que decidir cada día entre salir a la calle a buscar qué comer o quedarse en sus casas por temor al COVID-19.
Las condiciones de desigualdad y desprotección en las que vivían antes de la pandemia dejan a estos grupos desproporcionadamente mal preparados para afrontar el contexto actual. En casa no tienen agua u otros servicios básicos para cumplir con las medidas básicas de higiene y prevención, o simplemente para poder cocinar. Sin ayuda humanitaria internacional suficiente y coordinada ni una respuesta estatal eficiente, estas poblaciones corren el riesgo de no sobrevivir, lo que exige respaldar la labor de las organizaciones locales que están brindando apoyo en la primera línea.
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Aquí lo que hay es hambre Oxfam Media Brief