La ULA, la casa que vence las sombras, lucha sin descanso, para sobrevivir

El 29 de marzo de 2021, la Universidad de Los Andes arribó a su 236 aniversario, en medio de la peor crisis económica, social y política de Venezuela, cuyas consecuencias se extienden hasta la casa de estudios superiores.

Hablar de la Universidad de Los Andes es hablar de Mérida, ya que se extiende de norte a sur y de este a oeste, es decir, ocupa todos los espacios físicos de la ciudad y ciertamente, es tal como lo dijo Mariano Picón Salas: “Mérida es una universidad con una ciudad por dentro”.

Autoridades universitarias

El equipo rectoral conformado por los Doctores Mario Bonucci Rossini (Rector), Manuel Aranguren R. (Vice-Rector Administrativo), Patricia Rosenzweig (Vice-Rectora Académica) y José María Andérez (Secretario), electos el 10 de septiembre de 2008, para ejercer sus cargos durante cuatro años, no obstante por decisión del Ejecutivo nacional, las elecciones rectorales, como las de los colegios profesionales y sindicatos de trabajadores, han sido suspendidas por tiempo indefinido, por lo tanto, hasta la presente el equipo rectoral tiene 13 años en el ejercicio de sus cargos.

El Consejo Universitario, como máximo organismo de decisión, está conformado por el Rector, quien lo preside, el Vicerrector Académico, Vicerrector Administrativo, Secretario, decanos de facultades, representantes de profesores (5), representantes estudiantiles (3), un representante de egresados y un representante del Ministerio de Educación Superior.

Distribución

La Universidad de Los Andes (ULA), comprende un área de 360 mil 719 metros cuadrados, distribuidos en los estados andinos: Táchira, Mérida y Trujillo, con extensiones de la Facultad de Medicina en Guanare (estado Portuguesa), Valle La Pascua (estado Guárico) y Barinas (estado Barinas) y los Núcleos Rafael Rangel (Trujillo); Pedro Rincón Gutiérrez (Táchira); Alberto Adriani (El Vigía) y Valle del Mocotíes (Tovar).

Estudios impartidos

Las Facultades que conforman la Universidad de Los Andes son: Arte; Arquitectura y Diseño Industrial; Ciencias; Ciencias Económicas y Sociales; Ciencias Forestales y Ambientales; Ciencias Jurídicas, Políticas y Criminológicas; Farmacia y Bioanálisis; Humanidades y Educación; Ingeniería; Medicina y Odontología. 

La Universidad de Los Andes ofrece 126 carreras de pregrado y 145 postgrados entre especialidades, maestrías y doctorados.

Problema

Incontables son los problemas que enfrenta la universidad andina, entre ellos: asfixia presupuestaria que ha incidido en el progresivo deterioro de la infraestructura universitaria; salarios de miseria que ha producido el fenómeno de la diáspora estudiantil, profesional y profesoral; inexistencia de beneficios sociales y de salud para los distintos sectores que hacen vida en la institución: profesores, trabajadores y estudiantes y finalmente atentados contra las instalaciones de la universidad.

Cerrada por la pandemia

El Consejo Universitario en su sesión del 16 de marzo de 2020, decidió suspender las actividades académicas, administrativas y docentes tras confirmarse la presencia de la COVID-19 en territorio nacional.

En esa oportunidad, el rector de la ULA publicó vía Twitter que, “Luego de la consulta respectiva, el Consejo universitario de la ULA suspende, hasta nuevo aviso, todas las actividades, tanto docente de pre y postgrado como administrativas. Aplican las excepciones de siempre”, es decir, el servicio médico (Camiula), laboratorios esenciales de las facultades, bomberos universitarios, bioterios, medios de comunicación, programas de estudios virtuales y carreras a distancia.

En los días y meses siguientes las puertas del Rectorado así como las Facultades, Escuelas y dependencias administrativas, fueron cerradas con sendos candados y con ello, el silencio, la tristeza, el abandono de los hijos y la herida a muerte de la Alma Mater, fue lo que reinó.

La ULA en manos de la delincuencia

Cerrada la institución y con la presencia esporádica del personal de vigilancia, el ambiente era propicio para el ingreso ilegal o violento a sus instalaciones.

Es así como el Observatorio de DDHH de la ULA (ODH-ULA), de acuerdo a monitoreo realizado, logró determinar que durante 2019 se registraron 34 incidentes de seguridad; en 2020 ocurrieron 59 y en 2021, entre enero y el 17 de octubre se han producido unos 67 casos de violencia en contra de la ULA. Estos incidentes se corresponden con robos, hurtos, actos de vandalismo e invasiones.

Entre las dependencias afectadas figuran los Núcleos del Táchira, Trujillo y Alberto Adriani, así como también las facultades de Ciencias, Arquitectura, Diseño Industrial, Medicina y Ciencias Forestales y Ambientales.

Otros organismos de carácter académico, administrativo y deportivo han sido violentadas por el hampa, entre ellas la Oficina de Atención Estudiantil (OFAE), la piscina América Bendito, la pista de atletismo La Hechicera, el complejo deportivo Ulpiano Cobos, la finca Judibana (El Vigía), el Instituto de Investigaciones Agropecuarias, el Centro de Investigaciones de Propiedad Intelectual, el complejo deportivo Lourdes, la Comisión Electoral y la Estación Experimental Caparo (Barinas).

Los delincuentes se han llevado computadoras, CPU, impresoras, plantas eléctricas, lavamanos, cámaras fotográficas y de video, teléfonos, tuberías y vehículos, entre otras cosas. Han roto puertas, ventanas, escritorios, pupitres y pizarrones. Adicionalmente, han desvalijado vehículos que se encontraban en los estacionamientos de algunas facultades. Han escrito consignas políticas y en contra de las autoridades universitarias, tanto en espacios públicos como dentro del recinto universitario.

Estos hechos violentos los han conocido los organismos de seguridad. Es así como el 29 de junio de 2021, la Delegación Municipal Mérida del Cicpc logró desarticular el grupo delictivo “los Yusmeiri”, mediante la aprehensión de sus siete integrantes, quienes tenían en su poder aditamentos de computación, entre ellos monitores, reguladores, teclados, planchas de laboratorio, mouses, dos regletas de conexión, 22 cables de computadoras, los cuales habían sustraído de la casa de estudio.

Por su parte, la Federación de Estudiantes Universitarios por los Derechos Humanos (FEDEHU) ha rechazado públicamente esta situación y ha señalado “que desde hace años el vandalismo está desvalijando, sin ninguna consecuencia, al Alma Mater andina, aumentando la crisis por la que atraviesa la misma”.

Daños en la infraestructura de la ULA

La inexistencia de recursos económicos destinados al mantenimiento de la infraestructura de la universidad, en todos los espacios geográficos de la ULA se observa el deterioro de techos y paredes producto de las lluvias y la ruptura de tuberías de aguas blancas y negras. 

Igualmente, en los pasillos de las facultades y escuelas solo se observa basura acumulada y en los jardines, el monte crece y tapa las fachadas sin embargo, algunas áreas de la universidad han sido limpiadas por los mismos estudiantes

Reinicio de actividades

El Consejo Universitario acordó el 4 de octubre del presente año, la reactivación a partir del 11 de octubre de sus actividades presenciales, de manera parcial y en semanas flexibles, de 8 am a 1 pm durante tres días a la semana.

Para el rector Mario Bonucci, “cada dependencia tiene sus propios problemas, aunados a los problemas comunes que enfrentan nuestros trabajadores, sin embargo, debo resaltar que en toda la institución se evidenció la voluntad para reactivar la universidad”.

“El 11 de octubre pasamos de una fase no presencial a una híbrida, lo cual es diferente a lo semipresencial, pues significa que pueden ver actividades no presenciales y semipresenciales, lo que no puede haber son actividades presenciales estrictamente, no puede haber un curso de 16 semanas que sea presencial” expresó el Rector. 

Falta de presupuesto

En relación al presupuesto universitario, del asignado para este 2021, solo se ha recibido el 4,32 por ciento y el resto que supera el 95 por ciento se desconoce su paradero. 

En cuanto al 2022, “apenas fue designado un 39 por ciento (61 millones de Bolívares)”, considerando las autoridades universitarias que esta es una política de reducción presupuestaria que se ha repetido año a año en este reciente quinquenio.

De acuerdo a información presentada al Consejo Unviersitario, “la cuota de 61 millones de bolívares asignados está discriminada por rubros de gastos.  Gasto de Personal; 38 millones 488 mil 304 bolívares, Gasto de Funcionamiento; 2 millones 8 mil 255 bolívares, Providencias Estudiantiles; 2 millones 528 mil 613 bolívares y los proyectos SIPES (Sistema Integral de Planificación Estratégica Situacional) 18 millones 942 mil 658 bolívares”.

“Es importante destacar que más del 60 por ciento de estos 61 millones de bolívares asignados, no van a entrar a las cuentas de la universidad, pues corresponden a la nómina de personal (38 millones 488 mil 304 bolívares) que ahora son pagados por el sistema patria”.

Futuro incierto

Ante este panorama, indiscutiblemente, el futuro de la universidad es impredecible. De no cambiar las actuales condiciones, resultaría muy difícil mantener la casa de estudios superiores con sus puertas abiertas.

No obstante, reina la esperanza tal como lo expresa el profesor Bernardo Moncada, ex Decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño Industrial, “estamos unidos profesores, estudiantes, trabajadores y algunos egresados para recuperar en lo posible nuestra segunda casa”.

Por su parte, el ex Vice-Rector Académico, Carlos Guillermo Cárdenas afirma que “la hora del retorno a las aulas ha llegado. Profesores y estudiantes, personal administrativo y de servicio reabriremos las puertas de la Casa Grande del saber. Con fe y entusiasmo exclamaremos: Queremos una universidad abierta”.

La Constitución de Venezuela establece en su artículo 103 que toda persona tiene derecho a una educación integral de calidad, permanente, en igualdad de condiciones y oportunidades, sin embargo la realidad de las universidades venezolanas dista de los derechos que deben garantizarse.

La dura realidad de la ULA es una muestra de la realidad de todas las universidades públicas del país, abandonadas y en las sombras. Mientras continúe la falta de políticas públicas y el destino de las gestiones a la suerte, las universidades continuarán en las ruinas. Los estudiantes necesitan mejores aulas, instalaciones y clases, muchos corren el riesgo de abandonar sus sueños por políticas erradas.

Prensa PROVEA