Washington, D.C. – En el marco del Día Internacional de la Democracia, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) recuerda que la democracia es indispensable para el ejercicio de los derechos humanos y llama a los Estados a proteger y fortalecer la institucionalidad y el Estado de derecho.
Al adoptar la Carta de la OEA y Carta Democrática Interamericana, los Estados se comprometieron a consolidar la democracia y reconocieron que esta es necesaria para alcanzar la estabilidad, la paz y el desarrollo de la región. Estos instrumentos señalan que son elementos esenciales de la democracia, entre otros, el respeto a los derechos humanos, el acceso al poder y su ejercicio con sujeción al Estado de derecho, la celebración de elecciones periódicas, libres y justas, y la separación e independencia de los poderes públicos.
En ese sentido, varios países del hemisferio han celebrado elecciones periódicas ininterrumpidas en las últimas décadas y fortalecido su institucionalidad democrática. Esto ha contribuido a la consolidación de la democracia y permitido que las controversias sociales sean canalizadas en el marco de una institucionalidad que promueve y protege a los derechos humanos.
No obstante, en los últimos años, se han registrado algunos procesos de desacreditación de las instituciones democráticas por parte de sectores inconformes con los resultados en las urnas. Estas acusaciones han sido instrumentalizadas para generar inestabilidad, y promover juicios políticos y otros tipos de acciones que buscan la destitución de personas que ocupan cargos de elección popular, sin observar el principio de legalidad o las garantías del debido proceso. Igualmente se ha observado en algunos países, la afectación a la independencia de los poderes del Estado para la permanencia de un determinado grupo político.
Ambas situaciones repercuten directamente en el sistema de pesos y contrapesos toda vez que minan la confianza ciudadana en las instituciones, en los procesos electorales, y en el Estado de derecho. Adicionalmente, contribuyen al aumento de la conflictividad y polarización social, potencializando riesgos para el sistema democrático y, por consiguiente, para los derechos humanos.
Con el ánimo de preservar la democracia y prevenir violaciones de derechos humanos, es fundamental que se respeten los procesos democráticos periódicos, libres, justos y basados en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo. Además, que dichos procesos cuenten con una amplia participación política, sin ningún tipo de discriminación de género, sexo, origen étnico-racial, etc.
Adicionalmente, toda denuncia de fraude electoral debe ser conocida por una autoridad competente, independiente e imparcial, y resuelta de conformidad con el principio de legalidad y el debido proceso. Asimismo, es indispensable que las autoridades —así como las personas que buscan ocupar cargos de elección popular— se abstengan de realizar ataques a las instituciones estatales.
La CIDH recuerda que la democracia inspira, irradia y guía la aplicación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos y demás instrumentos del Sistema Interamericano. Por tanto, debe ser preservada y fortalecida en todos los Estados de la región.
La CIDH es un órgano principal y autónomo de la Organización de los Estados Americanos (OEA), cuyo mandato surge de la Carta de la OEA y de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. La Comisión Interamericana tiene el mandato de promover la observancia y la defensa de los derechos humanos en la región y actúa como órgano consultivo de la OEA en la materia. La CIDH está integrada por siete miembros independientes que son elegidos por la Asamblea General de la OEA a título personal, y no representan sus países de origen o residencia.