Por Jairo García Méndez,
Director de Universitas Fundación
La represión violenta, criminal y lesiva a la humanidad, lanzada por la dictadura de Maduro contra la Rebelión Popular esencialmente pacífica, protagonizada por civiles venezolanos durante los meses de abril a julio de 2017, dejó veintidós hogares en luto en el Estado Lara. Veintidós asesinatos atribuibles a la actuación fuera de la ley de fuerzas regulares o irregulares del gobierno dictatorial, que pueden configurar delitos contra los derechos humanos.
No obstante, en medio de la tragedia humana que llenó de sangre y sufrimiento a muchos seres humanos en tierra de los guaros o habitantes del Estado Lara, Venezuela, comienzan a escucharse los versos de mi tierra, recitales de poesía y conciertos con sabor a golpes tocuyanos, tamunangues, grupos de rock local y de protestas llenas de imaginación y belleza, que denuncian el hambre que sufren los más vulnerables, la represión, el secuestro de libertades, la escasez de alimentos y medicinas, producto de malas políticas y prácticas de un gobierno devenido en una dictadura del siglo XXI.
Una ola de belleza recorre las trancas, plantones, marchas y hasta una procesión de la Divina Pastora fuera de la fecha acostumbrada, recorren las calles de Barquisimeto.
Músicos y artistas plásticos, diseñadores gráficos, cuenta cuentos, humoristas, fotógrafos y demás seres sensibles, se unen en el autodenominado movimiento de “Protesta Creativa Bqto.”, y llenan las calles, plazas y grupos de whatsapp y redes sociales, con genialidades, una manera pacífica y artística de protestar, que llena de frescura los espacios de quienes ejercitan el derecho constitucional a la protesta.
La protesta creativa, artística, desenfadada o llena de humor, no es ajena en la historia de las protestas pacíficas en Venezuela. Desde los tiempos de Guzmán Blanco, de vez en cuando, los tiranos y hasta los gobiernos democráticos, eran sorprendidos con el arte y la imaginación al servicio del derecho cívico al reclamo, a la exigencia ciudadana de cambios y de mejores derechos y garantías.
Esta historia, parte de la historia de la belleza en Venezuela, tuvo su capítulo guaro, llamado el Plan 350 Guaro, que coexistió con focales puntos de la llamada resistencia con visos claros de violencia y daños al patrimonio público y privado, pero muy reducidos. Las más, eran protestas civilizadas y enmarcadas dentro de los parámetros democráticos.
Al día siguiente de la brutal represión sufrida por la comunidad de la Urbanización Sucre, un sector popular y sufrido al Oeste de Barquisimeto, allí estuvieron músicos, artistas plásticos y anfitriones de fiestas infantiles, llevándoles consuelo y apoyo, a través de manifestaciones artísticas, junto con otros actores de sociedad civil como médicos y psicólogos, apoyados por el alcalde demócrata Alfredo Ramos, destituido y encarcelado por una fórmula judicial diseñada a la medida de la dictadura (el desacato a un amparo constitucional, dictado sin las fórmulas procesales mínimas).
Cuando celebrábamos un año más de la independencia (05 de julio de 2017) la creatividad de los guaros la convirtieron en una fecha memorable y fresca: Los próceres se declararon en desobediencia civil. Los próceres invocaron el artículo 350 de la Constitución y se hizo una nueva edición del Acta de Independencia y muchos desfilaron para firmar en conformidad.
Si se trataba de hacer visible la crisis alimentaria, se convocaron a los ciudadanos a decirlo en platos vacíos, repletos de mensajes claros: El hambre azota a los venezolanos. Y se escribe para el cielo la palabra HAMBRE con seres humanos formando cada letra de la palabra y oportunamente captados por el lente de un fotógrafo bien ubicado en el Edificio Nacional de la ciudad.
Charlas y conversaciones democráticas en las plazas, en las esquinas de la ciudad, en las urbanizaciones y condominios, con mucho o poco público, coaching ciudadano, charlas sobre una asamblea que ni es nacional ni constituyente, sino una farsa de la dictadura para darle forma jurídica a lo más antijurídico que hay: Disminuir y desaparecer al ciudadano. Nos referimos a lo que la dictadura llama asamblea nacional constituyente, la más inconstitucional de las asambleas que pudo erigirse en el país.
La Red de Derechos Humanos del Estado Lara, esa construcción del incansable Nelson Freitez, se hacía presente en todos los focos de represión criminal en defensa de la dignidad humana, pero el rompe aparecía un cuatro y un golpe larense, y un sacerdote que aceptaba celebrar una misa rodeado de bombas lacrimógenas.
Así transcurrieron los cuatros meses de mayor creatividad en la protesta contra la dictadura, y los cuatro meses más violentos de la dictadura.
Las sotanas también protestaron creativamente. Misas, oraciones, marchas desde y hacia la Catedral, declaraciones valientes del Obispo y muchas otras manifestaciones espirituales, de esa riqueza espiritual del pueblo larense, tuvieron sus manifestaciones claras.
Uno revisa las actividades llenas de belleza realizadas durante esos cuatro magníficos meses, magníficos para la historia de la belleza venezolana; y los contrasta con la fealdad, la criminalidad, las nauseabundas respuestas de la dictadura, y concluye con Cecilio Acosta formulando el siguiente voto: “He de expresar un voto que me sale de lo hondo del pecho: que las ciencias y las letras se difundan tanto en mi país, que formen como una atmósfera social; que mis conciudadanos respiren por todas partes el aire de la civilización y que sobrevenga por fin el reinado de paz, dicha y gloria a que está llamado, por índole y por suerte, un pueblo tan espiritual como Venezuela”.
En Barquisimeto, Estado Lara, respiramos esa atmósfera social, gracias a los creativos y sus protestas, durante la Rebelión Popular de abril de 2017.
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