ACERCA DEL AUTOR:
Rafael Uzcategui
Sociólogo y editor independiente. Actualmente es Coordinador General de Provea.
Rafael Uzcátegui | Después de meses de negar la crisis migratoria la vocería de Nicolás Maduro, súbitamente, ha comenzado a construir una narrativa para explicar la salida de venezolanos del país. En síntesis, consiste en afirmar que 1) No son tantos como se dice y 2) Los que salen lo hacen bajo engaño, siendo explotados y maltratados en su destino por lo que desearían regresar.
He insistido en otras oportunidades que la fórmula de la simulación democrática madurista consiste en mantener una clientela de apoyo, ahora calculada entre el 15 y 20% de la población, que le permita ganar procesos electorales fraudulentos, tras desestimular, neutralizar y fragmentar la participación de sus contrarios. La mayoría de las políticas públicas de los años recientes están dirigidas a beneficiar a este sector, por lo que la discriminación por razones políticas sería parte estructural de nuestra dictadura del siglo XXI.
Siendo así, el gobierno consideraba como opositores, o no sufragios a su favor, a los que venían cruzando la frontera, como incluso lo sugirieron las palabras del Defensor Constituyente del Pueblo, Alfredo Ruiz, cuando declaró que la diáspora estaba conformada por jóvenes de clase media “que no podían entrar a discotecas”. Sin embargo, la magnitud del éxodo hizo que las dos últimas oleadas migratorias –personas de los sectores populares, por un lado, y militantes de base y de sectores medios del chavismo más recientemente-, hayan comenzado a generar inquietudes en ese 15-20% de la clientela bolivariana.
El discurso sobre el fenómeno generado por Miraflores tendría como objetivo hacerlos desistir de emprender la huida o ideologizar la explicación del problema
Esta suposición parecería confirmarse por los datos recientes divulgados por la empresa Consultores 21: “17% de las personas que quieren salir de Venezuela se declara maduristas y el 66% son chavistas, no maduristas”. Según los datos, la correlación política de la migración, decididamente opositora en las dos primeras oleadas –empresarios y clase media-, se había modificado: “la cantidad de chavistas que desean salir del país –concluyó la encuestadora- es superior a la de opositores alineados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD)”.
En consecuencia, dos posibilidades: El madurismo “duro” está siendo impactado en sus fidelidades por la separación de miembros del núcleo familiar o, sencillamente, han comenzado a preparar maletas. Por esta razón el discurso sobre el fenómeno generado por Miraflores tendría como objetivo hacerlos desistir de emprender la huida o ideologizar la explicación del problema. Los mensajes no están pensados ni para usted ni para mí, sino hacer control de daños en su bastión de apoyo de las imágenes de los caminantes venezolanos por las autopistas colombianas.
Si necesita descifrar algún sentido de lo que parecen decisiones irracionales del chavismo realmente existente, el madurismo, le propongo que haga ese ejercicio: Razonar cuál es el impacto deseado en ese 15-20% de la población para el cual gobierna.
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Rafael Uzcategui
Sociólogo y editor independiente. Actualmente es Coordinador General de Provea.