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Rafael Uzcategui

Sociólogo y editor independiente. Actualmente es Coordinador General de Provea.

Rafael Uzcátegui | Para quienes desde las llamadas ciencias sociales intentamos hacer investigación en Venezuela el oficio se está tornando cada vez más difícil. Nos guste o no nos guste la gestión, las estadísticas oficiales son parte de la materia prima con la que trabajamos, que contrastamos con otras investigaciones alternativas o con los testimonios y datos que vamos levantando en primera persona. Desde hace algún tiempo el gobierno venía maquillando las cifras de su desempeño, pero el ojo avisor podía encontrar, dentro de las propias estadísticas estatales, las cifras para contrastar o desmontar las mentiras más evidentes. Sin embargo desde la instalación de la fraudulenta Asamblea Nacional Constituyente la opacidad se ha hecho casi total. Y paralelamente, los discursos de los funcionarios son cada vez más alucinados y desconectados de la realidad.

Pongamos el ejemplo la política pública habitacional llamada Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV). Cuando se comenzó a hablar de “millones” de casas levantadas, los propios informes de gestión de diferentes ministerios reconocían, en letra pequeña, que las metas no habían sido cumplidas. Si el ministerio de vivienda afirmaba que se estaban rompiendo records guiness en ingeniería, el ministerio del trabajo por su lado dejaba deslizar que la mayor tasa de desempleo se encontraba en el sector construcción. O el informe cuatrimestral del Banco Central de Venezuela publicaba que lo relacionado con el concreto y el cemento era el pedazo de la economía que acumulaba mayor crecimiento, pero de signo negativo. Ante la imposibilidad de mentir de manera sincronizada y sin costuras, la decisión que se ha tomado es, simple y llanamente, dejar de publicar cualquier estadística, cualquier número que pueda ser cruzado con otro para interpelar el discurso oficial. Y esto sin apelar al sentido común, ese que tiene cualquier estudiante de primer semestre de economía en donde es poco probable que un país con su peor crisis económica las viviendas estén floreciendo como hongos en el páramo después de las lluvias de septiembre.

El clímax lo ha constituido el presupuesto de funcionamiento del país para este 2018, otro secreto guardado bajo siete llaves

Normalmente se presentaba a la Asamblea Nacional el último trimestre del año, se discutían números más o números menos, se aprobaba y estaba disponible para los interesados en diferentes sitios web oficiales. En esta oportunidad se presentó ante la Constituyente. Si usted busca las notas de prensa sobre dicha “discusión”, un adjetivo excesivo para describir lo que pasó aquella tarde, no podrá detectar ningún dato de valor. Luego se dice que se ha publicado en Gaceta Oficial, y cuando se lee el documento los considerandos –las pirotecnias verbales acostumbradas- son más largas que el texto propio del decreto, donde ni siquiera se tuvo la gentileza de publicar, por lo menos, la cifra total en bolívares del presupuesto estimado para el presente ejercicio fiscal.

La política pública en vivienda se ha transformado en un aparato propagandístico en vez de acciones para garantizar, de manera progresiva y sin discriminación, el derecho a la vivienda digna de los venezolanos. A falta de un concepto técnico para describir esta situación, provisionalmente la calificaremos como “mitomanía” -conducta repetitiva del acto de mentir, lo que le proporciona al mitómano una serie de beneficios inmediatos, como admiración o atención-, mitomanía de Estado. Busque usted las declaraciones de Nicolás donde afirma que “la cuarta” sólo construyo 150 mil casas y que su gestión ha superado esa cifra en más de mil por ciento. La compulsión hoy por mentir es tal y tan frecuente, que la noticia será cuando en algún momento se diga algo que tenga algún pedacito de verdad.

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