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Luis Alberto Crespo

Economista, Msc. en Moneda e Inst. Financieras, Prof de Economía UCV.

Maduro destruyó el bolívar como moneda y arruinó al país

Luis Crespo | El Bolívar es una moneda destruida con muy poco valor como signo monetario, perdió todas las cualidades o atributos como dinero, lo que ha provocado su  rechazo, trayendo como consecuencia que los sectores económicos utilicen otras monedas para realizar sus operaciones de intercambio. Nuestra moneda apenas cumple su función como medio de cambio en el actual contexto hiperinflacionario, que se inició en noviembre del 2017, y se aceleró con la gran distorsión del sistema de precios en Venezuela.

Hemos explicado en oportunidades anteriores cómo surgió en nuestro país la hiperinflación, y la responsabilidad del régimen de Nicolás Maduro en este desastre económico en que hundió a la nación. La destrucción de la producción interna, su enorme y crónico déficit fiscal, que durante los últimos 5 años ha rondado  el 15% del PIB, el cual ha sido financiado con dinero que no produce, ni posee, pero que, de manera irresponsable y cómplice, le proporciona el Banco Central de Venezuela imprimiendo dinero inorgánico sin respaldo en la actividad económica del país con todas sus implicaciones negativas.

El dinero es fundamental para el funcionamiento de los sistemas de precios y juega un rol primordial en la estabilidad económica de los países, es medio de pago, permitiendo que se realicen los intercambios de bienes y servicios por su gran aceptación; debido a esas características, el trueque pasó a la historia, además, por los múltiples problemas que generó para el comercio. El dinero resalta también como instrumento que permite preservar valor en el tiempo y ofrecer seguridad, disponibilidad, a su vez funciona como unidad de cuenta, porque sirve para fijar los precios y realizar registros contables, además de ser un patrón de pagos diferidos para los préstamos.

Es indudable que el bolívar perdió sus cualidades, hoy no cumple su función, la distorsión del sistema de precios y los sistemas de pagos en el país se agudizó, lo cual aceleró el uso del dólar norteamericano en las transacciones de bienes y servicios. Aunado a la pérdida del poder de compra de la moneda nacional y los daños en el patrimonio de las familias, tenemos el sistema de precios dislocado y un cono monetario que por la hiperinflación en menos de un año ha tenido que emitir nuevos billetes.

El dólar le ganó terreno al Bolívar en Venezuela

Como resultado de la nefasta gestión económica del régimen, hoy nuestra moneda: el Bolívar, carece de confianza porque las cualidades que poseía desaparecieron, lo cual, ha incrementado las transacciones con el dólar norteamericano, que además se convirtió en valor referencial para establecer los precios y pagos de los bienes y servicios, creando el fenómeno que he denominado “la dolarización desordenada de la economía venezolana” exacerbada tras el apagón nacional del 7 de marzo por el colapso de los sistemas de pago.

Hoy el símbolo monetario de Venezuela: “el Bolívar”, a duras penas, es aceptado por los agentes económicos y no pauta la actividad económica en el país, el bolívar ha dado paso al uso del dólar norteamericano como marcador de precios y medio de intercambio porque resalta como una moneda fuerte por sus cualidades, generando la confianza y condiciones para establecer un sistema de pagos y precios racionales ya que en la distribución de los bienes y servicios permitan un sano intercambio.

Avanza el 2109 y cada día son mayores las transacciones que se realizan en dólares, según datos de Ecoanalítica, cerca de 30% de la población maneja divisas, ya es natural ver negocios comerciales con abierta aceptación de pagos en dólares, anuncios de servicios, presupuestos, en fin, existen múltiples actividades económicas operando en dólares, al mismo tiempo, ya se observan transacciones en pesos colombianos desde Tinaquillo hasta la zona fronteriza Táchira y Zulia, donde continua el desprecio abierto al bolívar como moneda de intercambio. En medio de todo esto prevalece el escepticismo, ante la idea hipotética de que el régimen defina una política económica que detenga el desastre económico del país en medio de la destrucción del bolívar.

En medio de estas distorsiones y en especial con una dolarización desordenada, los trabajadores que reciben sus salarios en bolívares son los más afectados, dado que los precios y las transacciones están dolarizadas, mientras perciben  sus ingresos en una moneda destruida, generando una gran brecha de desigualdad entre quienes acceden a “monedas duras” y quienes no, estos últimos quedarán expuestos al hambre, la miseria y desprotección, en un contexto que según la FAO, estimó que en Venezuela 21,2 millones de personas se encuentran en situacion de inseguridad alimentaria, lo que se explica cómo un aumento vertiginoso del hambre en el país.

La dolarización desordenada provoca una dinámica perversa, porque si todo se dolariza excepto los salarios, la población que no tiene acceso a dólares se empobrece muy rápido, mientras que la otra parte se protege y acceden a mejores condiciones de vida, generándose una gran brecha de desigualdad en medio de una emergencia humanitaria compleja como la que vive el país.

No se observan estrategias por parte del régimen que vislumbren una salida al desastre económico en el que sumergieron al país, las medidas de ajuste silencioso que han estado implementando últimamente (incremento del encaje legal, flexibilización del control cambiario, discretos aumentos del salario mínimo, recortes del gasto público) no han funcionado, al contrario agudizan la crisis económica y la emergencia humanitaria compleja.

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Economista, Msc. en Moneda e Inst. Financieras, Prof de Economía UCV.