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Luis Alberto Crespo

Economista, Msc. en Moneda e Inst. Financieras, Prof de Economía UCV.

Luis Crespo | Desde 2013 Venezuela ha transitado por un camino muy oscuro, marcado por el fracaso económico y social, cuyo resultado después de una larga recesión nos coloca ante una gran depresión económica, altos niveles de pobreza, exclusión y desigualdades.

Nicolás Maduro arribó a la presidencia de la República en abril de 2013, en septiembre de ese año presentó su propuesta de gobierno, el Segundo Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2013-2019, siete años más tarde, es evidente que no se cumplieron las metas nacionales planteadas allí, solo queda una narrativa que pretende ocultar el fiasco y responsabilizar a otros de su nefasta gestión.

Se acentúa la destrucción del aparato productivo nacional; expresado en la continua caído de la producción interna durante los últimos seis años que ronda el 70% y con perspectivas de continuar cayendo en un 20% para 2020 aproximadamente. Al cierre del primer semestre de este año con gran esfuerzo las industrias en el país están operando al 17% de su capacidad y un 45% no operativas según datos de CONINDUSTRIA.

Al mismo tiempo, el país entró al tercer año en hiperinflación con un proceso de dolarización transaccional desordenada y desigual en medio de la destrucción del salario de los venezolanos, el cual apenas significa 1,73 dólares mensuales y con reservas internacionales en sus mínimos históricos: 6.731 millones de dólares. La industria petrolera atraviesa su peor momento y está en graves problemas al tener una caída histórica de la producción por debajo de 400.000 mbd al cierre del mes de junio y grandes limitaciones en su operatividad.

Es importante destacar que, prácticamente, destruyeron la industria petrolera y sumergieron al país en un modelo económico y político parasitario que cada vez depende más del rentismo, aquella promesa del gran viraje hacia la diversificación o siembra del petróleo quedó en un discurso vacío, los recursos de la industria fueron despilfarrados y otros pasaron a las arcas de grupos económicos cercanos al régimen.

La Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI 2019-2020) reflejó la catástrofe socioeconómica que vive el país, resaltando que

– un 79,3% de los venezolanos no tienen los recursos para cubrir la cesta de alimentos,

– 94% de la población por ingreso está en condición de pobreza, 79% en pobreza extrema,

– 70% de la población en inseguridad alimentaria entre moderada y grave,

–  la esperanza de vida de los venezolanos se redujo en 3,7 años,

– el 40% de la población estudiantil no puede asistir regularmente a clases, por el colapso de los servicios público o el deterioro de sus condiciones socioeconómicas.

Venezuela hoy día es un país con altos niveles de desigualdad y estas cifras son el reflejo de una nación que está sufriendo grandes penurias, como nunca antes en su historia republicana, revelan un inmenso deterioro en las condiciones socioeconómicas de la población, lo cual ha motivado que contingentes de jóvenes emigren en la búsqueda de trabajos e ingresos para vivir y ayudar a sus familiares que quedan en Venezuela.

La economía venezolana no muestra signos de recuperación, por el contrario, su tamaño se redujo a niveles de los 40, esta cruda realidad exige un cambio de rumbo en el país. Las consecuencias de actuación del régimen han edificado un modelo que niega a la población oportunidades de mejorar sus condiciones de vida, privando a la gran mayoría de los venezolanos de oportunidades y libertades necesarias de potenciar sus capacidades para desarrollarse.

En este contexto que describimos llega el Covid-19, a un país con un alto grado de vulnerabilidad, el sector salud muy frágil por la falta de insumos, equipos, agua, con pocos profesionales de la salud que atiendan a la población y puedan garantizar una respuesta efectiva. La Venezuela de hoy con Nicolás Maduro se encuentra en unos de sus peores momentos para enfrentar la pandemia.

En estos momentos el Estado venezolano debería estar aplicando estrategias o medidas como:

  • destinar importantes recursos económicos al sector salud para atender la pandemia,
  • ampliar la seguridad social debilitada en el país,
  • atender a un porcentaje significativos de familias que requerirán apoyo institucional y aportes económicos para enfrentar el confinamiento,
  • definir estrategias para generar condiciones en sostener y estimular la actividad económica, así como contribuir a preservar las capacidades productivas que aún quedan en el país,
  • concretar estímulos fiscales para las empresas que seguirán operando, reforzar.

El covid-19 esta una fase de expansión en nuestro país, lo cual provoca que se acentúe el confinamiento, la CEPAL advertía que nadie sabe cuánto durará esta situación, ni la magnitud de la crisis, ni qué forma tendrá la recuperación, solo creen que mientras más rápidas y contundentes sean las respuestas menores serán los efectos negativos de la pandemia.

El país está consciente de que el régimen no tiene capacidad para implementar dichas medidas, carece de los recursos y voluntad política, por lo cual insistimos en que, en esta coyuntura, el país requiere de la ayuda de los organismos multilaterales (FMI, BM, BID, CAF) por la vía de fondos de ayuda, líneas de crédito o donaciones a países más débiles para poder enfrentar el impacto de la pandemia con el menor sufrimiento posible de la población más vulnerable.

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Luis Alberto Crespo

Economista, Msc. en Moneda e Inst. Financieras, Prof de Economía UCV.