María Yanes | Estamos llegando a un punto de quiebre tan extremo con relación a la crisis de salud, que enfermarse en Venezuela significa un grave riesgo, inclusive de perder la vida. No podemos aplicar la medicina en la fase curativa en una determinada enfermedad bien sea aguda o crónica, ya que cada día que pasa el acceso a medicamentos e insumos es más difícil, no solo por la escasez sino también por los precios exorbitantes. No obstante, la alarma y preocupación crece de manera indetenible ya que tampoco, ante el auge de tantas enfermedades reemergentes en Venezuela, hay mecanismos y herramientas idóneas para la prevención de las mismas y así lograr minimizar los riesgos de aparición de estas afecciones. La prevención en salud es extremadamente importante, porque, además de lograr el estado de bienestar lo más completo posible en un individuo y de mantenerlo sano, se optimiza la inversión de la atención en salud; lamentablemente la ausencia de un sistema público de salud, de políticas sanitarias sumado todo esto a la corrupción e ignorancia que caracteriza a este “gobierno” como ente rector en salud a través del Ministerio del Poder Popular para la Salud (MPPS), la crisis se ha agravado más allá de lo que nunca nos imaginamos.
Uno de los aspectos fundamentales relacionados con la prevención en salud es la vacunación, pudiéramos afirmar que es pilar fundamental en la medicina preventiva junto a la promoción y educación para la salud. Constituye la herramienta más fuerte con que cuenta el sector médico en lo que se refiere a la prevención en salud, para ello deben mantenerse programas de vacunación de manera sistemática y con la cobertura suficiente para toda la población, sobre todo susceptible, como lo es la población infantil e inclusive el adulto mayor, ya que en los adultos se debe también cumplir un esquema de vacunación.
Venezuela se ha convertido en un país exportador de enfermedades prevenibles por vacunas en la región de las Américas
Los programas nacionales de vacunación han demostrado su efectividad cuando se cumplen de manera adecuada. No obstante con este “gobierno” dichos planes no han cumplido con el objetivo requerido ya que los servicios de salud no cuentan con los insumos básicos que se requieren, la escasez de vacunas es notoria por lo que ha conllevado a que la cobertura vacunal sea de un 50%, y, en algunas áreas del territorio nacional es menor a dicho porcentaje, por lo que lamentablemente en nuestro país, enfermedades que estaban bajo control resurgen de manera alarmante. La Sociedad Venezolana Puericultura y Pediatría (SVPP) ha sido muy clara con el esquema de vacunación que se debe cumplir en los niños menores de 5 años y que la cobertura debe alcanzar por lo menos un 95%.
Podemos concluir que factores como: fallas en el suministro y distribución de las vacunas, el deterioro de los ambulatorios, fallas eléctricas que han ocasionado que no se cumpla la cadena de frio en las vacunas, ya que las mismas deben ser almacenadas y resguardadas a temperaturas bajas, han conllevado a que la cobertura de vacunación haya disminuido de manera preocupante además de plantearnos serias dudas si, además de vacunar estamos inmunizando; el resultado de esto es estamos enfrentando enfermedades reemergentes que se han convertido en epidémicas, como son la difteria y el sarampión además de que Venezuela se ha convertido en un país exportador de enfermedades prevenibles por vacunas en la región de las Américas, ejemplo de ello, los casos de sarampión que llegaron de nuestro país a Brasil, Colombia y Ecuador.
El pasado 6 de abril, arrancó el plan nacional de vacunación 2018, lo cual fue anunciado por el MPPS. Según opinión de expertos, dicho plan está lleno de improvisación y no cubre las expectativas con relación a la cobertura para la mayoría de la población susceptible. La cantidad de dosis anunciadas no son las suficientes, y según la SVPP “existen reportes de que no se aplica la vacuna trivalente viral” la cual protege contra el sarampión, rubeola y parotiditis (paperas), solo se aplica la bivalente (sarampión, rubeola), una muestra de que no se cumple con el esquema completo de vacunación propuesto por dicha sociedad científica, así también como otras vacunas que brillan por su ausencia. Muy tristemente, hemos llegado a un extremo de que ni siquiera podemos prevenir la enfermedad en la Venezuela socialista del siglo XXI o mejor dicho en la Venezuela rural a la que nunca pensamos que íbamos a involucionar lo cual es producto de la mediocridad, ignorancia e indolencia de quienes todavía gobiernan y que ha repercutido de manera importante en la salud y la vida de los venezolanos.