María Yanes | La supervivencia familiar ante los embates de la escasez de alimentos y la inflación de todos los rubros alimenticios, incluyendo los productos  de la cesta básica, cada día se hace más difícil. En esta Venezuela agobiada y maltratada por una ideología supuestamente “socialista” y absurda pero con afán de dominación y poder,  las respuestas y soluciones a esta crisis parecieran cada vez más lejanas. Nuestras poblaciones más vulnerables como son: niños, embarazadas y ancianos están sometidos a un riesgo permanente con relación a su salud y alimentación, los dos  derechos más fundamentales que se le deben garantizar no solo a estos últimos sino a todos los ciudadanos venezolanos. Recientemente se han implementados mecanismos de la noche a la mañana por parte del gobierno para la distribución de medicinas y alimentos, llámense Misión de Abastecimiento Soberano  o los famosos Comité Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Sin embargo, no vemos las acciones y respuestas efectivas de estas dos entidades, creadas más bien solo para ejercer control social y sumar otra vía más de corrupción y despilfarro de recursos. Desde hace dos años han arribado al país cualquier cantidad de contenedores con medicinas y alimentos, no sabemos cuál ha sido el destino final de este valioso cargamento ya que, cada día  hay más hambre con el consecuente desespero de poder  conseguir la comida básica o los medicamentos que pudiera necesitar. Las reseñas con relación a los casos  de desnutrición, sobre todo en nuestros niños son cada vez más alarmantes. Este flagelo está afectando fundamentalmente a la población infantil menor de 5 años y esto trae  consecuencias muy dolorosas las cuales pudieran reflejarse para el resto de la vida.

La desnutrición en cualquiera de sus variantes, bien sea aguda, es decir aquella que se manifiesta en un corto plazo o crónica, la cual se expresa con un retardo del crecimiento en el tiempo, ocasiona  en los niños efectos muy  perjudiciales y negativos en la esfera psico-motora, lo cual en algunos casos o quizás en la mayoría puede resultar difícil lograr un restablecimiento total de esas funciones perdidas. El niño desnutrido tiene una gran limitación en el desarrollo motor, se observa una  suspensión de los niveles de  desarrollo y crecimiento en una determinada edad, así como también retraso en el aprendizaje, y esto no es tan fácil de recuperar. A esto se suma, de que la desnutrición en los niños aumenta el riesgo de que adquieran enfermedades relacionadas con el sistema inmunológico como infecciones e inclusive enfermedades oncológicas entre otras.

Un 19 % de los niños presentaban desnutrición crónica, lo que implica que ya pudiera existir en ellos un daño irreparable y un 28 % estaban en riesgo

La pasada semana, Cáritas de Venezuela en conjunto con una extraordinaria asesoría y equipo debidamente entrenado, presentó públicamente un informe relacionado con un estudio de monitoreo sobre la situación nutricional en niños y niñas menores de 5 años. La cobertura del estudio abarcó  4 entidades federales: Dto. Capital, Zulia, Vargas y Miranda. En un numero de 12 Municipios y 18 parroquias, con un total de 819 registros. Utilizando variables como el estado nutricional del niño, medición de la talla y peso  y  una encuesta familiar, los resultados no pudieron ser más preocupantes. El 48% de los niños tenían un peso normal, pero el 52% presentaban algún grado de desnutrición. En este último aspecto el 3 % presentaban desnutrición aguda en la forma severa y en un 6 %, moderada. Un 19 % de los niños presentaban desnutrición crónica, lo que implica que ya pudiera existir en ellos un daño irreparable y un 28 % estaban en riesgo. Quisiera extenderme con  respecto a las conclusiones de dicho estudio. Sin embargo, no dejan de ser alarmantes los resultados referidos. Es indudable que estamos ante una gran alerta humanitaria, en la que tristemente nuestros niños en el rango de edad vital para alcanzar un adecuado desarrollo, están siendo muy afectados por esta grave crisis. Por iniciativa de Caritas de Venezuela, la cual siempre está  presente con el fin de proporcionar ayuda y atención a los sectores más necesitados, se han encendido las alarmas basadas en evidencias para que se tomen medidas de rectificación en lo sanitario y alimentario  a fin de darle atención al niño desnutrido o el que está en riesgo. Es conveniente acotar que este tipo de estudio se va a extender, provisto del rigor técnico y transparencia que lo caracterizó. El derecho a la alimentación implica a su vez un derecho libre de hambre y desnutrición. Es imperdonable para un gobierno, el cual ha manejado o mejor dicho dilapidado la mayor cantidad de recursos en toda la historia, no haya sabido establecer una protección social temprana ni se conduela ante esta terrible situación que pone en riesgo la vida de muchos niños venezolanos y por lo tanto el desarrollo del país.