Margarita López Maya es licenciada en historia y doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Central de Venezuela. Profesora titular (jubilada) del Centro de Estudios del Desarrollo (CENDES) de la UCV. Fue directora de la Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, miembro del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y presidenta de la Sección de Estudios Venezolanistas del Latin American Studies Association. Actualmente miembro del Centro de Estudios Políticos de la UCAB. Margarita forma parte de la asamblea de Provea, a la cual siempre acudimos para consultar su opinión en momentos de encrucijada política. Con ella conversamos sobre los posibles escenarios para este 20 de mayo y el papel de las organizaciones sociales a partir del 21 de mayo.
– ¿Cuál es el escenario que se vislumbra ante una posible re-elección de Nicolás Maduro como presidente? ¿Profundizará el autoritarismo o asumirá algunas reformas ante la necesidad de legitimar su nuevo período presidencial?
Yo veo que la situación de Venezuela es lo suficientemente mala y la crisis es absolutamente profunda que esas elecciones no modifican demasiado el escenario. Lo que puede pasar, ya que esas elecciones están dentro de un contexto autoritario, sin condiciones democráticas mínimas, el escenario casi seguro es que gana Maduro. No veo como después de haber hecho tantos esfuerzos, adelantando las elecciones, quitándole toda condición legal, pasando por encima de la constitución, él vaya a perder esas elecciones. ¿Internamente eso que significa? Que, en el ámbito nacional, logre alguna legitimidad por estar en una situación política débil, donde en este momento tiene un poco más de fragilidad y necesita un barniz de legitimación para seguir en su modelo que llama “socialista” soportado por un status quo básicamente militar y sobre la clientelar, a la cual él le distribuye algunos bienes asistenciales a través del carnet de la patria y, básicamente, sin dinero.
Dicho esto hay que ver dos nuevos elementos que pudieran debilitarlo a partir del lunes 21 de mayo, que debieran colocarlo en una disyuntiva en el caso de que decidiera irse por una transición política. El primer elemento es lo que está ocurriendo con la empresa Conoco-Phillips. Algo muy grave. Esta empresa, a través de un fallo judicial, le da potestad de embargar bienes venezolanos que ingresen a las aguas de Curazao y Aruba por una deuda de 2.000 millones de USD, lo que ha significado una reducción de la salida del petróleo a través de los tanqueros hacia esas islas donde operan las refinerías que está operando mejor. Las que se encuentran en suelo venezolano están casi paralizadas, lo que significa una reducción aún mayor de la producción ya mermada, con una producción de menos de la mitad de lo que se producía en 1998. El otro elemento, que agrava su situación, es la firmeza con que se ha movido la comunidad internacional al afirmar que no se van a reconocer esas elecciones, eso significa en la práctica, que aunque gane las elecciones el lunes aparecerá como un presidente ilegítimo para una parte importante de la comunidad internacional y eso lo coloca en bastante aprietos para conseguir créditos, firmar convenios, etc.
A lo interno seguirá profundizando el autoritarismo y dependiendo de la respuesta que asuma Henri Falcón, este pudiera convertirse en un aliado, si bien no formando parte directamente del gobierno, si como una oposición leal. Pudiera ser que Maduro asumiera alguna de las medidas propuestas por el equipo de Falcón y eso le seguiría dando tiempo, como ha sido su actuación hasta los momentos.
– Ante la posibilidad de re-elección de Maduro se inicia un nuevo ciclo de resistencia para las fuerzas democráticas del país. ¿Cuáles son los principales retos de la oposición?, ¿Que errores hay que enmendar en esta nueva etapa?
Ahí está todo por hacerse. Los retos son gigantescos y, además, urgentes. Entre los retos que veo en la esfera política está la superación de la desbandada de los partidos que, en estos momentos, se encuentran desorientados y divididos. Dependiendo del tiempo que se demore la unificación de una oposición, de encontrar una dirección política cónsona, permitirá ir o no hacia una transición democrática. Creo que la coyuntura es favorable. El lunes, después de las elecciones, por el factor de la comunidad internacional, la cual está esperando cómo se conduce esa oposición y solamente reconocerán como poder legítimo a la Asamblea Nacional. Es ella la que le tocará el papel de aglutinar y conducir las estrategias de resistencia, lucha y negociación. Por otro lado, si la situación económica se agrava, no descarto una fractura militar. El ejemplo de Nicaragua está allí. Hay mucho descontento en el sector militar y este es clave para resolver un cambio político en Venezuela, ya que la fuerza bruta está del lado del gobierno y así es muy difícil, sin ellos, ir a una transición democrática en paz. En ese sentido la sociedad civil debe estar muy firme en su exigencia de una conducción política, exigir la madurez de los partidos los cuales deben deponer sus intereses inmediatistas.
– Hagamos el ejercicio imaginario de una victoria de Henri Falcón este 20 de mayo. ¿Podría ser el hombre de la transición venezolana?
Si ganara Falcón ¿Qué negociaría Maduro? ¿Una transición democrática? De ninguna manera. Si él ha negociado con Maduro sería para incorporarse al gobierno y darle algún sustento y asumir las responsabilidades de una conducción, quizá económica, pero a mí me parece algo traído de los pelos que eso ocurra. Otro escenario pudiera ser que Falcón negociara con un sector militar que esté dispuesto a una transición y este presionara a Maduro para su renuncia, para luego tener una democracia tutelada por un tiempo. Ambos escenarios para mí son improbables. Creo que Falcón reconocerá su derrota y lo llevaría un escenario en el cual pierde relevancia como fuerza opositora y pudiera tener algún espacio, con la anuencia del gobierno, para que tenga entrada en los medios para hacer su proselitismo. Lo que se vislumbra es más bien la consolidación de la idea del partido hegemónico con el PSUV a la cabeza y más adelante con el partido de Maduro, como se constituyó el PRI en México, siendo el partido que siempre gana las elecciones nacionales y da ciertas cuotas de poder a las oposiciones satélites.
Fortalezas de la coalición dominante
– La gran victoria política de Nicolás Maduro fue, contra todo pronóstico, culminar su primer período presidencial. ¿Qué explica que, en momentos de baja popularidad y crisis económica, no se hayan dado fracturas importantes en la coalición dominante?
Me voy a referir a dos cúpulas: una militar y una civil. La cúpula civil tiene poca fuerza al lado de la militar. Podrán a apoyar a Maduro, pero no son determinantes a la hora de que el siga en el poder. En cuanto a la militar ha mostrado algunas fisuras, que no fracturas. ¿Por qué no se ha dado esa fractura? Hay varias explicaciones. Para mí los privilegios, las prebendas y los negocios ilícitos están actuando como factor de cohesión interna. Los puestos claves están bajo control militar. El negocio del diferencial cambiario ha sido el más escandaloso, donde se han hecho negocios multimillonarios, siendo el delito cambiario el más próspero y está controlado por militares desde hace ya varios años. Están metidos en el contrabando de gasolina, que es un negocio con ganancias inauditas porque la gasolina en Venezuela es gratis. Donde informes del gobierno colombiano describiendo como en El Meta y en El Arauca se encuentra una economía abierta de contrabando de gasolina por los ríos, con la complicidad de la Guardia Nacional con el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Igualmente están metidos en el negocio del Arco Minero donde se contrabandea oro, diamante y coltán y el 80% sale del país por vías ilegales. Y por otro lado, dentro del sector civil, tenemos al Ministro de Relaciones Interiores acusado de haber usado su cargo, cuando era director de la Oficina Nacional Antidrogas, para enriquecerse a costa de proteger el transporte de drogas en territorio nacional. Sin mencionar a los sobrinos de la primera dama que fueron detenidos en Haití con 800 kilos de cocaína y están pagando condena de 18 años en Estados Unidos. Si hablamos de nepotismo, las hijas del ex presidente Chávez aún están en la residencia oficial de La Casona. Una de ellas está de Embajadora Alterna ante las Naciones Unidas, sin tener experiencia ni capacidad para eso. El hijo del presidente tiene como cuatro cargos en el gobierno y la familia de Cilia Flores tiene al menos 14 cargos. Entonces aquí hay una cantidad de privilegios y prebendas que pudieran explicar que no se haya dado esa fractura.
– ¿Cuál es el papel de la sociedad civil y las ONG ante un nuevo período presidencial de Nicolás Maduro?
Creo que las organizaciones sociales se han venido fortaleciendo en un tejido que la sociedad civil venezolana no tenía. La sociedad venezolana ha sido siempre una sociedad fuertemente dependiente del Estado, con muy poca autonomía, pero ahora ante la falta de derechos se ha venido constituyendo, con mucho esfuerzo, unas redes sociales importantísimas para defender derechos como la libertad de expresión, a la vida, a la salud, entre otros. Eso tiene continuar y fortalecerse, porque mientras seguimos como sociedad ante la consolidación de un Estado Autocrático, hay que seguir luchando, preservando y resistiendo con la sociedad por la defensa de esos derechos. Eso va a garantizar que al momento que haya una transición esta sea sólida.
Sobre la solidaridad internacional con Maduro
– La crisis migratoria pareciera haber despertado cierta sensibilidad en sectores internacionales que eran acríticos con el gobierno venezolano. ¿Coincides en esta apreciación o dentro de la izquierda académica internacional el chavismo sigue siendo popular?
La “izquierda” es mucha gente y siempre hay una izquierda que es irredenta, Eric Hobsbawm los llamaba puristas, esa a la que no le importa la realidad y siempre están en la estratósfera. Eso sigue allí y se expresa en intelectuales como Atilio Borón e instituciones pro-cubanas principalmente. Pero el problema migratorio, que es el más grave que ha tenido América Latina, ha despertado preocupación en los gobiernos. En la frontera colombiana están colapsados los servicios, está haciendo esfuerzos extraordinarios por meter a los niños en las escuelas, vacunarlos, por darles comida y no tienen capacidad financiera de asumir, no solo la entrada de venezolanos, sino de colombianos retornados. Al embajador de Brasil le oí decir que han tenido que enviar al ejército a la frontera, a ayudar al gobernador de ese estado fronterizo, a resolver el problema de los miles de venezolanos que caminan los 200 Km para llegar a Boa Vista con niños desnutridos, enfermos de malaria, de sarampión y Maduro no le levanta el teléfono ni siquiera para organizar esa ayuda.
Creo que ahora hay mucha más conciencia que hace dos años sobre la magnitud de la crisis venezolana. Hay algo que pudiera ser llamativo de ese cambio que es la publicación de un número especial de la revista Tiempos Modernos, fundada en 1945 por Jean-Paul Sartre, Simone de Beauvoir y Maurice Merleau-Ponty, que han denominado “Venezuela: el país de las fracturas”, donde le han dado cabida a autores como Paula Cadenas, hija de Rafael Cadenas, Paula Vásquez, Edgardo García Larralde, Edgardo Lander, Luís Gómez, Héctor Torres, Rafael Sánchez y Francia es de los países más difíciles de entrarle a la izquierda. En el ámbito internacional creo que sí se ha debilitado ese apoyo, no sé en qué dimensión porque no le he puesto tanta atención, pero es una cadena que viene con las denuncias de corrupción con Lula Da Silva y Dilma Rouseff, por el desastre de los Kirchner y que ahora viene con el peor desastre de todos que es el venezolano.
Las necesidades unen a los de abajo
– ¿Cómo se recompone el tejido asociativo y solidario del país después del chavismo? ¿Es inevitable la “derechización” de la política venezolana en la transición?
Creo que muchos actores en Venezuela van a aprender de esta lección tan dura que estamos viviendo y que para repararse va a tomar años. Sí creo que lo destemplada que fue la izquierda aquí, lo intolerante, ha sembrado un conservadurismo en la sociedad para protegerse. Esa izquierda fue tan ligera de cascos, tan libertina en sus opiniones, que la sociedad buscará gente más reposada y conservadora. No sé si será de extrema derecha, dependerá de cómo caiga Maduro y cuanto se demore en caer, pero pienso que será un gobierno bastante conservador. Como ejemplo tenemos al Chile de la transición con los demócratas-cristianos. En cuanto al tejido social sí hay polarización política, pero no creo que aguante mucha polarización social. La gente de abajo está sufriendo tanto que hay un terreno para hacer una reparación social, eso será labor de políticas del Estado, de las universidades y sus equipos de profesionales. El tejido social que se está gestando es un tejido poco polarizado, sobre todo cuando se busca proteger la salud, la educación, del hambre, de la desnutrición, termina siendo un campo que reúne a la gente y no la divide.
Creo que al final quedaría en el ámbito político. Los actores políticos deberían firmar acuerdos que llevasen a bajar el tono de los discursos anti-civilistas y que debieran ser eliminados de los medios, de los discursos oficiales. Eso se va a lograr poco a poco, en medio de un proceso de negociación antes o después de la caída de Maduro. Eso debería entrar en la agenda como una disposición a ir hacia una transición democrática donde los actores se comprometan a bajar el tono del discurso político.
Luis Silva / Especial para Provea