«A partir del lunes primero de junio, vamos a abrir todas las gasolineras del país, en un nuevo esquema de precios y con un nuevo esquema de participación». 

Maduro ha arrojado al abismo a uno de los últimos símbolos del totemismo bolivariano.

Este sábado 30 de mayo Maduro anunció un importante incremento en el precio de la gasolina para el mercado nacional -aquejado desde hace varios meses por la escasez de combustible, las largas filas para su adquisición y las decenas de denuncias de abusos y ventas a sobreprecios por parte de funcionarios policiales y militares, que han generado protestas en varias ciudades del país.

Desde el Palacio de Miraflores, Maduro informó que la gasolina pasaría de costar 0,00001 Bs. el litro, a 5.000 bolívares por litro. Un aumento de 50.000.000.000% que ubicará el precio de venta al consumidor en 0,02 dólares por litro, una tarifa muy baja si se compara con los precios internacionales, pero elevada si se contrasta con los ingresos de la mayoría de los venezolanos.

Nicolás Maduro añadió que los propietarios de vehículos particulares tendrán derecho a una cuota mensual de 120 litros bajo la tarifa preferencial, y los propietarios de motocicletas hasta 60 litros al mes (a un costo de 2,4 dólares y 1,2 dólares respectivamente). Una vez alcanzada esa cuota, las personas que deseen adquirir más gasolina deberán pagarla a 50 centavos de dólar, lo que elevaría el costo de un tanque de un vehículo sedán, de 50 litros, a 25 dólares.

Pero además, el gobernante de facto anunció ciertas condiciones que eventualmente condicionarán el acceso al combustible a costo preferencial, propiciando con ello la exclusión y la aparición de nuevos mecanismos de corrupción. Sólo tendrán acceso a gasolina preferencial quienes se inscriban en la «Plataforma Patria», un registro asociado al oficialista Partido Unido de Venezuela (PSUV), que ha sido empleado como un mecanismo de identificación y control social para extorsionar a centenares de familias venezolanas mediante la entrega de alimentos de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP). Aunque la administración Maduro informó que también habilitaría la web del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre (INTT) para el registro de quienes deseen adquirir gasolina preferencial, todo apunta a que surgirá un nuevo mecanismo de exclusión y extorsión en país.

De barata a inalcanzable

Aunque los precios de la gasolina preferencial se mantendrán muy por debajo de la mayoría de las tarifas internacionales, la mayoría de los venezolanos percibe ingresos diarios inferiores a la media mundial de pobreza monetaria fijada por el Banco Mundial. Por ello no podrán cubrir el astronómico incremento en el combustible, a pesar de vivir en el país con las mayores reservas certificadas de petróleo en el mundo.

En 2018 el portal Global Petrol Prices ubicó a Venezuela como el país con la gasolina más barata del mundo. Para ese entonces, un venezolano podía repostar su tanque de gasolina de 50 litros unas absurdas 900 millones de veces, con un salario mensual -para diciembre de 2018- de 4.500 bolívares soberanos y el litro de gasolina a 0,00001 bolívares por litro. Para diciembre de ese año el venezolano promedio percibía apena 5,65$ de salario mensual, y la gasolina venezolana seguía siendo la más barata del mundo.

A 2,17 dólares por litro, la gasolina de Hong Kong se cotiza – según Global Petrol Prices– como la más cara del mundo. Un hongkonés promedio, que perciba un salario mínimo de 718 euros, debe invertir el 15,11% de su ingreso mensual en llenar un tanque de gasolina de 50 litros. En Uruguay -el país con las tarifas más altas de gasolina en la sub-región-, las personas que ganan salario mínimo deben dedicar apenas el 19,76% de su ingreso a la compra de gasolina.

Un venezolano, que devengue el salario mínimo mensual fijado por Maduro, debe invertir el 50% de ingreso mensual para llenar el mismo tanque de gasolina. El país con 300 mil millones de reservas de crudo, se convirtió en la nación con la gasolina más onerosa del mundo.

Con un salario mínimo un trabajador venezolano deberá ahorrar 12 meses, sin comer, para llenar los 12,9 tanques de gasolina de 50 litros que puede llenar un trabajador ecuatoriano con apenas un mes de salario.

Tras años esquivando el aumento, Maduro, el más antiobrero de nuestros gobernantes, logró la hazaña de hacer incomprable la gasolina en un país petrolero.

El entierro de la palabra

Todo comenzó el 31 de julio de 2014 cuando el entonces presidente constitucional Nicolás Maduro, anunció el comienzo de un debate para acordar el nuevo sistema de precios de la gasolina y el resto de los combustibles en el mercado nacional. El 30 de diciembre de ese mismo año Maduro informó que su gobierno había descartado un aumento en el precio del combustible en el corto plazo, “hay que esperar el momento en que estabilicemos los factores especulativos para plantearle al país el esquema, no dependemos de un aumento de la gasolina para que se cumpla el presupuesto 2015” dijo en una rueda de prensa en Miraflores.

Pero el 21 de enero de 2015, Maduro contradijo sus propias declaraciones y convocó a todos los sectores del país a debatir un esquema de precios justos de la gasolina. A comienzos de febrero se lanzó una costosa campaña de spots televisivos y anuncios en periódicos para promover el incremento. Para mediados de mes, el entonces presidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes, declaró: “Ya las condiciones están dadas para aumentar el precio de la gasolina”. En 2016 Maduro aprobó un aumento de hasta 6.086% por litro de gasolina, de costar 0,080 Bs. el litro de combustible de 91 octanos, y 0,097 Bs. el litro de 95 octanos, pasaron a costar 1 y 6 bolívares por litro, respectivamente. A pesar del elevado incremento, el precio la gasolina seguía siendo asequible para los trabajadores venezolanos. Para finales de ese año el salario mínimo nacional ascendía a 27.092 bolívares.

Antes de esa fecha, el precio de la gasolina en Venezuela no había sido aumentado desde 1997 cuando el ex presidente Rafael Caldera aprobó un ajuste de 27%, solo 2 años después de un anterior aumento que sextuplicó el valor del combustible. En febrero de 1989 el ex presidente Carlos Andrés Pérez anunció al país un paquete de medidas económicas aconsejadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI), que entre otras cosas contemplaba un aumento de 94% en el precio de la gasolina.

El 27 de junio de 2008, Hugo Chávez descartó la posibilidad de aumentar el precio de la gasolina argumentando que el subsidio era un tema de soberanía nacional.

Para 1998, Hugo Chávez, el candidato del naciente y avasallante «movimiento bolivariano» había descrito la posibilidad de un aumento de la gasolina como «una medida hambreadora del pueblo».
Ese año, Chávez y su movimiento político, capitalizaron electoralmente el descontento social generado tras años de corrupción, aumento de la pobreza y medidas económicas antipopulares aprobadas durante las gestiones de Jaime Lusinchi, Carlos Andrés Pérez, Ramón J. Velásquez y Rafael Caldera.
El proyecto «bolivariano» se adueñó entonces de las consignas anti-neoliberales del momento, a pesar de que muchos de sus fundadores -entre ellos los más cercanos y consecuentes colaboradores de Chávez- habían participado activamente en la gestión de Caldera y ayudado a ejecutar el programa económico «Agenda Venezuela».
Pero fue Maduro el mandatario que enterró definitivamente la promesa de su mentor Hugo Chávez. Durante sus años en el poder se han producido los mayores aumentos -en términos porcentuales- en el precio de la gasolina del ex-país petrolero. El más reciente, rebasa los cincuenta mil millones por ciento (50.000.000.000), para situarse años luz de distancia del incremento impulsado por Carlos Andrés Pérez en 1989, que en su momento sería el catalizador de la revuelta popular conocida como «El Caracazo».