Caracas, 6 de noviembre 2019

Durante mi primera visita a Venezuela, he visto cómo las mujeres, los hombres, los niños y las niñas comunes se enfrentan cada día a retos abrumadores para sobrevivir. Millones de personas no pueden acceder al mínimo de alimentos, agua y atención médica. La situación continúa deteriorándose.

La gran mayoría de los venezolanos se han visto afectados por la crisis política y económica en la que fue alguna vez la nación más rica de América Latina. Una enorme contracción económica exacerbada por la hiperinflación ha provocado una situación difícil para la gente común en todo el país.

He observado que el sistema de salud está al borde del colapso y que muchos hospitales carecen de la infraestructura básica de agua y electricidad. Los pacientes hospitalizados, muchos de los cuales ya están gravemente enfermos, corren un alto riesgo de perder la vida a causa de las nuevas infecciones que están adquiriendo mientras están en el hospital, ya que no es posible realizar una limpieza y desinfección básica. Todo esto se ve agravado por la falta de medicamentos y la escasez de médicos y enfermeras para administrarlos. Las enfermedades prevenibles, como el paludismo y la difteria, han vuelto con mucha fuerza. Las personas con enfermedades crónicas, mujeres embarazadas y lactantes, niños y niñas y personas en situación de discapacidad se encuentran entre los más vulnerables.

Algunas estimaciones sugieren que 4,5 millones de venezolanos viven actualmente fuera del país – la mayoría de ellos en otros países de América Latina y el Caribe. Muchas de estas personas se arriesgan a realizar viajes peligrosos todos los días, enfrentándose a la explotación sexual, la trata y el abuso.

A pesar de la gravedad de la situación, también me ha impresionado la solidaridad de las personas que se apoyan mutuamente. El personal y los pacientes del hospital José Gregorio Hernández, que visité, me dijeron que los medicamentos son escasos, que los apagones han causado que sólo una quinta parte del hospital tenga electricidad, que el agua llega sólo dos días a la semana, y que cuando lo hace, algunas de las tuberías oxidadas y rotas desprenden un hedor desagradable que persiste en todo el hospital. Me dijeron que algunos trabajadores del hospital gastan más de su salario mensual sólo para ir a trabajar.

En mis reuniones con funcionarios de alto nivel del Gobierno de Venezuela y miembros de la Asamblea Nacional, encontré una voluntad común de abordar la situación humanitaria. Sólo una solución política puede detener el sufrimiento en Venezuela. Mientras tanto, las Naciones Unidas y nuestros socios humanitarios seguirán prestando ayuda humanitaria a los más vulnerables de acuerdo con nuestros principios de imparcialidad, independencia y neutralidad.

En este sentido, el Plan de Respuesta Humanitaria fue elaborado este año por las Naciones Unidas y sus socios para abordar las necesidades humanitarias más graves. Este Plan ha sido plenamente apoyado por el Gobierno de Venezuela y la Asamblea Nacional. He recibido compromisos firmes de que apoyarán la implementación del plan, en beneficio de los venezolanos más vulnerables de todo el país.

La comunidad humanitaria se centra en la prestación de asistencia para salvar vidas y en la protección de los más vulnerables. Todas las partes deben respetar nuestro enfoque humanitario de principios y no manipular la asistencia basada en las necesidades. El sufrimiento humano no es un arma política. Seguiremos monitoreando la prestación de asistencia para asegurarnos de que ésta se presta de manera transparente y en conformidad con evaluaciones independientes.

He pedido a las autoridades y a otros apoyo para mejorar el acceso de las organizaciones humanitarias, incluidas las organizaciones no gubernamentales, para facilitar aún más la incorporación del personal especializado, para reducir las restricciones burocráticas para el registro y el traslado de suministros de ayuda por todo el país, para apoyar el monitoreo independiente y para ayudarnos a mejorar la disponibilidad de datos a fin de garantizar que se pueda ayudar a las personas más necesitadas.

Los programas de ayuda apoyados por las Naciones Unidas están marcando la diferencia. Durante el último año hemos vacunado a 8,5 millones de niños contra el sarampión, apoyado a unas 975.000 personas con medicamentos en 109 centros de salud, distribuido alimentos y proporcionado apoyo agrícola a 50.000 personas, garantizado que 350.000 personas tengan acceso al agua potable, proporcionado apoyo educativo a más de 160.000 estudiantes y hemos permitido que muchos de ellos permanezcan en la escuela al comienzo del nuevo año escolar. También hemos proporcionado apoyo nutricional a más de 100.000 niñas, niños y mujeres embarazadas y lactantes, y hemos apoyado a 35.000 personas con información y apoyo para acceder a los servicios de protección.

Por último, pero no menos importante, quisiera dar las gracias a todos los que han aportado recursos financieros para las actividades apoyadas por las Naciones Unidas al esfuerzo humanitario en Venezuela. Este año se han recibido más de 155 millones de dólares. Sin embargo, nuestro Plan de Respuesta Humanitaria de 223 millones de dólares sigue careciendo de recursos suficientes y la mayor limitación para la prestación de asistencia humanitaria sigue siendo la financiación. Todo el mundo necesita hacer más.

El próximo mes publicaremos planes provisionales para la respuesta humanitaria apoyada por las Naciones Unidas en Venezuela en 2020. Se necesitarán muchos más recursos y buscaremos financiación adicional de los donantes.

Debemos reconocer, sin embargo, que es poco probable que los recursos internacionales sean suficientes para estabilizar la situación humanitaria. Tendremos que encontrar una manera de liberar los recursos venezolanos para contribuir más a la acción humanitaria. Reconociendo las diferencias políticas, esto requerirá que las partes interesadas den una mayor prioridad a la reducción del sufrimiento inmediato de la población de este país.

Foto cortesía de

OCHA_Venezuela