Un nuevo episodio de asedio y represión se vivió este miércoles en las puertas de la Universidad Central de Venezuela. La manifestación por el Día del Estudiante, convocada por la Federación de Centros Universitarios y centros de estudiantes de esa casa de estudios, terminó con los tradicionales obstáculos para el ejercicio del derecho a la manifestación pacífica por parte de agentes policiales y militares, el lanzamiento de bombas lacrimógenas contra los manifestantes y el intento de allanamiento del campus universitario por brigadas motorizadas de la Policía Nacional Bolivariana.
La jornada de protesta de este miércoles inició con una nutrida asamblea de estudiantes en la Plaza Cubierta del Rectorado de la UCV, en la que dirigentes y estudiantes debatieron sobre las principales demandas del sector estudiantil en el contexto de la crisis actual, y expusieron diversas posiciones para avanzar en la construcción de una agenda de movilizaciones por la universidad, la democracia y el país.
Mientras se desarrollaba el debate, los tres principales accesos de la universidad: Arco Tamanaco, Tres Gracias y Arco de Ciencias, eran rodeados por cientos de efectivos de la Policía Nacional y la Guardia Nacional Bolivariana que permanecían atentos al inicio de la marcha anunciada por la Federación de Centros.
Represión 24 horas al día
Pasadas las 11 de la mañana, los estudiantes decidieron iniciar la movilización atravesando la histórica Plaza del Rectorado con dirección al Arco de Ciencias, en un infructuoso intento por burlar el ya tradicional piquete anti-protestas que, día a día, es instalado por los agentes de la fuerza pública en la Plaza Salvador Allende, punto que comunica a la UCV con Plaza Venezuela.
A escasos minutos del inicio de la marcha los estudiantes se toparon con la muralla represiva de la PNB instalada en la avenida Los Ilustres a cien metros del Arco de Ciencias. Un centenar de efectivos policiales equipados con escudos, gases lacrimógenos, bastones y escopetas de perdigones, impedían el paso de la manifestación. A pocas cuadras del lugar, en Los Chaguaramos, un mitín convocado por el oficialismo partía sin contratiempos desde la sede de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV) con dirección al centro de Caracas.
Lentamente los ánimos se fueron caldeando en la medida que los funcionarios de la Policía Nacional empleaban sus acostumbradas técnicas de negociación y persuasión, basadas en las inconstitucionales e ilegales justificaciones para impedir el ejercicio del derecho a la manifestación. El recurrente alegato de la ausencia de «permisos»; el argumento de la obediencia a órdenes superiores y la pre-calificación como violentos de los movilizados, fueron nuevamente el repertorio discursivo de los agentes de la Policía Nacional. El mismo libreto aplicado en las cientos de manifestaciones que se producen a diario en Caracas y el resto del país.
A pesar de los obstáculos indebidos, la dirigencia estudiantil ofreció una alternativa a los agentes de la fuerza pública en un intento por resolver de forma pacífica el conflicto. La marcha ya no cruzaría los limites de la avenida Los Ilustres, saldría por el Arco de Ciencias y entraría nuevamente a la UCV por el acceso de Las Tres Gracias, una distancia de apenas una cuadra. Dos funcionarios policiales, encargados del operativo, expresaron nuevamente que tenían expresas órdenes de impedir cualquier movilización de los estudiantes. Metros atrás del cordón instalado por la PNB, un corpulento funcionario de la Guardia Nacional Bolivariana giraba instrucciones a los policías mientras era escoltado por otros seis agentes de ese componente militar.
La negativa de los funcionarios terminó de encender los ánimos de los movilizados. Luego de entonar el Himno Nacional, un forcejeo entre manifestantes y escuderos de la PNB condujo al desenlace violento de la jornada. Entre empujones, dos funcionarios policiales arrojaron sustancias tóxicas contra la manifestación. Uno de ellos rocío gas pimienta al rostro de los manifestantes más próximos al piquete, mientras que el otro funcionario arrojó manualmente una granada lacrimógena que no llegó a detonar. A pesar de la creciente tensión, hubo tiempo para un último diálogo que, de nuevo, resultó infructuoso debido al empeño oficial por impedir la movilización.
Llegado el mediodía los estudiantes atravesaron improvisadas barricadas, arrojaron piedras contra los policías y gritaron su frustración. «La UCV se defiende, no se abandona», fue la consigna más voceada del día. Rápidamente las bombas lacrimogenas y los perdigones dijeron presente, acompañados por unos cien efectivos de la GNB que reforzaron la pared represiva de la PNB. En las casi dos horas que duró el desigual enfrentamiento, la fuerza pública concentró a más de doscientos efectivos policiales y militares, mientras que los estudiantes se redujeron a mucho menos del centenar.
Las bombas lacrimogenas caían en varias direcciones. Unas alcanzaron la escuela de Ingeniería Metalúrgica, la entrada de la facultad de Ciencias y otras recorrieron distancias más largas hasta llegar a la parte trasera de la Facultad de Farmacia, situada a unos 200 metros de la zona de conflicto. Un grupo de funcionarios de la GNB fue lentamente ganando terreno a lo largo de la avenida los Ilustres, en dirección a Ciudad Universitaria, con la intención de asestar con más contundencia los ataques lacrimogenos que caían en Ingeniería Metalúrgica, sitio en el que algunos manifestantes se dedicaban a recoger piedras para entregarlas a quienes enfrentaban a la PNB en el Arco de Ciencias.
La brigada «Canguro»
Pasada la una de la tarde, las brigadas motorizadas de la PNB amenazaban con ingresar al campus universitario. Una veintena de efectivos policiales encendieron sus motocicletas y, sin avanzar, hacían rugir los motores mientras recibían órdenes de un superior. Una primera oleada de estos funcionarios amagó con adentrarse hacía el Arco de Ciencias. El piquete de policías les abrió paso en su flanco izquierdo, los motorizados se adentraron unos quince metros, arrojaron un par de bombas lacrimogenas y retrocedieron. Fue la primera advertencia.
A la 1:27 de la tarde los motorizados asumieron la misma actitud. Esta vez, las órdenes superiores se emitían por megáfono. De nuevo rugieron los motores de unas veinte motos de la PNB que eran escoltadas por otras cincuenta de la GNB metros más atrás. El flanco izquierdo del piquete se abrió lentamente y la brigada motorizada avanzó arrojando bombas lacrimogenas y disparando perdigones, haciendo retroceder a los estudiantes y quedando a pocos pasos de atravesar el Arco universitario de Ciencias, el histórico hito fronterizo que protege la autonomía universitaria y el libre pensamiento.
Siete lesionados
Al cierre de la jornada Provea contabilizó al menos unos siete lesionados. Seis por asfixia debido a los gases lacrimogenos y otra persona debido al impacto de un objeto contundente. Todos fueron auxiliados por el cuerpo de bomberos de la UCV. Provea acompañó la movilización desde su inicio en la Plaza Cubierta del Rectorado, y comprometida con el respeto y la garantía de los derechos humanos en el país, afirma que, una vez más, la fuerza pública propició el desenlace violento de una manifestación que se desarrollaba de forma pacífica. Los obstáculos al libre tránsito; la libre expresión; la asociación y la reunión pacíficas, forman parte del repertorio represivo de una dictadura empecinada en aplastar las voces del descontento.
Prensa Provea