Enero, 2019/ Margarita López Maya. El documento que anda circulando por redes internacionales de izquierda es de autoría de un número de ex ministros e intelectuales chavistas, que se conocen en Venezuela como críticos o disidentes. Tienen, para mí una perspectiva equivocada sobre el conflicto que hoy sufrimos, pues desde hace ya al menos dos años dejó de ser un conflicto polarizado entre derecha e izquierda, donde ambos polos son responsables de las penurias y masivas violaciones a todos nuestros derechos humanos. No, esa no es la situación. Maduro, a diferencia de Chávez, es un dictador, que hoy ejerce un poder nepótico, patrimonialista y fuertemente totalitario, sin estado de derecho ni apoyo popular.
Las fuerzas opositoras, políticas y sociales, no solo no son responsables de esta deriva, sino que han hecho en estos últimos años importantes esfuerzos por construir una ruta que permita un proceso de transición pacífico y democrático. Por ello la dirigencia mayor de ella, dirigentes de partidos con algún liderazgo importante, ha sido encarcelada, torturada y otra está en el exilio. De modo que aquí el conflicto es entre un gobierno de rasgos autoritarios- totalitarios- y alianzas del mismo tenor: China, Turquía, Rusia, Irán, contra una oposición democrática y sus aliados, gobiernos de vocación democrática.
Desafortunadamente, estos intelectuales críticos no pueden apreciar este cambio de paradigmas, ni el esfuerzo hecho por los partidos políticos opositores, porque su diagnóstico está demasiado condicionado por una ideología de izquierda todavía anclada en el siglo XX, donde se privilegia el antiimperialismo a la defensa de los derechos humanos. Y donde occidente es lo peor por aquello de la colonialidad del saber y otras corrientes donde el pensamiento occidental ha sido estigmatizado.
Dicen estos intelectuales querer evitar un derramamiento de sangre, cuando cada día que permanece Maduro en el poder se derrama sangre sin la más mínima consideración. El hambre y la falta de medicinas mata todos los días a los más vulnerables, las cifras son espeluznantes y sólo reflejan una parte de la realidad pues el gobierno niega cifras oficiales y presiona a médicos y centros de salud para que distorsionen cifras sobre causas de muerte. Los suicidios, por su parte, se han más que duplicado.
La represión a los sectores populares ha sido atroz, desde que tuvieron la temeridad los pobres, tan malagradecidos, de salir a protestar contra Maduro el 23 de enero. Los han perseguido en sus casas de noche, en los barrios populares a donde llegan los cuerpos de seguridad, ahora principalmente un cuerpo de militares y paramilitares llamado FAES (Fuerza de Acciones Especiales adscrita a la Policía Nacional Bolivariana), encapuchados y allanando hogares en el más puro estilo fascista. Se llevan ahora como novedad a menores de edad, sí, niños y adolescentes. PROVEA ha contabilizado al menos 35 muertos y el Foro Penal más de 800 detenidos, que el Observatorio Venezolano de Prisiones denuncia que van a engrosar las cárceles hacinadas, controladas por delincuentes y sin capacidad ni siquiera de alimentarlos. Pero, estos intelectuales están demasiado preocupados por lo que dicen es un «guion» que hizo EEUU y que sigue la oposición venezolana y el Grupo de Lima, que son lacayos del imperialismo. Nada más falso.
Los sucesos de enero en Venezuela, si leyeran fuentes distintas a Aporrea y se quitaran las gríngolas ideológicas, conocerían que es bastante más complejo que el mundo bipolar de la Guerra Fría, que hace rato acabó y estamos en otra situación. Por supuesto, que todos tememos lo que pudieran tratar de hacer las potencias, no sólo EEUU, sino los capitalismos salvajes de China y Rusia que hoy vuelan como buitres sobre el país, gracias al comandante eterno, que los recibió con los brazos abiertos y les dio todo tipo de facilidades sin control, que hace que hoy estén participando del botín en que se ha convertido Venezuela. Pero el guion es básicamente nacional, producto de mucho debate, y gestiones entre partidos opositores dentro y fuera del país, de ciudadanos y organizaciones sociales, que lograron restañar heridas adentro y también construir una articulación con actores relevantes de la comunidad internacional, que hoy juegan en coordinación con ellos y con el gobierno de EEUU. Dicho sea de paso, EEUU está actuando desde sus instituciones y usando hasta ahora armas económicas y diplomáticas.
Finalmente deseo destacar que ha habido cuatro intentos de negociación fallidos entre el gobierno de Maduro y la oposición, y si también siguieran la evolución de esos procesos sabrían que los últimos pusieron de relieve la nula voluntad de diálogo o negociación del gobierno de Maduro, quien con el más puro estilo cubano ha utilizado el diálogo para desgastar a la oposición, dividirla y ganar tiempo. Tanto el Vaticano como el presidente de República Dominicana fueron manipulados por el gobierno en esas ocasiones, así como otros gobiernos como el chileno, que trataron de mediar en buena fe, sólo para constatar que Maduro no tenía intención alguna de ceder en lo fundamental: dejar que los venezolanos decidan en elecciones el futuro que quieren. El chavismo no cree en alternancia política. Ahora estos despistados piden «diálogo».
Estos imposibilistas -como diría Hobsbawn- izquierdistas con una posición moral purista que no les permite aliarse con nadie, proponen que se llame a elecciones generales, lo que truncaría el proceso que hoy camina hacia el cambio democrático, liderado por la Asamblea Nacional y su presidente del partido Voluntad Popular, Juan Guaidó. Con apoyo, sí, de EEUU y actores de la comunidad internacional. Las alianzas, estamos conscientes, es un riesgo que se corre, pero no había alternativa frente a un ejercicio del poder cuasi sultánico, y la destrucción de la república y la nación que han propiciado tanto Maduro como su mentor, Hugo Chávez.
El parlamento actual, que los intelectuales críticos quieren sustituir, que hoy lidera la lucha con masivo apoyo popular y legitimidad, fue electo en las últimas elecciones relativamente competitivas -bastante injustas por lo demás como expliqué en un artículo en su momento- y por ello tiene un mandato legítimo y legal hasta el 2021. ¿Por qué habría que ser reemplazado, cuando quienes no han sido elegidos de acuerdo a la constitución y las leyes han sido Maduro, el Tribunal Supremo de Justicia, el Poder Electoral y el Ciudadano? No sé si es ignorancia o mala fe esa propuesta. Además, esas elecciones, ¿qué instancia las va convocar, el actual CNE un brazo ejecutor de la voluntad de Maduro? La Asamblea Nacional aprobó anoche, martes 29 de enero, en primera discusión, una ley de transición para comenzar a caminar de manera ordenada e institucional la ruta hacia la democracia. Pero, eso no les satisface, ellos quieren un referendo, no se cómo lo van a implementar.
Cuando vi ese documento sentí tristeza y frustración. Lo firman personas que estimo, inteligentes y creo que probos. Pero, me parecen incapaces de situarse por encima de una ideología que ya no funciona. Afortunadamente, en Venezuela, tienen escaso eco. Quizás afuera sus percepciones e ideas hacen más daño, porque allí no se vive el día a día, y la información es compleja y confunde. Hubiera esperado que entendieran la hora, la ventana de oportunidades para el cambio político que se ha abierto para Venezuela, y que acompañaran a quienes han luchado desde todos los espacios de la sociedad, ahora liderados por la Asamblea nacional y el liderazgo de su presidente. El movimiento prodemocrático nacional necesita de toda la fuerza sociopolítica que pueda tener. Los intelectuales críticos prefieren mantenerse puros y aparte. De todos modos, tendrán su espacio cuando regrese a mi país el pluralismo, la alternancia, en fin, la democracia.