En el momento en que Chávez y su gobierno, abierta y decididamente se negó a demarcar los territorios indígenas tal como pauta la Constitución que él mismo auspició como fundamento de su “Revolución Bolivariana”; cuando desde su gobierno se fraguaban planes de contención a las aspiraciones de los pueblos y en contra de sus dirigentes, algunos edulcorados con el financiamiento de proyectos y cargos burocráticos, a otros con la persecución y la muerte, como fue el caso del líder yukpa Sabino Romero, era claro que estábamos frente al proceso de corporativización del Estado-gobierno; por lo que, seguir alucinando con vinculaciones ideológicas de la Guerra Fría era muestra de ingenuidad (en el mejor de los casos), o simple discurso para ocultar la desvergüenza de quienes aún hoy la muestran como su escudo.
En la región de Guayana, no sólo quebraron la industria del hierro y la siderúrgica, sino que quebraron a su dirigencia obrera y a los que persisten en la dignidad de su rebeldía los mantienen prisioneros, sin juicio, sin posibilidad de defensa, Rubén González y Rodney Álvarez son evidencia tajante de ello. En cuanto a los pueblos indígenas de Bolívar y Amazonas, no sólo no les demarcaron sus territorios, sino que se les ha despojado de ellos y entregados a corporaciones rusas, chinas y turcas para la más atroz explotación de sus yacimientos de oro, sin importar la destrucción del Orinoco, corazón de agua de Venezuela. Mientras estas esperan las condiciones óptimas para llegar, que suponen control del descontento y desmantelamiento de cualquier resistencia, ya llegaron la estilo africano, creando un enclave de terror que los provee de minerales estratégicos a bajo costo de forma «ilegal»y «legal» administrado por grupos armados, crimen organizado respaldados por las FANB del gobierno. Tal vez nunca lleguen «legalmente» este modo de enclave criminal les ha servido a las transnacionales en África para traspasar la culpa a sus sanguinarios operadores.
Así, la corporativización del Estado ha implicado el abandono de toda noción de soberanía y esta palabra sólo es usada como justificación de su ambición. Las Fuerzas Armadas, cuyo fundamento es, precisamente, la defensa de la soberanía nacional, son igualmente corporativizadas mediante su conformación como Empresa Minera (Caminpeg) responsable de los acuerdos con las corporaciones y, por supuesto, de garantizar la seguridad de las explotaciones. Por si esto fuera poco, la corporativización del Estado también implica el advenimiento a los planes corporativos de fuerzas del crimen organizado (narcotráfico, extorsión, trata de personas), cuyo papel es ejecutar operaciones de terror sobre las poblaciones a desalojar de los espacios a ser explotados.
No es posible ofrecer una cifra exacta de asesinados en el contexto de explotación del Arco Minero en el Estado Bolívar, la mayoría de ellos pertenecientes al pueblo Pemón, quienes en la defensa de su territorio y de sus vidas les ha tocado enfrentar al ejército del Pranato (Crimen Organizado), la guerrilla del ELN (Colombiano), sino también a las fuerzas armadas nacionales.
Mientras los crímenes del orden del miedo se suceden, se siguen neutralizando organizaciones indígenas de intermediación y dividiendo con el argumento de la ambición extractivista, a muchos dirigentes de las muy escasas experiencias de gobierno propio que hay en los territorios.
Hoy, el escenario de despojo se traslada a la región del río Socuy: corazón de agua de Maracaibo, San Francisco y la Costa Oriental del Lago, pues, la corporación minera rusa Vostokcoal y la militar Caminpeg han penetrado territorio wayuu para iniciar la explotación masiva y desesperada de minas de carbón adjuntas al río que, no está demás decirlo, es el principal surtidor de agua a las poblaciones antes mencionadas.
Decimos “desesperada”, pues, en medio de su lucha por mantenerse en el poder del Estado, el gobierno nos arrastra a todos a la muerte, y no hablamos de la supuesta confrontación militar con los Estados Unidos, Colombia y Brasil, o la conversión de Venezuela en Siria, sino que más allá de ese escenario, su disposición a destruir las principales fuentes de agua del país por la ambición y la codicia, sin lugar a dudas, nos arrastra a todos a la muerte, a la muerte del país como tal.
Desesperada también para los que aún en el Socuy están dispuestos a decir no, pues aprendimos en Las Claritas- Sur del Orinoco y en otras partes del mundo donde los rusos han decidido explotar, que están dispuestos a ejercer sin ningún tapujo, la violencia en forma directa para imponer su negocio y asegurarlo. No conforme con el despliegue de bandas en nuestros territorios, el gobierno invita a una de las bandas corporativas mas agresivas a entrar sin importarle como sus propios estudios señalan a esta reserva de agua y biodiversidad como mineralmente inexplotable.
Desde nuestra organización, golpeada como todas las nuestras, pero dispuesta a luchar aún, decimos que el camino es gobernar los territorios y reivindicar una soberanía que este estado, este gobierno y los gobiernos rentistas del mundo han decidido entregar sacrificándonos.
No es tiempo de proponerle alternativas a la minería a un gobierno corporativo-mafioso cuya ejecución quede a escala del saqueo y termine contribuyendo con fortalecer el despojo del que ya somos víctimas y carne de sacrificio, hacemos un llamado a la clase media desesperada por la ausencia de servicio de aguas a que nos acompañe a decir no. Son nuestros barrios indígenas, donde hemos sido desplazados las más dolidas víctimas de siempre y aún ahora de la ausencia de servicios. Pero cambiamos desde abajo el modelo de desaparición e indignidad hijo de la renta o perecemos todas y todos.
Por casi dos décadas muy difíciles hemos logrado parar la explotación minera en Perijá a un alto costo y no pocos dolores. Nuestras organizaciones se han debilitado por esa confrontación y seguro que por nuestros errores, hoy los territorios de sacrificio se han ampliado y están por todo el país llamado Venezuela, con lo que hemos capaces de aprender, debemos pelear contra el modelo en todas partes, la devastación, el miedo y el despojo violento está en la puerta de cada casa y en cada comunidad y si cada quien hace los suyo crearemos algo nuevo que legar a los que vienen.
No es suficiente con pedirnos escoger entre carbón o agua, entre divisas para sostener a Maduro en el poder o morir de hambre y sed, decir eso no basta, sino que este debe ser motivo suficiente para gritar ¡Ya basta! Y lanzarnos a detener esta locura criminal. Ya en el Zulia padecemos un racionamiento de agua que mantiene zonas por semanas y hasta meses sin recibir una gota de agua, salvo la que la gente pueda comprar a las cisternas o la que cada vez más esporádicamente cae con las lluvias. No es posible que permitamos que la ambición de unos cuantos destruya la vida de millones de seres. Es hora de salir como un solo Nosotros en defensa del río Socuy y el Orinoco, y de la vida de nuestro país.
¡Fuera los Rusos del Socuy! ¡Fuera la Corporación Militar Caminpeg!
No al Arco Minero del Orinoco
Organización Indígena Intercultural Wainjirawa
Para descargar el comunicado lo puede hacer AQUÍ
Organización Indígena Intercultural Wainjirawa*Imagen referencial