Publicado por el Observatorio de Ecología Política

EXPEDIENTE PARTE DEL MAPA DE CONFLICTOS SOCIO-AMBIENTALES DEL OBSERVATORIO DE ECOLOGÍA POLÍTICA DE VENEZUELA

La Laguna de Sinamaica está situada al noroccidente del estado Zulia y en la costa noroeste del Lago de Maracaibo, limita por el norte con el Gran Eneal, por el sur con el municipio Mara, por el este con Sinamaica y la desembocadura del río Limón, y por el oeste con Carrasquero, muy cerca de Maracaibo. Forma parte del sistema estuarino del río Limón y en él ocurre el intercambio de diferentes cuerpos de agua: el río Limón, que es su principal afluente; el Lago de Maracaibo (a través de bahía de Urubá); el golfo de Venezuela (a través de un intercambio freático por el Gran Eneal); y tiene relación directa con el área de manglar más extensa del estado Zulia (ICLAM, 2001. Citado por Montiel y otros. 2015). Es uno de los reservorios de agua más importantes de la región zuliana. Sus aguas salobres se extienden en los 50 km2 de superficie que la conforman; posee anchos canales con manglares rojos, blancos, negros o el botoncillo, además de cocoteros.

Este ecosistema manglar-lagunar ha sido la cuna de quienes son  considerados los “primeros venezolanos”, el pueblo Añú-Paraujano (que significa gente de agua). Su relación con el agua es tan intensa que no es sólo el medio físico en donde desarrollan su dinámica cotidiana, sino que también les provee las materias primas para su modo de vida (Fernández, 2002). La Laguna y los Añú han sido protagonistas en importantes hechos históricos: se señala que allí es donde se origina el nombre de Venezuela. Existen dos versiones distintas con el mismo resultado sobre el origen del nombre de nuestro país: una afirma que los indígenas llamaban al pequeño poblado de Sinamaica “Veneciuela”, que significa “agua grande”, mientras que otros narran que el paisaje de palafitos que encontraron los hombres de Alonso de Ojeda les causó gran asombro, a lo que el italiano Américo Vespucio denominó “pequeña Venecia”, por la similitud con la ciudad italiana. Por lo tanto es uno de los iconos de identidad nacional y de la región Zuliana.

Finol (2015) resume parte de la historia de los Añú y de su territorio:

“el pueblo Añú fue el que recibió de manera directa la invasión europea desde la llegada de los primeros emisarios de la monarquía castellana, enfrentando una guerra de resistencia que duró más de un siglo (…) El siglo XX vio llegar la era petrolera y con ella la urbanización desordenada, la contaminación y el saqueo. Los Añú han sido los más afectados por la industria petrolera, con la destrucción de su hábitat ancestral, el Lago Maracaibo. El racismo anti Añú tuvo su clímax el 13 de noviembre de 1939 cuando las transnacionales y la dictadura causaron el “Incendio de Lagunillas” que destruyó mil doscientas viviendas palafíticas del ancestral Paraute, un poblado con miles de años establecido en esa ensenada…”

Los palafitos han sido las viviendas tradicionales de este pueblo, quienes las construyen con manglar o enea y reposan sobre las aguas. Para transportarse emplean cayucos que son embarcaciones elaboradas con troncos de los árboles. Las actividades económicas tradicionales más importantes de este pueblo han sido la artesanía –por lo que utilizan la enea, juncos y majagua como materia prima– y la pesca, de donde obtienen su principal fuente de alimentación y que también les permite comercializar.

En la actualidad en la Laguna conviven criollos e indígenas Wayuú y Añú (14 comunidades de este último pueblo). Pero son estos últimos, como su nombre y tradición indica, quienes mantienen una relación más directa con el agua.

La conjunción de los elementos naturales y los asociados a la cultura étnica han hecho de la Laguna de Sinamaica una zona turística para propios y extranjeros. Sin embargo, la laguna es una zona desasistida donde prevalece la pobreza extrema, la insalubridad y el abandono. Sus habitantes viven bajo condiciones de marginalidad. Una evidencia de ello es el estado de los servicios públicos y en red: carecen de acueductos por lo que se abastecen de agua potable a través de camiones cisternas que llegan al puerto más cercano de manera periódica, llenan con agua las pipas de plástico y luego son trasladadas en lanchas o cayucos hasta los hogares. La eliminación de excretas se realiza de forma directa en la Laguna; estas aguas a su vez son utilizadas para el aseo, quehaceres domésticos y consumo humano, lo que genera que las enfermedades de tipo gastrointestinales sean recurrentes en los miembros de las comunidades indígenas (Levy y otros 2009).

La pesca se ha visto reducida y ahora es una práctica ocasional, consecuencia de la contaminación de las aguas, las bajas ganancias económicas, la disminución del espejo de agua por el dragado de los ríos que nutren a la Laguna (situación que se agrava en temporadas de sequía y se evidencia a través de la sedimentación de la misma), la deforestación en la cuenca de los ríos y los altos costes de los repuestos de las embarcaciones (Montiel, 2016), por mencionar los principales factores. “En donde antes había agua ahora hay sedimentos. En algunos lugares incluso se puede caminar. La laguna de Sinamaica agoniza” (Bermúdez, 2015).

Esta situación ha generado el desplazamiento de sus habitantes hacia áreas más atractivas económicamente y los que aún permanecen en el sector son en su mayoría ancianos con alto sentido de pertenencia al lugar que se encargan de cortar leña, mientras que los más jóvenes se dedican al contrabando de extracción de diversos productos, donde la gasolina es el más importante.

El contrabando de extracción o “bachaqueo” de gasolina ha sido una de las actividades ilícitas más lucrativas en este sector y a pesar de que se realiza desde hace ya varios años, su práctica se ha intensificado durante  la extraordinaria crisis que vive el país desde hace varios años. Por mucho tiempo, la gasolina venezolana fue la más barata del mundo, por lo que su contrabando ha tenido un alto porcentaje de ganancias para los involucrados. La Laguna de Sinamaica ha hecho parte de una ruta que permite transportar la gasolina extraída –desde sitios como Maracaibo–, pasando por zonas fluviales hasta llegar a vías terrestres (como La Guajira), y ser trasladada hacia Colombia, donde finalmente se ha vendido.

Montiel (2006) indica que cuando los habitantes de la Laguna han sido interrogados por las autoridades, estos han encubierto a los contrabandistas, asegurando desconocer el origen de los recipientes y afirmando que contienen agua y no gasolina. También indica que durante las incautaciones, en primera instancia los funcionarios estatales intentan mediar y concientizar para la entrega de las pipas, pero los denominados ‘bachaqueros’ defienden su mercancía y es necesaria la aplicación de mecanismos más severos, por lo que para que ocurra el decomiso deben destruir los recipientes. Los pobladores afirman que si incautan el material en el agua el contenido es vertido directamente en la laguna, y si es incautado en la tierra se quema en los manglares y las eneas, lo que produce humo y la muerte de los peces.

Sin embargo, esta actividad es una de las más extendidas en la región, y en la laguna se señalala participación prácticamente de todos en la misma. Aunque exista patrullaje de la armada y el ejército durante las 24 horas del día, los grandes volúmenes de gasolina que son transportados diariamente a plena hora el día demuestran que contrabandistas, habitantes y funcionarios han operado de manera conjunta.

Todos sufren las múltiples consecuencias de la contaminación de la laguna: la degradación de los ecosistemas, la aparición de enfermedades gastrointestinales, los riesgos de quemas y explosiones por el mal manejo del combustible y cambio en los patrones de vida; pero son pocas las denuncias que se registran porque en realidad el contrabando es muy lucrativo y constituye la manera más rápidas de obtener recursos económicos en un localidad empobrecida. Incluso, habitantes justifican el desarrollo de este tipo de actividad ante la falta de ayuda gubernamental y sus precarias condiciones de vida.

Las denuncias por la contaminación ambiental las realizan ambientalistas, periodistas e investigadores de la región preocupados por la materia. Por su parte, los habitantes denuncian ante los medios de comunicación las dificultades que tienen en cuanto a los servicios públicos, los altos costos de los productos de primera necesidad, la disminución de las fuentes de empleo, las enfermedades que padecen, la contaminación de la laguna y la  disminución de especies para la pesca, pero señalan que la principal causa es el aumento de la salinidad de las aguas y la sedimentación que afecta a la laguna; no mencionan como causa la contaminación a los derrames de combustible que se producen por el contrabando.

Las respuestas del gobierno, tanto a escala local como nacional, han estado dirigidas hacia los decomisos y detenciones de los involucrados. También, conjuntamente con las comunidades organizadas, se ha anunciado la necesidad de reimpulsar la Laguna como un destino turístico. Sin embargo, la realidad ha sido otra. El estado Zulia, uno de los más colapsados de todo el país, está ampliamente dominado por economías ilícitas de la extracción. Numerosos funcionarios, incluyendo del sector militar, se encuentran profundamente involucrados en este tipo de actividad, lo que dificulta sobremanera resolver la problemática. Ante la ausencia de alternativas, los pobladores se ven obligados a refugiarse en este ilícito.

Durante la pandemia, el precio del combustible en Venezuela fue aumentado, lo que produjo que no fuese ya tan atractivo el contrabando de este recurso, haciendo mermar el tráfico hacia Colombia. Incluso se ha registrado el traslado ilícito de combustible desde Colombia hacia Venezuela. No obstante, de ninguna manera ha desaparecido esta actividad ilegal, siendo que va variando dependiendo de condiciones de escasez o aumento de la oferta, entramados de corrupción particulares y cambios en los precios también en Colombia.

Este caso expresa un círculo vicioso de compleja resolución: hay una estrecha relación entre la contaminación ambiental de la Laguna y la pobreza de sus habitantes (dado que, por ejemplo, por la contaminación se merma la pesca y el turismo, fuentes de ingreso tradicional). Por otro lado, hay una estrecha relación entre la pobreza de los pobladores y la importancia del contrabando de gasolina, como forma de sobrevivencia económica de las familias. Y adicionalmente, existe una estrecha relación entre el contrabando de gasolina y la contaminación de esos ecosistemas. Estos factores, hacen que estas problemáticas se vivan tan contradictoriamente por las poblaciones.

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