Venezuela ha sido electa para integrar el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por un periodo de tres años. Así Venezuela entra a ser uno de los 47 miembros de ese organismo de la ONU, que en pasado mes de septiembre estableció una Misión de Determinación de los Hechos para Venezuela, un mecanismo especial para países con graves situaciones de derechos humanos.
Aunque el gobierno se ha apresurado a anunciar su ingreso como una victoria, es necesario señalar que este hecho no le exonera de sus obligaciones y responsabilidades derivadas del Derecho internacional de los derechos humanos por el que se rige la ONU. El gobierno de facto se encuentra ante el hecho de que el cumplimiento de su deber de cooperar con el Consejo de Derechos Humanos y con la Oficina de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, será evaluado por sus pares en el Consejo, al igual que su deber de cooperar con los relatores y los grupos de trabajo independientes cuyos informes son presentados ante el Consejo. En tanto que miembro del Consejo, no podrá impedir que sea evaluado sobre su deber de colaborar de buena fe con ese órgano.
Por otra parte la mayoría de los 47 miembros del Consejo, son democracias con valores antagónicos a la dictadura venezolana. Le quedará muy difícil a los personeros del gobierno de Maduro patear el tablero, como lo hicieron con el Sistema interamericano de derechos humanos, cuando sus pares en el Consejo le exijan cumplir con sus obligaciones. Les quedará muy difícil dar la talla en el Consejo porque su lógica no es dialogante sino propagandística, no es actuar de buena fe sino maniobrando para evitar el escrutinio internacional y ganar tiempo, no le importan los derechos humanos de los venezolanos y las venezolanas sino perpetuarse en el poder a costa del sufrimiento de la población.
El gobierno de facto habla de una victoria de una supuesta diplomacia de paz, un término vacío de contenidos y creado para la propaganda. Tras los contundentes informes de la Oficina del Alto Comisionado de los últimos años, tras los acuerdos que no ha cumplido con la Alta Comisionada, y tras la creación de la Misión de Determinación de los Hechos, es muy difícil hablar de victoria para ese gobierno. El movimiento de derechos humanos nacional e internacional seguirá desenmascarando la mala fe y la propaganda de ese gobierno en especial en el Consejo de Derechos Humanos en donde tenemos derecho de palabra y en donde dialogamos con la mayoría de los 47 miembros del Consejo y con el resto de los miembros de las Naciones Unidas.