2023 ha sido un año marcado por la persistencia de la crisis económica, la pérdida del ingreso de los trabajadores y el empeño del gobierno nacional por desconocer los derechos laborales. Mientras la vocería oficial insiste en que avanzamos hacía la recuperación económica, los ingresos siguen estancados mientras los indicadores de pobreza y desigualdad siguen en ascenso, Sobre esto conversamos con Luis Crespo, Economista, Magister en Moneda e Instituciones Financieras, Profesor de la Universidad Central de Venezuela y Vicepresidente de la Asociación de Profesores de esa casa de estudios.
– Cierra otro año, el décimo desde que Nicolás Maduro arribó al poder, ¿Qué balance haces de este año en materia económica?
En términos generales, 2023 cierra con una economía con un comportamiento estacionario, caracterizado fundamentalmente por el rezago de los salarios, la ausencia de crédito, la asfixia tributaria que vivieron las empresas -sobre todo durante el primer semestre del año-, que llevó a la necesidad de discutir una ley de armonización para que la voracidad tributaria no limitara la expansión que habían tenido algunas áreas en 2021-2022.
Es preocupante que registremos más de 630 días sin aumento del salario mínimo pensiones y jubilaciones, eso ha rezagado el consumo, porque más allá que el Gobierno haya otorgado algunos bonos, que haya bonificado el ingreso de los trabajadores, eso no compensa el deterioro de su consumo.
Un empleado público que recibe salario mínimo y otras bonificaciones, puede tener un ingreso mensual aproximadamente -entre el bono de guerra, el bono de alimentación y el salario mínimo- de unos 73 dólares, mientras que la cesta alimentaria, según datos del CENDA ronda los 492 dólares y según el Observatorio Venezolano de Finanzas está sobre los 380 dólares. Basado en ello, el ingreso puede estar cubriendo apenas un 10% o 18% del costo total de la canasta alimentaria.
La marcada caída del consumo en 2023 no permitió crecimiento económico. En 2021 y 2022 la variable fundamental que impulsó el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) venezolano fue el consumo, pero esta variable, que comenzó a ralentizarse en octubre del 2022, cayó en el primer semestre 2023. Pudiéramos estar registrando un PIB en torno a 1%, 0,5% o -1%, entonces entra la definición de que será un 2023 estacionario en términos del PIB.
– El gobierno se ha empeñado en borrar de la agenda pública variables como la inflación y la depreciación de la moneda, pero ¿como cierra 2023 en materia inflacionaria y de política cambiaría?
En cuanto a las variables inflación y distorsiones cambiarias, transitamos un año en el que la inflación galopó, cerrando por encima de tres dígitos, una de las inflaciones más altas del mundo, con las implicaciones que eso tiene en la destrucción del poco poder de compra de quienes reciben ingresos en bolívares.
Parece que no hay estrategia que pueda detener esa alza persistente y constante de los niveles de precio, que en definitiva afecta el patrimonio de los trabajadores y sus familias.
El bolívar en Venezuela se mantiene sobrevaluado, la política cambiaria del gobierno es realizar intervenciones en el mercado cambiario ofertando dólares de manera semanal. Los registros hasta el mes de noviembre indicaban que el Gobierno había quemado, vendido, más de 4.000 millones de dólares en el mercado cambiario tratando de mantener una estabilidad relativa del mismo precio artificial porque en definitiva todos sabemos que a precio de mercado un bolívar no vale ese dólar. Tenemos entonces un bolívar atractivo para las importaciones, por eso nuestros anaqueles están cubiertos de productos importados, en detrimento de la producción nacional o de la posibilidad de garantizar exportaciones que sean diferentes al sector petrolero.
En definitiva, 2023 ha sido un año muy difícil para los trabajadores del sector público, sobre todo para los trabajadores del magisterio, del sector salud y del sector universitario, porque la política salarial del gobierno que ha desalarizado el trabajo, que ha bonificado el ingreso, no permite satisfacer al menos las necesidades alimentarias.
Estas medidas económicas, basadas en el anclaje de los salarios, la eliminación de los créditos y en la agresiva intervención en el mercado cambiario tratando de tener una estabilidad relativa del tipo de cambio, han dejado en el camino más pobreza y desigualdad.
– ¿Qué podemos esperar en materia económica para el próximo año?
El 2024 tendrá la característica de ser un año electoral y eso marcará un comportamiento distinto en el sector público. El gobierno gastará más y probablemente tomará algunas decisiones sobre el salario y el ingreso de los trabajadores. Además, hay una decisión geopolítica de flexibilizar las sanciones y eso implica que habrá más ingresos por la vía del sector petrolero y de la minería que en definitiva son grandes aportantes al fisco nacional.
El simple hecho de poder vender el petróleo a precios de los mercados internacionales ya significa mayores ingresos en las facturaciones futuras, porque ya no tienen que vender por debajo del precio del mercado, con descuento, para poder acceder a los mercados internacionales. Sin embargo, hay incertidumbre política sobre la posible reversión de las medidas de flexibilización de sanciones acordadas con Estados Unidos. Pero en 2024 pudiéramos ver una leve recuperación del ingreso, pudiéramos ver un crecimiento de la economía venezolana, sobre lo que hay un debate respecto a la magnitud del mismo: con sanciones o sin sanciones.
En términos de política cambiaria, seguirán las intervenciones en el mercado, la quema permanente de dólares.
Finalmente, hay que resaltar que el gobierno, en los últimos años, ha ahorrado para esperar este año electoral y poder soltarle las amarras al gasto público. La perspectiva para 2024 es una expansión del gasto y eso va a tener un efecto multiplicador en las otras variables económicas que componen el PIB, se va a expandir el gasto en la economía y eso generará el crecimiento del PIB, en las magnitudes correspondientes a los dos escenarios que se plantean: con sanciones o sin sanciones.
– Esa última afirmación apunta a que hay una intención deliberada del gobierno para incumplir sus obligaciones respecto a garantizar un nivel de vida adecuado para la ciudadanía. Entonces, ¿el salario es prioridad para el gobierno?
El salario ha sido una de las variables de ajuste en las medidas económicas del gobierno. Ha sido anclado y hoy día es prácticamente inexistente. Son salarios que se convirtieron en nada. Por eso es importante hablar sobre la necesidad de reconstruir los salarios en Venezuela, porque si partimos desde ese punto, aunque Nicolás Maduro anuncie 100% de aumento del salario mínimo eso seguiría siendo nada, sería pasar de 130 bolívares a 260 bolívares, menos de 10 dólares.
Entonces, sobre unos salarios pulverizados, destruidos, en un escenario en el que se ha impuesto la desalarización del trabajo, la pérdida del valor del trabajo, se impone también la necesidad de exigir la reconstrucción del salario con una metodología que tome en cuenta la situación macroeconómica del país, pero que permita en el corto y mediano plazo la recuperación del salario y del poder de compra dentro de los valores de la cesta básica venezolana, para ello se requiere un gran movimiento social que lo exija pero también voluntad del gobierno para discutir sobre esto.
El proyecto de Ley de Presupuesto presentado esta semana en la Asamblea Nacional solo reconoce un ajuste salarial del 10% que sería nada. En 2024 debería venir un ajuste del salario -que le ha sido negado a los trabajadores por más de 630 días. Lo que tememos es que ocurra un alza de los bonos, lo que generaría más afectación al patrimonio de los trabajadores y sus familias.
Prensa Provea