Transcurridos 41 años desde que se reportaron los primeros casos de VIH, y pese a que ha habido avances significativos como el que se lograra la entrega gratuita de los medicamentos antirretrovirales, en Venezuela, y más en regiones rurales y empobrecidas, prevalece el estigma asociado al VIH.
Mabel Sarmiento Garmendia | “Las personas que vivimos con VIH tenemos una situación muy grave, por nuestra condición no podemos ir a un centro de salud, no encontramos medicamentos para las infecciones oportunistas, como los sarcomas de Kaposi o chancros (una infección de transmisión sexual que causa úlceras genitales dolorosas y puede provocar fístulas en la ingle y otras complicaciones)”, contó José Toro, quien además es activista por los derechos humanos de las personas con el virus.
Tener esta enfermedad, ser pobre y vivir en una zona rural, son condiciones difíciles de cargar a cuestas en una Venezuela signada por una emergencia humanitaria compleja.
Transcurridos 41 años desde que se reportaron los primeros casos de VIH, y pese a que ha habido avances significativos como el que se lograra (en 1999) la entrega gratuita de los medicamentos antirretrovirales, en Venezuela aún prevalece el estigma asociado al Virus de Inmunodeficiencia Humano (VIH).
Toro, de 33 años, quien hace 15 años fue diagnosticado con la condición, pudo haberse escondido en el anonimato y enfrentar solo el virus. Pero no, decidió dar la cara y abrir camino a la lucha por el conocimiento de las leyes para cercar la discriminación y hacer la exigibilidad de su derecho a la salud.
Desde hace cinco años toma medicamentos. Los primeros 10, dijo, tuvo una vida saludable. Nunca fue hospitalizado por recaídas o enfermedades oportunistas.
Desde hace una década es la cabeza visible de una Fundación Arcoíris por la Vida (Favid), a través de la cual educa y previene sobre el VIH-Sida y, además, levanta las estadísticas que debería estar recopilando el Ministerio de Salud, organismos que solo ha publicado erráticamente estadísticas de salud en los últimos años, cifras cuestionadas por los gremios médicos, las ONG y la sociedad civil.
Esta fundación con radio de acción en el estado Miranda ha podido hacer una radiografía del virus y abrir una ventana a quienes lo padecen
En Valles del Tuy, donde él está, eran muchos los que desconocían su diagnóstico. Los limitaba la poca posibilidad u oportunidades para hacerse las pruebas debido a los costos que eso representa, la falta de pasaje para viajar a Caracas o a Los Teques, no tener comida o calzados y la discriminación y el rechazo.
“Aquí es muy difícil costear un Perfil 20 u otro examen. Tampoco hay, en los centros de salud, camas disponibles para hospitalizar a pacientes con etapa Sida, y si logran internarse tampoco hay agua para que se bañen. Pero lo más triste es que en los centros asistenciales hay mucha discriminación: un médico a veces no atiente a un ciudadano con la patología porque no conoce su serología y, en consecuencia, lo dejan en aislamiento hasta que llega el especialista”.
En este punto, dice, los pacientes y sus familiares no saben qué hacer. “Por desconocimiento de las leyes y de los organismos competentes no hacen las denuncias ante la Defensoría del Pueblo o el Ministerio Público”.
Pero no solo en el ámbito de la salud hay un rezago en la atención. También se da en el campo laboral. “Aún hay empresas que, con consentimiento o no, hacen el despistaje de VIH y si resulta positivo o reactivo, no hacen el ingreso, así la hoja de vida sea intachable”.
En consecuencia, crítica, las personas quedan sin trabajo y sin ingresos fijos para proveer medicinas y una buena alimentación y, por eso muchos migran a otros países para no morir desasistidos.
Lo que se sabe del VIH
En el informe (2021) elaborado por International Council of AIDS Service Organizations (Icaso), Acción Ciudadana Contra el SIDA (Accsi) y la Red Venezolana de Gente Positiva (RVG+), muestra datos del documento Monitoreo Global del Sida 2021, presentado por el Ministerio para la Salud y las estimaciones del Programa Conjunto de Naciones Unidas para el Sida (Onusida), desde 1982 a 2020, que contabilizan en los últimos 10 años 65.768 personas diagnosticadas con VIH, de las cuales 72,56 % corresponde a hombres y 25,8% a mujeres.
También se lee en ese informe que las estimaciones de Onusida para el año 2020, era que 100.000 personas vivían con el virus en el país, con una prevalencia estimada en población general de 0,53 %.
Específicamente en Miranda, en el año 2021, Favid realizó 36 jornadas de despistaje de VIH, en un periodo de siete meses (febrero a septiembre 2021). En esos eventos realizó un total de 1.401 pruebas, de las cuales solo 18 arrojaron resultados reactivos, representando 1,28 % de incidencia del VIH entre la población en general.
Mientras que, en el transcurso del año 2022, desde Favid solo han podido efectuar 10 jornadas de despistaje de VIH, principalmente por la limitación y la poca disponibilidad de los reactivos para los test.
Pudieron abarcar un periodo de cinco meses (marzo a agosto 2022), y realizaron 647 test, de los cuales obtuvieron 16 resultados reactivos, para una incidencia del VIH de 2,47 % entre la población en general.
Los grupos etarios más identificados, en 2022, están entre los 18 y los 45 años:
- 18 a 25 años: 6 personas (37 %)
- 26 a 35 años: 8 personas (50 %)
- 36 a 45 años: 2 personas (13 %)
Del total de test positivos, detectados en las jornadas de este año, los hombres representan 87 % frente a 13 % en mujeres.
En cuanto a la orientación sexual de las personas diagnosticadas con VIH en zonas rurales y vulnerables del estado Miranda, se identifican como heterosexuales 19 % de los test; mientras que 81 % son hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH).
“Principalmente, hemos observado que se ven más afectadas las personas de escasos recursos económicos o desempleados. Y esto lo hemos detectado no solo en personas atendidas en las jornadas. También, cuando asistimos a los centros de salud donde se cuenta con servicios de atención especializados en materia de VIH, observamos que buena parte de las personas con diagnóstico reciente no tienen siquiera para completar el pasaje de transporte público o para una fotocopia); y que en su mayoría residen en zonas alejadas de los principales centros de salud y en lugares remotos de difícil acceso para el transporte público”, resalta Toro.
Las cifras de la fundación revelan más: de la población masculina con estatus serológico reactivo, 93 % son HSH en las edades comprendidas de 18 a 45 años.
Y de esos, 83 % tiene de 18 a 25 años, 89 % de 26 a 35 años y 50 % de 36 a 45 años.
Los datos que reporta Toro corresponden mayormente a los Valles del Tuy, 71 %, y 29 % restante son del sur de Aragua (específicamente el municipio San Casimiro) donde también la fundación ha realizado algunos abordajes.
En la región de los Valles del Tuy, los registros reflejan que 46 % de los casos detectados se concentran en el municipio Urdaneta (Cúa), 39 % en el municipio Tomás Lander (Ocumare del Tuy) y 15 % en el municipio Cristóbal Rojas (Charallave).
¿Más casos?
José Espinoza, subdirector y consultor jurídico de la fundación y abogado defensor de los DD.HH. de las personas seropositivas, habla del impacto del activismo por la vida, y señala que, en alguna medida, ha sido positivo, “porque al contar (como fundación) con un lote de pruebas rápidas para el despistaje de VIH y con el abordaje de las zonas rurales y caseríos muy remotos, hemos logrado dar con algunos casos. Y con esto no podemos decir que hay un aumento del virus, sino que estamos consiguiendo personas que lo tenían, pero no lo sabían”.
A ese punto sumó el hecho de que en el hospital Osio de Cúa cuentan con un Servicio de Infectología y en donde están viendo a los pacientes. “Ahora no tienen por qué viajar a Caracas o a Los Teques, pues aquí mismo pueden ser atendidos y les hacemos seguimiento sus casos; mientras continuamos con las jornadas de prevención y con la entrega de preservativos, gracias al apoyo de un fabricante de condones, de la Red de Gente Positiva, del Fondo de Poblaciones”.
Por su puesto, aclara, hay denuncias que se atienden porque hay mucha discriminación y, por eso, estamos reforzando las charlas educativas de salud sexual y reproductiva, y estamos trabajando para lograr abrir una farmacia en Higuerote y así beneficiar a la población de Barlovento, Guatire y Guarenas.
Metas no alcanzadas
Para Toro, hay avances en su terreno como activista, pero de parte del Ministerio de Salud el impacto que se ha tenido ha sido gracias a la ayuda del Plan Maestro, que en el contexto de la ayuda humanitaria, alcanzó una cobertura de entrega de antirretrovirales en 56,66 % de las personas mayores de 15 años.
Ahora bien, la estrategia de las ONG con incidencia en el tema de la salud, era buscar cumplir en la medida de lo posible con los objetivos 2030 de Onusida: 95-95-95:
- 95% de las personas conozcan su estatus serológico frente al VIH. “Pero, lamentablemente, muchos centros de salud no cuentan con reactivos para realizar al menos un test de Elisa de tercera generación, debido al no cumplimiento del Estado (por uno o varios factores) de mantener el suministro constante de los mismos para un mejor control epidemiológico”.
Y, señala Toro, aunque no es la solución total al problema, (de no ser por las labores de incidencia pública de las ONG con trabajo en VIH, de la mano Onusida y OPS y otras instituciones internacionales), se ha logrado obtener, ya sea por la compra o recepción de donaciones de reactivos de 3ra y 4ta generación, para la detección de antígenos y anticuerpos del VIH en test conocidos como PDR (pruebas de diagnóstico rápido), “las cuales se consiguen, pero no en grandes cantidades, y hemos podido mejorar el sistema de detección en un número mayor de personas”.
- 95% de las personas con diagnóstico de VIH tengan acceso a tratamientos antirretrovirales. Sostiene que a pesar de que, actualmente, se cuenta con el suministro y despacho de un nuevo esquema de tratamiento antirretroviral que llegó a Venezuela en el año 2019, conocido como TLD (Tenofovir fumaron – Lamivudina – Dolutegravir), el cual tiene un amplio espectro de acción para reducir en gran medida la carga viral del VIH y adicional presenta escasos efectos secundarios, “resulta que muchos otros esquemas de tratamiento antirretroviral que anteriormente se tenían a disposición y podían cubrir la demanda en la población que, por motivos médicos no pueden tomar TLD, se encuentran en desabastecimiento en algunas regiones y en otras es muy escasa cantidad en los inventarios, lo cual no permite asegurarle por largo periodo de tiempo el tratamiento a personas estas personas no pueden ingerir el TLD”.
- 95% de las personas con diagnóstico de VIH tengan supresión del virus. Recientemente, dice el activista, tras la llegada al país de cierta cantidad de reactivos para realizar los test de carga viral del VIH (en el marco del Plan Maestro para el fortalecimiento de la respuesta al VIH, tuberculosis y malaria en Venezuela) se han distribuido y comenzado a realizar en el ámbito nacional (específicamente en los estados donde se cuentan con laboratorios especializados para ello), “pero la cantidad que llegó al país no logra satisfacer la necesidad de un aproximado de 70.000 personas que viven con el VIH. Por esta razón no se podrá cumplir a cabalidad este objetivo de Onusida sino de manera parcial”.
Desde la Fundación Arcoíris por la Vida, añade, buscamos la forma de lograr cumplir con estas metas a pesar de las dificultades y limitaciones, las cuales muchas veces se ejecutan con aportes de los mismos miembros de la organización.
Insisten ambos activistas que se deben mantener siempre los programas de prevención, pues más allá de detectar casos, vincular los mismos a los servicios de salud especializados e, incluso, hacer seguimiento a si han logrado la supresión de la carga viral, no se hace nada si el énfasis en la población sobre la prevención del VIH y otras ITS.
“De esta forma crearemos conciencia y podemos llegar a erradicar el estigma, la discriminación y la propagación del VIH entre las poblaciones vulnerables y en general”.
Lo que pasa en Miranda, con su reflejo en los Valles del Tuy, es solo una ventana de la realidad. Por tanto, exigen que para los años venideros se haga un uso adecuado, eficiente y transparente de los sistemas de información epidemiológica en VIH, que permita nutrir técnica y adecuadamente los boletines nacionales de vigilancia epidemiológica, el Informe Global de Monitoreo y otros documentos estratégicos, con miras a alcanzar las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenibles (ODS) y la eliminación del VIH/sida para el 2030.
Prensa Provea