El conocido docente universitario, productor radial, promotor, escritor y entusiasta de la música de los inconformes Félix Allueva presenta su nuevo libro, Rock VZLA 1959-2019, su visión particular sobre la evolución del género en Venezuela en 60 años de recorrido, que describe como un aporte a la defensa de los derechos culturales de los ciudadanos

La resistencia cultural es una de las banderas que ha izado Félix Allueva desde hace varios años en que la crisis económica y social de Venezuela ha afectado a este sector, como a todos los de la vida nacional y se ha dificultado el mantener los espacios de difusión y presentación de la creación musical, que tanta falta hacen para enfrentar al modelo hegemónico impulsado desde el Gobierno. En este sentido, el conocido profesor universitario, productor radial, promotor de grupos y espectáculos e incansable paladín de la movida rockera urbana presenta su nueva obra Rock VZLA 1959-2019, que concibe como un aporte a la defensa de los derechos culturales, parte de los derechos humanos, de los venezolanos.

El libro, producto del esfuerzo entre la  Universidad Metropolitana y  la Fundación Nuevas Bandas, continúa y amplía la investigación de Félix Allueva sobre el rock nacional, luego de aquel compendio de Crónicas del rock fabricado acá, cuya primera edición data de 1998 y en el que el Félix Allueva, acucioso observador pero también elemento destacado de parte de esa historia, compartía importantes testimonios, muchos de ellos de primera mano sobre el quehacer cotidiano de ese género que siempre ha desatado pasiones encontradas en la sociedad.

Para este sábado 25 estuvo previsto el bautizo del nuevo esfuerzo como autor por parte de Félix Allueva, en un evento auspiciado por Provea en el marco de la actividad Música por Medicinas a realizarse en el Banco del Libro y donde se anunció la actuación de algunas bandas y solistas de la movida rockera caraqueña, además de una nueva edición de la feria del disco de vinilo.

En entrevista para la alianza TalCual-Provea, previo a este bautizo, Félix Allueva relató algunos aspectos sobre la creación de esta nueva visión sobre el rock venezolano y nos habló de su convencimiento en que el esfuerzo siempre inconformista del rock, aunado a la acción de los movimientos relativos a otros géneros musicales y tribus urbanas, así como la intensa actividad de ONG y activistas en defensa de los DDHH, coadyuvará en la consecución del restablecimiento pleno de los derechos culturales y el cambio social en el país.

Resistencia

“Estamos tratando de desarrollar cierta resistencia que defienda los derechos culturales, que están además inmersos en la defensa de los derechos humanos. Con esto de los derechos culturales hay un elemento fundamental que es la memoria histórica y las identidades locales”, explicó el presidente de la Fundación Nuevas Bandas, Félix Allueva, quien por casi tres décadas ha logrado impulsar lo mejor del talento emergente en la escena rock venezolana.

– Ya habías publicado Crónicas del Rock Fabricado acá. ¿Cuál fue el planteamiento al abordar la creación de este nuevo libro?

– Es una historia muy vieja, data de finales de los 80 cuando me vinculo a la movida pop rock venezolana y, quizás por mi formación universitaria, algo me dijo que esa historia no estaba bien datada o mejor dicho no existía casi nada de registro del nacimiento y desarrollo de nuestro rock. A partir de finales de los 80 comencé a estructurar la investigación. Después he venido entregando un primer libro de la década de los 60, un segundo de los 70, una tercera edición que abordaba los 80 y ya en estos últimos 10 años decidí hacer el fin de la saga con un texto que cubriera todo, desde el 59 cuando nace el rock en Venezuela, hasta la actualidad.

Encantos

– A veces los autores intentan escribir desde los recuerdos y luego, en la investigación, cambian las cosas ¿Qué te sorprendió en el proceso de creación con el libro?

– De principio yo no confío en mi memoria y como investigador no me gusta fiarme de la memoria porque la memoria se deja afectar por sentimientos, emociones. Es posible que algunos hechos los metas como en una especie de neblina y no los ves muy claros. Yo me voy a lo fáctico, de apoyarme en todo lo que puede ser el trabajo hemerográfico, discográfico, por supuesto el contacto directo con las fuentes vivas, las entrevistas, los registros, 30 años de radio. He escuchado muchas cosas, he estado en contacto con muchos músicos. Por supuesto está la experiencia, son 30 años de conocer grupos que apenas nacían, como Desorden Público y verlos 30 años después formados como absolutos profesionales, más la rigurosidad metodológica, la interconexión de los factores, pueden llevar a cierta veracidad y es lo que ha regido este trabajo de investigación.

– De todas estas décadas que has investigado y varias de ellas vivido ¿cuál destacas en particular? ¿Cuál fue la de mayor auge?

– Abordé esta historia por décadas. Me pareció una buena forma de entrar en el mundo del rock venezolano. Lo que hice fue abordar el análisis década por década. Dentro de cada una de ellas claro que hay momentos, tendencias, situaciones muy específicas,  que resulta difícil decir “en los 60 lo único que sucedió fue esto ”. Todas tienen su riqueza particular. Me pones en un compromiso decir cuál es la década que… No, creo que cada década tiene su encanto, los 60 tienen el encanto de su ingenuidad, los primeros pasos, encontrarse  con una música que estaba naciendo, de toda esa riqueza en el movimiento contracultural hippie, rockero, pero de repente vienen los 70 cuando las cosas cambian radicalmente y el jazz, el folklore y otros géneros musicales, incluso lo académico se conectan con el pop y el rock, entonces surge una nueva camada, una nueva tendencia, una nueva manera de ver la música pop rock y así te puedo seguir enumerando cada década, incluso esta que estamos viviendo que está profundamente penetrada por la música urbana y donde se está generando una especie de matrimonio interesante entre las tendencias urbanas y el rock tradicional, porque hay que hablar de un rock tradicional por todos estos años de vida.

– Entre finales de los 80 y principios de los 90 hubo un boom de rock nacional y se consolidaron bandas como Sentimiento Muerto, Zapato 3, Desorden Público, pero entre las que siguieron se ha notado cierta falta de consolidación. Duraron poco y no llegaron a consolidarse como las otras. ¿Qué ha pasado allí?

– No es un fenómeno nuevo. No hay que verlo como una expresión de los 90 o del nuevo siglo. Si te remites al inicio, surgían en el año 64 unas 30 bandas en Caracas, cinco años después quedaba una sola de esas bandas. Pero pasaba algo colateralmente, esas bandas se iban como entremezclando y surgían nuevas agrupaciones. Forma parte de la evolución del rock venezolano y del rock universal. Sin nos ubicamos en la Inglaterra del 64, cuando los Rolling (Stones) y los Beatles eran los reyes, detrás, debajo y al lado de ellos había muchísimas agrupaciones, que en pocos años, desaparecieron pero al mismo tiempo lograron la presencia de otras. Ese fenómeno es universal y en el caso venezolano también se da no es privilegio de los 90 o del nuevo siglo.

Color local

– En el rock venezolano, salvo algunas excepciones como Vytas Brenner, que incorporó elementos autóctonos y de “color local”, generalmente muchas bandas han abordado el sonido del heavy metal, pop, incluso el punk, pero poco de los sonidos propios del país. ¿Cree que hubo falta de ese “color local” en el sonido?

– Los músicos en general dan sus primeros pasos observando otros fenómenos, incluso repitiéndolos. Forma parte del aprendizaje. Es normal. Después que logras manejar bien tus instrumentos, generar un lenguaje propio, empiezas a crear música propia. Eso pasa en el rock venezolano. Sobre la identidad, entendiendo en este caso como interconexión entre las bases rock y lo que puede ser la tradición y la música popular venezolana, mi opinión, incluso mi hipótesis de trabajo es que el rock desde que nace en Venezuela ve hacia lo venezolano. Quizás no con la fuerza, la continuidad o la cantidad que algunos deseáramos.

De hecho, cuando el rock aparece en Maracaibo ya tenía un color maracucho. Eso que el rock se le dijera en el 59 en Maracaibo, ‘rosca y rosca’ te dice algo. Que de repente los Blonder hicieron un arreglo de una pieza tradicional de Puerto Rico, como lamento borincano, en surf, también te dice algo; o que ya finalizando los años 60 algunos grupos empezaron a decir ‘mira qué podemos inventar aquí’ y apareció la agrupación La Cuarta Calle e inventa el joropop que era una mezcla de rock con joropo y colateralmente estaba Aldemaro Romero inventando cosas, Chelique Sarabia haciendo su maravilloso disco de electrónica en música venezolana y aparecerían tres figuras fundamentales en esto de la fusión como Gerry Weill y la banda municipal, Vytas Brenner, con su proyecto Ofrenda y Jorge Spiteri con su proyecto Spiteri, por nombrar algunos; eso sigue apareciendo en nuestra historia, en los 90 están Los Gusanos, con calypso y joropo mezclados con el dark y la new wave.

“Actualmente, La Vida Boheme hace una fusión de música venezolana con el sonido indie del nuevo siglo, donde hay muchísimos elementos venezolanos. Siempre ha estado presente pero, posiblemente no ha sido una historia continua donde hayamos visto crecer una tendencia netamente venezolana. Pero soy optimismta, creo que eso está allí y está en constante evolución», expresó Félix Allueva.

– El rock siempre ha sido una música rebelde. ¿En Venezuela has observado ese contenido de rebeldía en las bandas?

– Tengo puntos de vistas encontrados con esa afirmación que tú haces. ¿El rock siempre ha sido rebelde? No. Creo que el rock es un constante debatirse entre lo contracultural y la economía de mercado, ser una mercancía. Básicamente el rock es una contradicción y es una historia que se mantiene desde su nacimiento. Elvis (Presley) nace como una respuesta a la música blanca norteamericana; encara la música negra, pero desde la perspectiva de la música blanca, y se convierte en un rebelde. Era criticado por el estatus quo pero también por el bloque socialista, porque era música de la burguesía, alienante, era criticado por la religión, el Ku Klux Klan no lo podía ver. Todo el mundo estaba contra Elvis, pero él con su manera de cantar, de bailar, rompe con todo y se convierte en un ícono de la rebeldía. Ya sabemos lo que pasó con él. Tres años después se convierte en un ícono de la cultura pop norteamericana, nada rebelde por cierto.

“En el 67 aparece la contracultura hippie, haz el amor no la guerra, la cultura de las drogas, la resistencia a la guerra de Vietnam y se convirtió en un movimiento muy fuerte, tanto que el sistema supo absorberlo y convertirla en una mercancía. 10 años después tenemos a los punk, más contracultural que ellos imposible.  ‘El futuro no existe, hay que romper todo’ (decían), y en dos años o menos el punk era una moda; así podemos hablar del grunge y otras cosas que han sucedido. El rock, sí es cierto, es contracultural, pero también es mercancía. Y eso aplica en el caso venezolano. Hay grupos que se han montado en una onda muy contracultural muy contrasistema y en pocos años son integrados. O se mantienen en su línea contracultural, pero paralelamente a eso tenemos a muchísimas bandas que forman parte del sistema y (propagan) el mensaje establecido por el sistema», continuó Félix Allueva.

– En ese movimiento social ¿has visto que haya influencia del movimiento rockero con cambios en la sociedad venezolana?

– Hay una retroalimentación. La música en sí no genera cambios societales, pero ejerce alguna influencia, porque un cantante puede mover gente y un mensaje de un cantante puede calar en la gente y en los movimientos revolucionarios de cambio generalmente la música ha estado presente y ha sido como una bandera que va guiando a la gente. Al mismo tiempo, la sociedad repercute sobre la producción cultural, entiéndase en este caso la música, entonces la sociedad va ejerciendo presión e influencia sobre la producción de los músicos. Como te darás cuenta hay retroalimentación constantemente. Si trato de hacer síntesis te diría que sí, el músico de una u otra manera ejerce influencia en los cambios societales y éstos son fundamentales para la creación. Entonces es una retroalimentación continua.

Félix Allueva destacó que el rock en Venezuela no ha sido el mainstream (corriente principal) y que «de repente le ha tocado a otro tipo de música ser la cresta de la ola en determinadas circunstancias «como la música de proyección folklórica, también la música afrocaribeña, la salsa y así», pero aseveró que, en el submundo del rock, sí ha habido cantantes, grupos que han tenido claras posturas de cambio social.

Desbarajuste social

– La sociedad venezolana está viviendo una crisis profunda. Sin entrar en la diatriba política, ¿Se está reflejando en el rock nacional ese descontento?

– Total. Quizás si retrocedemos unos cuantos años atrás eso no existía, las agrupaciones estaban más afectadas por la cotidianidad banal. Pongo entre comillas lo de banal porque cada quien crea y hace lo que le da la gana. Yo no soy quien para decir ‘tú lo que estás haciendo es musiquita que no tiene sentido’. Pero indudablemente hace cinco o 10 años atrás los grupos pop-rock no estaban tan interesados en el entorno social. Había una cultura ecologista, etc. Pero la crisis, que se profundiza en 2014, a partir de ese momento, no había para dónde coger. Era evidente que estábamos en una profunda crisis y los grupos comenzaron a reflejar esa crisis de distinta manera. A veces con una letra muy directa y otras trabajada más desde una perspectiva poética pero todos haciendo crítica sobre el gran desbarajuste social donde estábamos metidos.

– En otros países el rock ha sido fundamental para cambios políticos, en el caso de Alemania Oriental o los movimientos en Francia, Inglaterra. ¿Avizoras que el movimiento rockero pueda repercutir en los cambios que reclama la sociedad?

– Yo no hablaría exclusivamente del movimiento rockero, porque además atravesamos un momento de debilidad. Nuestras principales bandas de rock ya no están en el país. Si están haciendo resistencia lo están haciendo desde afuera; entonces digamos que estamos golpeados en cuanto a grupos y presencia de bandas, aunque existe. Existe un movimiento y aparecen bandas. En el festival Nuevas Bandas había 200 bandas activas el año pasado, este año supongo que también. Hay un movimiento, pero las principales bandas no están en el país. Yo creo que determinados sectores del pop rock venezolano están empeñados en afectar, empujar el cambio político que es necesario  y se está manifestando en determinados eventos, actividades.

“La movida punk que de por sí es rebelde, creo que está jugando un papel muy importante, manifestándose, diciendo las cosas como deben ser, directamente. La interconexión entre lo musical, con algunas organizaciones, ONG y movimientos sociales, esa integración hace posible que podamos todos remar hacia el cambio social”, añadió Félix Allueva.

– El rock se ha caracterizado porque el grueso de su público ha sido de jóvenes. ¿Qué planteamiento le haces a los jóvenes desde tu libro?

– Déjame diferenciarme un poco de lo que estás planteando. Creo que sí, el rock ha estado vinculado a los jóvenes, sobre todo en la década de los 50, los 60 y parte de los 70, pero llega un momento, cuando el rock está cerca de los 70 años que ya no es un factor juvenil solamente. Los rockeros tienen de 60 años para abajo y en los eventos que organizo ves que están padres, hijos, tíos, abuelos y consigues gente de 60 años que si no está calva se dejan un poquito el pelo largo, o se pone una colita. El rock ha superado esta etapa que era un fenómeno juvenil, aunque también lo es, porque se está renovando constantemente. Básicamente lo que trato con el libro es poder generar una conexión intergeneracional. Una tarea que hago todas las semanas en la universidad, que los chamos entre 16 y 21 años entiendan que el hip hop, la música urbana o el trap, no es lo primero, que hay toda una historia y que el trap existe porque existió el hip hop y este existe porque se hizo música en Jamaica que hacían música y otros parloteaban y se fueron a Nueva York y entraron en contacto con los guetos negros y aparece el hip hop. Pero que en Jamaica apareció ese fenómeno de los pincha discos tratando de copiar el sonido del rhythm and blues y el soul norteamericano. Hay una interconexión, porque el soul y el rhythm and blues son los que afectan al rock and roll pero también son afectados por el blues. Ese es un poco el cuento del libro.

Félix Allueva indicó que los eventos relativos a esta movida para defender los derechos culturales continuarán con actividades sobre las diferentes tribus urbanas musicales en los próximos meses, también en el Banco del Libro. En febrero, la ocasión estará dedicada al heavy metal, con libros, conciertos, conferencias, documentales y otros elementos, pero seguirán otros orientados la música electrónica, al reggae y demás géneros.

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Alianza Tal Cual-Provea