Prensa Provea junto a Anggy Polanco

La pesadilla de los cortes eléctricos parece un mal de nunca acabar en el estado Táchira. Las afectaciones recurrentes afectan a todos los sectores de la sociedad, pero en especial pone en riesgo la vida de más de 300 pacientes renales que dependen de máquinas de hemodiálisis.

Desde Provea alertamos sobre la gravedad que se olvide la crisis eléctrica en Venezuela cuando se comienzan a denunciar señales del aumento de apagones y bajones eléctricos, el interior del país es el más afectado, mientras las autoridades intentan mostrar una falsa normalidad del servicio en las principales ciudades.

Los cortes eléctricos vuelven a causar pánico y desespero entre los habitantes del Táchira, pero el temor es aún más grande para las personas que dependen de máquinas que les ayuda a mantenerse con vida, como los pacientes renales.

Al menos 320 pacientes renales de la región fronteriza con Colombia que acuden a siete unidades de hemodiálisis, 2 hospitalarias y 5 extra hospitalarias,  viven momentos de tensión cada vez que están en tratamientos, pues en cualquier momento pueden quedar con sus diálisis interrumpidas.

“Vemos que la planta prende y apaga, a cada rato. Eso afecta los equipos que requieren electricidad, pero para poder reparar una máquina de hemodiálisis, duran mucho tiempo para reponer el repuesto” relató la paciente renal Francys Bautista

Tener servicio eléctrico constante es fundamental para una mejor calidad de vida. En el mundo se vive en el siglo XXI con energía eléctrica las 24 horas y alternativas ecológicas, pero en Venezuela la crisis eléctrica lleva a su población a siglos de penurias y malestar

Los cortes eléctricos que comenzaron con más frecuencia a principios del mes de febrero y se agudizaron en marzo nuevamente en Táchira, están ocurriendo de nuevo de forma constante e inesperada, ocasionando pérdidas de horas laborales, consecuencias económicas y  angustia entre los habitantes que se ven imposibilitados para preparar alimentos con hornillas eléctricas, en un estado que también afronta grave escasez de gas.

Pero en vista que los tratamientos de diálisis consisten en la limpieza de la sangre, con cada apagón, las máquinas se reinician y puede ocurrir que a las personas se les coagule la sangre, lo que les ocasiona bajas de hemoglobinas, hasta el punto de tener que pagar costosas transfusiones de sangre, relató Francys.

“Nuestro horario es de 7 a 8 de la mañana, ambos grupos hemos tenido fallas con los tratamientos,  los cortes eléctricos han hecho que nos conecten hasta después de las 10 de la mañana, porque cuando se va la electricidad a veces no arranca la planta por alguna falla, por falta de gasoil, u otras circunstancias, que requiere la revisión de un ingeniero”, contó la paciente.

Luz Marina Martínez, representante de los pacientes renales en la entidad, expuso que la Unidad de Diálisis San Cristóbal es la única que no posee planta eléctrica, por lo que los pacientes deben esperar a que el sistema eléctrico esté estable durante el día, para recibir sus cuatro horas de hemodiálisis.

Sin embargo, en otras unidades de tratamiento de San Cristóbal,  a pesar de poseer plantas eléctricas, los pacientes deben recibir sus cuatro horas de tratamiento con los aires acondicionados apagados, porque con los recurrentes bajones de voltajes se han dañado, reveló Luz Marina Martínez.

“A veces los pacientes en el sector donde viven no tiene luz para ellos hacer ni sus comidas”, expuso Martínez.

Pérdidas de horas laborales

La productividad en las empresas también se ha visto mermada y afectada por la crisis con el fluido eléctrico, los procesos de facturación y pagos por puntos de ventas se detienen. Los negocios que laboran con artículos perecederos mantienen un riesgo de pérdida de inventario, puntualizó Pietro Ceniccola, representante de la Asociación de Empresarios y Emprendedores del estado Táchira.

En el caso de los industriales, los apagones suponen una situación de estrés y rápida acción de solución paralela de problemas, porque los procesos industriales no se deben detener, pero la soluciones a estos problemas se resuelven con dinero, en un país donde la banca no presta apoyo crediticio, especificó Ceniccola.

Al implementar el uso de plantas eléctricas, termina encareciendo los productos al consumidor final

Por ejemplo, en zonas de la frontera, los sueldos de los trabajadores dependen de las horas trabajadas al día, pero en los municipios fronterizos como Bolívar y San Antonio, en donde existen importantes fábricas de pantalones, cristalerías, calzado, entre otras industria, los cortes eléctricos superan hasta las 14 horas diarias, que en mayor medida ocurren en horarios productivos, ocasionando pérdidas de empleo y disminución de mano de obra, precisó  Isabel Castillo, representante de la Cámara de Comercio de San Antonio del Táchira.

En la zona norte de la entidad, en los últimos dos meses, los productores de pollo de engorde han tenido dificultades para sostener la ventilación de la cría,  a raíz de las fallas eléctricas, ocasionando el aumento de mortalidad de las aves.

Rolando Mora, productor de la zona norte de la región, donde los cortes del fluido eléctrico se prolongan hasta por 16 horas cada día,  detalló que sin sistema de ventilación, los productores deben reducir el número de animales por metro cuadrado dentro de cada galpón, donde solo podrían tener 5000 aves de las 20.000 que entran en condiciones normales. 

Muchos avicultores de la zona carecen de plantas eléctricas, y quienes sí poseen se enfrentan a la imposibilidad de mantenerlas funcionando por largos períodos por el costo del diésel, precisó Mora.

“Hay productores que ya no quieren producir por esta afectación del fluido eléctrico, lo que nos va a causar una disminución en la producción de aves en el estado Táchira”, señaló el productor.

José Gregorio Maldonado, representante de la Asociación de Productores Avícolas del Táchira, comunicó que la mortalidad se traduce en pérdidas económicas significantes que impactará directamente al consumidor tachirense.

En años anteriores los sistemas de producción han sido golpeados por la instancia del fluido eléctrico, pero ahora la situación es más delicada, debido a que también fueron impactados por dos años de  pandemia.

Comunidades desinformadas

La Cámara Venezolana de la Radiodifusión, Capítulo Andes- Occidente que agrupa a Táchira, Mérida, Trujillo y Barinas, resaltó que con los apagones las comunidades también pierden al derecho a la información y al entretenimiento, en vista que los medios inmediatos como las emisoras, quedan apagadas durante horas.

“Por todos los apagonazos que hay, ya se nos dañaron plantas, es difícil conseguir el gasoil y la gasolina para abastecer las plantas”, refirió Maritza Carvajal, coordinadora de la Cámara Radiodifusión en el occidente del país.

Al menos 15 emisoras comerciales y la gran cantidad de radios comunitarias, están siendo afectadas, puesto que en las montañas donde tienen ubicadas las antenas los cortes son más largos.

El director nacional de la Cámara de Radiodifusión Venezolana, Daniel Aguilar, expuso que las promesas de convertir al país en una potencia energética quedaron en el aire.

Con la constante ida y venida la luz se queman equipos, que deben ser importados, y el pago de esos repuestos se hace en dólares, también tenemos escasez de personal técnico aquí en el país”, relató Aguilar.

Los radiodifusores aseguran que están teniendo que comprar la gasolina que traen de contrabando desde Colombia para poder mantener encendidas los generadores de electricidad y cumplir con la pauta publicitaria.

La represa Uribante-Caparo ha sufrido los embates de la corrupción, aunado a ellos las fallas de mantenimiento en las compuertas y respuestas de la naturaleza, permite que gran cantidad de esa agua no ingrese a la represa, puntualizó Daniel Aguilar.

Rechazaron petición de electricidad a Colombia

Los diputados de la fracción de oposición del Consejo Legislativo del estado Táchira hicieron una solicitud ante el seno parlamentario de pedir a Colombia que vendiera vatios a Venezuela para solventar la crisis, pero la idea fue rechazada por el factor oficialista, con el alegato de que Colombia ha apoyado las sanciones económicas contra Venezuela.

Luego de la exigencia de información sobre las causas de los apagones realizada por la Coalición Anticorrupción, el gobernador del Táchira, Freddy Bernal, dijo que en la zona de la represa Uribante- Caparo no ha llovido, motivo por el cual a diario merman al menos 10 centímetros de agua en los embalses, los niveles de agua se ubican por debajo de 90 centímetros de la rejilla.

Mientras que la Termoeléctrica ubicada en La Fría requiere de al menos 10 cisternas de gasoil diarias para producir energía eléctrica, pero no hay suficiente combustible porque la planta de llenado de El Vigía, en el estado Mérida, no funciona, según Bernal, por culpa de las sanciones de Estados Unidos.

El diputado de la fracción de oposición del Consejo Legislativo del estado Táchira, Miguel Reyes, durante la sesión especial del 29 de marzo,  indicó que el Complejo Hidroeléctrico San Agatón estaba preparado para producir 300 megavatios, pero solo está produciendo 80 megavatios, y la represa del Uribante- Caparo, que estaba prepara para producir 520 megavatios, está paralizada.

Para normalizar el consumo de energía eléctrica familiar y algunas empresas pequeñas del Táchira se requieren mínimo 520 megavatios, por lo que hay un déficit de electricidad  superior al 50%, y la entidad únicamente está recibiendo 80 megavatios, puntualizó Reyes. 

Venezuela afectada por los apagones

Desde Provea alertamos sobre la gravedad que se olvide la crisis eléctrica en Venezuela cuando se comienzan a denunciar señales del aumento de apagones y bajones eléctricos, el interior del país es el más afectado, mientras las autoridades intentan mostrar una falsa normalidad del servicio en las principales ciudades.

La mezcla de falta de mantenimiento, irregularidades administrativas y desprofesionalización en la gestión del sistema eléctrico nacional son las principales causas de los constantes apagones del sistema eléctrico.

Desde hace años se ha denunciado las constantes interrupciones del servicio eléctrico, tanto por especialistas, trabajadores del sector, ONG y las propias comunidades afectadas, cuyas consecuencias se han incluido en los informes de los diferentes organismos internacionales con responsabilidad en derechos humanos. La respuesta de Nicolás Maduro ha sido insuficiente y podría agravar sus consecuencias.

Como muestra de esta grave problemática, diversas comunidades de Catia, en Caracas, están afectadas con pésimos servicios de electricidad, desde meses hasta 6 o 10 años sin servicio eléctrico, con más de 280 familias afectadas. Una muestra de la política de Estado contra los servicios públicos.

Contar con constante servicio eléctrico es fundamental para una mejor calidad de vida. En el mundo se vive en el siglo XXI con energía eléctrica las 24 horas y alternativas ecológicas, pero en Venezuela la crisis eléctrica lleva a su población a siglos de penurias y malestar.

Prensa Provea junto a Anggy Polanco