En marzo de 2022 la Oficina Nacional de Presupuesto (ONAPRE) del Ministerio de Finanzas venezolano, circuló, en las distintas instituciones dependientes del sector publico del país, un instructivo denominado: «Proceso de Ajuste del Sistema de Remuneración de la Administración Publica, Convenciones Colectivas, Tablas Especiales y Empresas Estratégicas» que violó las interescalas de los tabuladores salariales provocando su aplanamiento, y que desconoció los beneficios socioeconómicos contemplados en las distintas convenciones colectivas del sector público.
La medida arrojó a decenas de miles de trabajadores venezolanos a protestar en las calles de Caracas y de las principales ciudades del país.
De acuerdo a las cifras del Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), en 2022 se registraron 7.032 protestas y al menos 3.185 estuvieron vinculadas con la exigencia de derechos laborales.
En un escenario sin precedentes en el tablero político venezolano de los últimos 23 años, el Instructivo ONAPRE puso a recorrer la misma acera a antiguos aliados del ex-Presidente Chávez y a históricos opositores a su proyecto político. Si antes estuvieron fragmentados, la ONAPRE logró unirlos.
Tras un año de protestas -que han unido a comunistas de linea dura, trotskistas irreductibles, socialdemócratas, cristianos de base, feministas, miembros de la comunidad LGBTIQ+, y otros actores-, conversamos con Gregorio Afonso, presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela (APUCV), uno de los principales protagonistas de estas movilizaciones, y respecto a quien atestiguamos su incansable esfuerzo por la unidad del soliviantado movimiento.
¿Qué balance haces de esta prolongada lucha? La administración Maduro parece empeñada en no dar marcha atrás respecto a su política salarial ¿Ha triunfado el gobierno o los trabajadores han avanzado?
– Hoy tenemos un movimiento de trabajadores en el que prendió el ánimo de luchar, la convicción de que se pueden obtener resultados a través de la lucha.
Si bien es cierto que las movilizaciones iniciadas en marzo de 2022 estuvieron centradas en el instructivo de la ONAPRE, esas luchas trascendieron y doblegaron al gobierno en cosas como el aumento salarial aprobado ese mismo mes, también en 2022, que se produjo luego de una enorme movilización nacional de jubilados realizada el 09 de marzo.
Entonces, un saldo importante es que creció en la gente la idea de que, con la lucha, se pueden obtener algunos resultados, obviamente parciales.
Sabemos a quienes nos enfrentamos y su acción decidida en contra de los trabajadores y en contra del bienestar de la población en general, día a día lo demuestra la enorme penuria en la que viven los venezolanos, pero, pese a ello seguimos creando tejidos organizativos.
Esto ha sido una lucha intergremial e intersectorial, y la respuesta que hemos visto en enero, en febrero y en lo que va del mes de marzo de 2023, ha sido ese tipo de movilización unitaria.
En el magisterio se han movilizado empleados, profesores y obreros, en las universidades igual. También se han movilizado los trabajadores de las alcaldías, de las gobernaciones, de los ministerios.
Un balance importante es medir la unidad de los trabajadores a través de estas expresiones intergremiales e intersectoriales, pero también a la luz del carácter nacional de las luchas sin que aún se haya constituido -de manera formal-, una dirección nacional de este movimiento.
Para ponerlo en perspectiva, el 16 de enero se registraron protestas en 161 municipios del país. No hay precedente, en los últimos años, de un nivel tan alto de movilizaciones enfocadas en la lucha por el salario y los derechos laborales.
Entre enero y febrero hubo más de 1.200 movilizaciones de trabajadores, a nivel nacional, exigiendo el derecho a vivir dignamente.
Hemos ganado. Eso se expresa en la convicción en torno a la fortaleza de la lucha intergremial, intersectorial, en la claridad sobre las luchas como un hecho nacional, en el crecimiento de la expectativa de obtener resultados a partir de las movilizaciones.
Más convicción y más organización es un gran avance en esta lucha.
Los trabajadores del sector educativo, incluyendo a los universitarios, han sido protagonistas clave de las protestas realizadas durante el último año ¿Cuál es la situación actual en el sector en materia salarial y respecto a la convención colectiva?
– Vivimos un proceso general de desalarización.
Lo que tenemos hoy como remuneración alcanza, apenas, a un simbolismo que da cuenta de una relación laboral, pero como salario no sirve para nada.
No hay posibilidad de alimentarse ni tres días con el más alto salario de la administración pública o el más alto salario de las universidades. Es decir, no cumple ningún papel respecto a la posibilidad de garantizar los medios mínimos para subsistir.
Un profesor, por ejemplo, el de más alto nivel en la Universidad Central de Venezuela, recibía, en marzo de 2022, un salario de 121 dólares. Al cabo de un año, en marzo de 2023, ese mismo profesor está percibiendo un salario de apenas 19 dólares. Esa es la realidad del salario en Venezuela.
El salario ha decrecido en forma verdaderamente criminal, en medio de un año sin incrementos del ingreso de los trabajadores de ningún tipo, y de una inflación y una depreciación del tipo de cambio de tres cifras cada una.
En cuanto a las convenciones colectivas, en el caso del magisterio lleva más de un año discutiéndose y no le han presentado a los trabajadores el contenido esencial, es decir, la oferta económica.
El gobierno está en mora con ellos.
Respecto al sector universitario, la última convención colectiva -firmada de manera unilateral entre el gobierno y su federación afecta, la FUTV (Federación de Trabajadores Universitarios de Venezuela)- ya venció, y el gobierno no muestra ninguna señal de querer iniciar la discusión de la quinta convención colectiva única del sector universitario, mucho menos porque desde el año 2017 no se sienta a negociar esto con ninguna de las federaciones autónomas, esas que nunca han sido complacientes con su política salarial.
Además, el ministro del Trabajo, Francisco Torrealba, anunció que pretende unificar las convenciones colectivas del sector salud, educación y trabajadores públicos, lo que violaría el criterio que debe regir las discusiones sobre convenciones colectivas, que deben atender las particularidades propias de cada sector.
Tenemos una larga historia de fracasos cuando el gobierno ha tratado de homogeneizar las relaciones laborales. Siempre lo ha hecho nivelando hacia abajo.
Eso es una seria amenaza. Ya tenemos dos episodios recientes dirigidos a acabar con las convenciones colectivas. En el 2018 con el memorándum 2792 y en el 2022 con el instructivo de la ONAPRE, pero con este anuncio se escalaría aún más. De desconocer las contrataciones colectivas, pasarían a desaparecerlas definitivamente.
OIT en Venezuela
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) instaló, luego de casi 29 años, mesas de Diálogo Social en Venezuela.
Pese al bienvenido acogimiento de la iniciativa por parte del Consejo de Administración de la OIT, el órgano no dudo en exigir al gobierno venezolano que aceptara las recomendaciones de la histórica Comisión de Encuesta.
La visita de la OIT en Venezuela generó luces y sombras.
En el escenario sindical muchos criticaron el papel de las centrales que participaron en el diálogo, Otros, defendieron el papel de estas en los debates.
Más allá del resultado de la presencia de la OIT en Venezuela, persisten los desencuentros entre quienes debieron, en teoría, ser los más beneficiados por esta visita: los trabajadores.
La visita de la OIT generó expectativas y divisiones en el mundo sindical. Las expectativas no se han materializado aún, pero las divisiones siempre toman su propio camino para crecer más rápido. ¿Crees que fue inútil la presencia de la OIT en Venezuela?
– Hay que entender que, a pesar de la ausencia de acuerdo en el marco del Diálogo Social, auspiciado por la OIT, y en el que participan gobierno, empresarios y centrales sindicales, no tiene ningún sentido dinamitar el diálogo.
Cada escenario, como este, devela el carácter anti trabajador del gobierno y lo verdaderamente regresivo de su política laboral.
Creo que hay que articular la forma de lucha nacional para que quienes asistan al Diálogo Social, lo hagan interpretando en forma correcta las potencialidades del movimiento de los trabajadores, que la movilizaciones que estén en la calle sean interpretadas en forma correcta y que así, pongamos al gobierno en una situación en la que tenga que tomar decisiones en favor de los trabajadores para hacer un cambio de rumbo de la política laboral que, al final, es un cambio de rumbo de su política económica.
Hay que construir y consolidar la unidad de los sectores que están reclamando condiciones de trabajo dignas, y articular esas demandas con lo que se plantea en el Diálogo Social.
Entonces, ¿es posible construir, o reconstruir un movimiento sindical / gremial autónomo para hacer frente a la ofensiva del gobierno? ¿Qué le haría falta a ese movimiento?
– Sí, es posible reconstruir un movimiento sindical y gremial autónomo, de hecho, lo hay. Es decir, hay propuestas que lo orientan.
Tiene una base programática: aumento general de sueldos y salarios, libertad para los trabajadores presos, respeto a las contrataciones colectivas -lo que se traduce en la derogación del instructivo ONAPRE y el memorándum 2792-, y, por supuesto, la discusión de las contrataciones colectivas con las organizaciones sindicales autónomas.
Además, ese movimiento exige libertad para poder relegitimar los liderazgos de las centrales, federaciones y sindicatos sin la injerencia del Consejo Nacional Electoral (CNE).
A ese movimiento le hace falta unificar -en forma más eficiente-, sus luchas. Deponer las actitudes sectarias, reconstruir la confianza e interpretar de forma correcta que la victoria de los trabajadores se puede convertir, también, en una victoria del pueblo venezolano en su anhelo por vivir dignamente.
Entonces, creo que tiene que crecer la responsabilidad que tenemos en relación con ese movimiento y con su vinculación directa con el futuro del país. Tenemos que animar la unidad de todos los sectores que están luchando, generar espacios organizativos flexibles que permitan articular a toda la variedad del movimiento que es intergremial, que es intersectorial que tiene sindicatos, gremios, corrientes sindicales.
Hay un renovado brío que tiene que materializarse en un saldo organizativo importante para los trabajadores.
Nosotros en la UCV tenemos claro el rol que debemos cumplir, y es tratar de unir a las reservas morales del país y, por supuesto, estar a la disposición del pueblo venezolano, los trabajadores y otros sectores sociales para defender la democracia.
La democracia en el mundo laboral es negociación colectiva y respeto a los sindicatos, y la democracia en el país, es el respeto a los derechos civiles y políticos y respeto a los derechos económicos sociales, culturales y ambientales.
El papel de quienes somos parte de la universidad entonces es, no solo ayudar a pensar sobre los problemas nacionales, sino, a partir de ahí, contribuir con luces a esclarecer el camino para rescatar y construir democracia plena.
Prensa Provea