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Rafael Uzcategui

Sociólogo y editor independiente. Actualmente es Coordinador General de Provea.

El pasado 28 de agosto los padres de Juan Pablo Pernalete, el joven asesinado en las protestas del año 2017 por el impacto de una bomba lacrimógena en el pecho, inauguraron un mural en la urbanización El Marqués de Caracas, en medio de un sentido acto al cual acudieron periodistas, activistas y estudiantes. Estos actos para perpetuar la memoria de víctimas de violaciones de derechos humanos, y con ello el anhelo que no vuelvan a repetirse, son usuales en América Latina. Sin embargo esta actividad tuvo una notable diferencia: Ocurrió dentro de una vivienda, en un espacio privado.

Si bien la imagen puede ser vista desde la calle, la memoria del abuso de poder en nuestro país ha perdido terreno en el espacio público, debido a las posibles repercusiones. Un antecedente claro de esta tendencia ocurrió el 7 de junio, cuando cuatro jóvenes fueron detenidos en el municipio Chacao, también en la capital, luego de un evento para conmemorar el quinto aniversario de la muerte de Neomar Lander. El hecho reiteró que, en tiempos de cohabitación, no hay territorio seguro para expresar abiertamente el disentimiento en el país.

De manera soterrada se intenta imponer un nuevo pacto social en la Venezuela del 2022: El del silencio. El gobierno intenta capitalizar a su favor el deseo de certidumbre y mejora en su calidad de vida de un sector de la población, luego de dos años de cuarentena y veinte de confrontación. “Si no se meten en política no tendrán problemas”, es uno de los mensajes de fondo. “Hay que pasar la página”, insisten quienes promueven las supuestas ventajas de la dolarización. Los conciertos de artistas internacionales y la inauguración de restaurantes intentan fortalecer la sensación de nuevo bienestar. Mientras los laboratorios difunden los tuits, centenares de familias intentan cruzar el Darién en la búsqueda del futuro que su país les niega. 

En Venezuela el conflicto varió luego que fueron derrotadas las expectativas de un cambio de gobierno a corto plazo. Si el objetivo de volver a la democracia se cumplirá en un plazo mucho mayor, significa que las actuales autoridades serán las mismas por varios años más, lo que demanda un abordaje diferente a la que se aplicó hasta el año 2019. La rearticulación de una estrategia diferente no sólo necesita un balance honesto de lo que pasó, sino también tiempo para que los diferentes gremios puedan reconstruirse internamente y generar nuevos acuerdos y consensos.

Este momento de reflujo pudiera ser interpretado como de derrota, que en parte lo es. Pero es diferente entenderla como circunstancial a una definitiva, que lo que hay es lo que habrá de ahora en adelante, sin posibilidades de transformarlo. La amnesia, que no hablemos de lo que pasó, es funcional al mensaje que el chavismo se quedará infinitamente en el poder.

Las protestas del 2017 fueron el momento más alto de la estrategia de “máxima presión” para promover una transición por colapso del régimen. Por ello, es importante romper el silencio impuesto sobre ellas, y conversar sobre lo que podemos mejorar y hacer diferente en el futuro, pero también sobre las potencias que la multitud reveló durante esos días. También para exigir justicia, verdad y reparación. Para superar el duelo sobre lo que no fue, postulo una creencia: Como las revoluciones triunfantes se decoloran durante el ejercicio de poder, convirtiéndose en lo peor a lo que supuestamente se enfrentaban, los hechos históricos más inspiradores fueron, precisamente, las rebeliones derrotadas: La Comuna de París, la Revolución Española de 1936, el Mayo Francés, por nombrar algunas.

La épica venezolana del año 2017 debe ser recordada precisamente por sus anhelos y por la valentía y generosidad que los venezolanos demostraron cuando fue necesario. Como posibilidad es tan peligrosa que tirios y troyanos desean que se olvide, o que se hable de ello en espacios privados, en voz baja. Pero la política, en sentido amplio, es precisamente eso: hacer público lo que los poderes fácticos desean mantener oculto.

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