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Carlos Patiño

Abogado defensor de Derechos Humanos. Coordinador de Exigibilidad en DESC de Provea.

“De dos peligros debe cuidarse el hombre nuevo:

De la derecha cuando es diestra, de la izquierda cuando es siniestra.”

Mario Benedetti

Carlos Patiño | Nicolás Maduro le exige a la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos que rectifique las “mentiras” y “manipulaciones” de su informe. Diosdado Cabello convoca a una marcha en “rechazo al informe presentado por la señora Bachelet”. Alfredo Ruiz lamenta el “sesgo” y las “incoherencias” de la información presentada. Quienes apenas un par de semanas antes anunciaron con bombos y platillos la visita a Venezuela de la ex presidenta de Chile y de la Unasur, hoy la descalifican por la contundencia de su Informe.

¿Le salió el tiro por la culata al gobierno de facto? Sin duda alguna. Y es que Michelle Bachelet representa más que la principal entidad de las Naciones Unidas en el ámbito de los derechos humanos. Es también un referente de la izquierda latinoamericana no salpicada por los escándalos de Odebrecht ni por el ejercicio de una gestión autoritaria y perpetua, característica de los socialismos del siglo XXI encarnados por Hugo Chávez, Daniel Ortega y Evo Morales. La revolución bolivariana fue por lana y salió trasquilada.

El demoledor informe de Michelle Bachelet hay que valorarlo en su justa medida: un parte de las graves violaciones de derechos humanos en Venezuela que puede activar mecanismos del más alto nivel en el ámbito del derecho internacional, y una bofetada en términos políticos para quienes con el chantaje ideológico aún justifican una dictadura moderna que ha sumido al país en una emergencia humanitaria compleja. De hecho, figuras de la izquierda chilena como las diputadas Camila Vallejo y Karol Cariola, han manifestado “no poner en duda” el “lapidario” informe.

No lo digo yo, lo dice Bachelet

El informe de Bachelet sobre Venezuela hace alusión a las graves vulneraciones de derechos económicos, sociales, civiles, políticos y culturales por parte del Estado. Prevé que, si la situación no mejora, continuará el éxodo sin precedentes de emigrantes y refugiados que abandonan el país, y empeorarán las condiciones de vida de quienes permanecen en él. Ratifica además la estrategia orientada a neutralizar, reprimir y criminalizar a la oposición política y a quienes critican al gobierno. También destaca la repercusión de la profunda crisis económica que ha privado a la población de los medios necesarios para satisfacer sus derechos fundamentales en materia de alimentación y cuidados médicos.

El documento detalla la paulatina militarización de las instituciones durante la última década. Atribuye tanto a fuerzas civiles como militares y a grupos armados (colectivos), la represión y la responsabilidad de detenciones arbitrarias, malos tratos y torturas a críticos del gobierno y a sus familiares, violencia sexual y de género perpetrada durante los periodos de detención y las visitas, y uso excesivo de la fuerza durante las manifestaciones. También alude a las ejecuciones extrajudiciales, los presos políticos, la impunidad, la censura, y en general, al sufrimiento del pueblo venezolano.

El Informe Bachelet allana el terreno para la creación de una oficina permanente de la OACNUDH en Venezuela y para la activación de una comisión de investigación de la ONU. Adicionalmente, puede ser valorado por parte de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI), donde actualmente cursa un examen preliminar sobre Venezuela; y en un ámbito más político, contribuir en el desmoronamiento de los apoyos automáticos de la izquierda global a la nefasta gestión de Nicolás Maduro.

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