Lisbeth Añez Tohmi, administradora de profesión, cariñosamente llamada “Mamá Lis” por los jóvenes que participaron en las protestas entre el 2014 y 2017 se dedicaba a hacer donaciones de comida, medicinas y ropa para presos políticos en diversos recintos penitenciarios del país. Fue detenida el 12 mayo de 2017 y pasó 118 días en los calabozos del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN) en el Helicoide. Mamá Lis da por primera vez una entrevista sobre su caso después de su liberación bajo medidas cautelares el 6 de septiembre de 2017, dictadas por el Tribunal Cuarto de Control y también nos habla de cómo se puede ser solidario con los presos políticos en Venezuela.
En un momento también fuiste presa política ¿por qué te detienen?
En la semana que me detienen, también detienen a un grupo de jóvenes que eran muy cercanos a mí, presumo que en sus celulares encontraron las conversaciones que teníamos, que eran básicamente lo mismo ¿qué necesitan? Y pues siempre le ayudaba que si con dinero para un taxi, para la comida etc. además que una vez que los detuvieron les preguntaban por mí, por otro lado con Nixon Leal yo tenía mucha vinculación porque cuando él estuvo preso como dos años y medio, yo lo visitaba.
¿Y qué cargos te imputaron?
Traición a la Patria y Rebelión Militar
¿Cómo fue tu experiencia como presa política?
Me detuvieron cuando me iba a los Estados Unidos, el día anterior había hablado con el padre de mis hijos, ya que estaba muy preocupada porque uno de mis hijos estaba involucrado también en las protestas, porque al ver que habían matado a tantos jóvenes me daba terror irme y que le pudiera pasar algo. Mi pasaje estaba comprado desde febrero, es decir mucho antes de que comenzaran las protestas. Bajé al aeropuerto, pasé el control de inmigración y estaba sentada en la sala de espera para abordar el avión y cuando ya voy a abordar la aeromoza le hace señas a dos personas que estaban en la entrada, estas personas se me acercan, preguntan por mi nombre y me informan que me van a llevar a una entrevista a la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM). Esperando le pregunto a una de las funcionarias si voy a perder el vuelo y me responde: ¿usted no sabe por qué la estamos deteniendo? Al responderle que quizá por mi activismo en materia de DDHH , entonces me informó que ellos tampoco sabían, solo recibieron una orden de Caracas, me dio permiso de realizar una llamada, hablé con la abuela de mi hijo y le informé que me llevaban a la sede de la (DGCIM) en Boleíta. En la noche me permitieron otra llamada para que informara que al día siguiente iba a ser presentada en tribunales, el día sábado fue cuando me trasladaron al Helicoide. Los primeros días estuve en la celda con 25 presas.
Puede decirse que tuviste “suerte” al ser trasladada a ese sitio…
Pues sí, mucho más suerte que otras detenidas, porque ya conocía la dinámica del Helicoide, conocía a los detenidos, a los funcionarios que me había visto ir por más de dos años. Sin embargo pasar las noches en esa celda fue algo realmente horrible. Lo primero es la incertidumbre de cuánto tiempo vas a estar detenida, lo segundo no saber cuándo vas a poder ver a tu familia.
¿Cuánto tiempo estuviste detenida?
118 días
¿Y cómo fue que te dijeron que te iban a liberar?
Ese día era el día de la audiencia, ya la habían diferido en cuatro oportunidades y estaba como resignada a que iba a ocurrir otra vez ya que una inspectora como a las once de la mañana me avisó que no me iban a trasladar. A las tres de la tarde me informan que me van a trasladar al tribunal. Al llegar ya estaba el resto de los muchachos, que habían llegado a las ocho de la mañana. Comienza la audiencia, en la cual no hubo alegatos, no hubo ninguna prueba y la juez nos informa que quedábamos todos privados de libertad y que seríamos devueltos a nuestros centros de reclusión, los abogados molestos asegurando que eso era totalmente ilegal ya que la juez declinó la causa a tribunales ordinarios pero manteniendo la privativa de libertad. Luego sale la secretaria de la juez y nos informa que la juez va a cambiar la decisión, a los quince minutos sale la secretaria nuevamente y nos informa que quedamos todos en libertad con medidas cautelares al principio con régimen de presentación cada ocho días durante 10 meses.
¿Cómo comenzaste a prestar apoyo a los jóvenes que participaban en las protestas?
En el 2014 cuando iniciaron las protestas, por la zona donde vivo fue muy afectada y mi trabajo de la época era gerente regional y supervisaba varias tiendas de la ciudad, justamente en esas zonas eran las más afectadas por las protestas. Estando en una de esas zonas uno de los jóvenes me preguntó si yo conocía una red de comunicación llamada Zello, le dije que no y lo descargué. Un día al llegar a mi casa en la noche comencé a escuchar lo que se hablaba por esa red y escuché a unos muchachos pidiendo ayuda como las 7 de la noche y eso me removió muchísimo, entonces ese día me fui al campamento que estaba instalado en las afueras del PNUD, desconociendo todo el tema de seguridad y del ambiente de las protestas, conversé con varios jóvenes que estaban allí, les pregunté que necesitaban y comencé, a partir de allí, a llevarles agua y comida. Luego me enteré que iban a instalar otro campamento en la Plaza Alfredo Sadel y me acerqué a unas muchachas que estaban llegando, les pregunté que necesitaban y les llevé ropa, sábanas, cobijas etc. El 8 de mayo de 2014 recibí una llamada como a las 5:00 am informándome que se habían llevado a Sairam Rivas, me voy al campamento y este ya había sido totalmente desmantelado. Varios de los jóvenes no se encontraban allí al momento de la arremetida de la policía y todas sus pertenencias desaparecieron, por supuesto estaban sin ropa, sin comida, sin nada, en ese momento varias madres que estábamos allí comenzamos a organizarnos y nos llevamos a nuestras casas a varios de ellos. Me traje a una pareja que actualmente se encuentran exiliados en Perú.
Se diría que te involucraste casi que de manera fortuita, con el deseo de ayudar a los jóvenes que protestaban y me imagino que de ahí nació el apodo de “Mamá Lis”
En esos días, después del desmantelamiento del campamento, vinieron las audiencias de presentación de esos muchachos a los tribunales, muchos salieron en libertad, pero tenían que estar en Caracas con medidas de presentación, entonces llegué a tener en mi casa hasta 8 de ellos, dormían en colchonetas, en el sofá, en todos lados y fue cuando una de las chicas me preguntó: ¿le puedo llamar Mamá Lis? Y desde ese momento me quede Mamá Lis.
De tu experiencia prestando apoyo a los presos políticos ¿cuáles son sus principales inquietudes?
La principal es que no los olviden. Lo vivía con ellos cuando los visitaba y después lo viví personalmente. Uno se pregunta ¿será que la gente se acuerda de mí? ¿estarán pidiendo mi libertad? ¿la gente sabrá quién soy? Por eso cuando yo los visitaba lo más importante era sacar las cartas que escribían, difundir sus mensajes.
¿Cuáles son los principales obstáculos que ha tenido que enfrentar al momento de prestar esa solidaridad?
Lo más difícil es tener que medir lo que dices, porque por cualquier razón pueden detenerte, entonces los mensajes deben hacerse de tal forma que no puedan acusarte por ejemplo de “instigar al odio”. En el caso de las visitas en los centros de detención, en teoría solo deberían ser para los familiares, pero al final puede entrar cualquier persona si tienes algo de suerte.
¿Cómo eran las condiciones de reclusión en esos sitios?
En el Helicoide mucho hacinamiento. De hecho la sala de visitas en realidad era un espacio de detención que la acondicionaban para ese fin y debes tener la suerte de conseguir un rincón donde acomodarte, pero igual habían muchos presos que recibían la visita en el pasillo.
Como ex presa política ¿qué mensaje les da a los hoy presos y presas políticas?
Que nunca pierdan la fe y la esperanza. He aprendido que todo en la vida tiene una razón y un por qué, Dios sabe por qué hace las cosas. Una de las cosas que a mí más me dolía de irme del país era pensar que no iba a ir a la graduación de mi hijo y ayer estuve en su graduación, entonces es aceptar la voluntad de Dios. Una compañera de reclusión me decía que yo era de hierro porque cuando tenía audiencia y la diferían siempre estaba tranquila y ella me preguntaba ¿por qué estás siempre tan tranquila? Y siempre le contestaba ¿Y por qué no estarlo?, si nosotras anoche rezamos y le dijimos a Dios que aceptábamos su voluntad, le pedimos que ablandara el corazón de los jueces, pero si no se daba pues era la voluntad de Dios y tengo que aceptarla. Quizá ese fue el único mecanismo que él consiguió para que no me fuera del país.
¿Qué debe hacerse para mejorar las acciones de solidaridad con los presos?
Estamos en una situación que no permite que las personas sean solidarias, sin embargo tengo una máxima que dice: “Quien da recibe el doble” y eso lo he comprobado muchas veces. Por otro lado las personas tienen miedo de colaborar por las consecuencias negativas que pudiera tener hacer donaciones y ven mi caso como un ejemplo de eso.
¿Hay alguna o algunas organizaciones que colaboran con los presos políticos?
Existe el Comité de familiares de presos políticos y a través de ellos se puede colaborar, también está el Centro de Derechos Humanos donde se pueden realizar donaciones. Otra forma de colaborar es difundir quienes son los presos políticos, a través de videos, por las redes sociales, que se visibilicen, que la gente sepa quiénes son, que son más que los que siempre se mencionan porque no son una figura pública, porque no es un dirigente político.
Luis Silva/ Especial para Provea