La Embajada y el Centro para la Paz y los Derechos Humanos “Padre Luis María Olaso” de la Universidad Central de Venezuela (UCV) tienen el placer de anunciar a Katherine Martínez como ganadora de la 10ma edición del Premio de Derechos Humanos de la Embajada.

Katherine Martínez, Directora de la organización no gubernamental Prepara Familia, recibe este premio por su decidido y dedicado trabajo para visibilizar las condiciones, necesidades y defender los derechos, desde hace más de 10 años, de los niños, niñas y adolescentes pacientes, y familiares del Hospital J.M de los Ríos.

“Me motivó convertirme en defensora de los derechos humanos la situación de vulnerabilidad que he estado constatando y documentando. Me inspira a continuar la resiliencia que veo en las familias, en los niños. Aunque estemos viviendo una situación muy difícil, tengo mucha esperanza por una Venezuela mejor, en la cual todos somos defensores de derechos humanos.”

Katherine Martínez, Ganadora de la 10ma edición del Premio de Derechos Humanos de la Embajada de Canadá en Venezuela.

Para esta 10ma edición, el jurado decidió asimismo otorgar dos menciones especiales: Una a Alejandro Álvarez Iragorry, Coordinador de Clima 21 Ambiente y Derechos Humanos, por su labor de más de 20 años en la defensa del medio ambiente y recientemente por alertar sobre el impacto ambiental y cultural del Arco Minero.

Otra a Elvira Llovera de Pernalete, madre de Juan Pablo Pernalete, joven estudiante venezolano asesinado durante las manifestaciones del 2017; quien no ha dejado de levantar su voz en representación de otros padres a quienes les han encarcelado o asesinado a sus hijos durante las manifestaciones en Venezuela.

El jurado este año fue presidido por el Padre Raúl Herrera, s.j. (Director, Centro para la Paz y los Derechos Humanos “Padre Luis María Olaso” UCV) y estuvo conformado por personalidades del ámbito de los derechos humanos en Venezuela como: Marianna Romero,  Rosa Elena Acevedo, Francisco Valencia, Oscar Murillo y Keymer Ávila, y por la Embajada de Canadá, Kirk Duguid (Encargado de Negocios, a.i.).

El galardón será entregado a Katherine Martínez, hoy en un evento privado en la Residencia Oficial de la Embajada de Canadá. Como parte del premio la ganadora viajará a Canadá y dentro de Venezuela para sostener, a lo largo del año, distintos encuentros organizados por la Embajada de Canadá en con universidades, organizaciones de derechos humanos y autoridades gubernamentales, para compartir experiencias en la defensa de los derechos humanos.

Para mayor información:

Michèle Carezis

Oficial de Asuntos Públicos,

Embajada de Canadá en Venezuela

[email protected]


KATHERINE MARTÍNEZ por Susana Raffalli

Se une para defender a los otros. Compone un cuerpo o una comunidad. Sobrelleva con uno la misma suerte o fortuna que uno lleve. Calza, hace juego, pega, tiene correspondencia con otras partes. Persona con la que se convive. Defiende públicamente una causa o idea. Se encarga de investigar y comunicar lo que es necesario saber. Puede legítimamente representar al otro. Hace presente una función de fe allí donde hubiera un vacío de ella. Se encarga de cuidar del orden y de dar cumplimiento a oficios divinos y otras fiestas.  Presta servicios que otros no pueden prestar con decencia. Administra el dolor como liturgia, las palabras como si con ellas fuera a sanar, y la caridad como una fiesta, y a ese triple ministerio añade el de la jurisprudencia por la memoria, la justicia, la reparación y la verdad.

Con este manojo de virtudes se encuentra cualquiera que busque en los diccionarios una palabra que pueda resumir a Katherine Martínez. Compañera, emisaria, vicaria, embajadora, documentalista y relatora, apologista, animadora, abogada, defensora, sororaria, siempre con la otra y por la otra. 

No importa si es en una clínica jurídica para acompañar a gente en un barrio empobrecido, o como puntada en una red para salvar a una mujer sobreviviente de violencia. Lo mismo da si es evangelizando en un colegio alquilado por las tardes, que en la calle con un megáfono cómo solo una feminista lo sabe llevar. Sea al pie de la cama junto a una mujer que se le muere su hijo, o en una audiencia entre comisionados de Derechos Humanos, allí va a ser la misma, igual. De su genio salen pañales, oraciones, consignas, dignos sepelios, cuentos infantiles, miedos, gelatina y suspiros, indignación, tambor, coro y guataca, almuerzos, medidas cautelares impecablemente justas y toda la verdad.  

Es una sola y la misma mujer para todo eso, Katherine Martínez, defensora: célula fundamental de la Red Venezolana por los Derechos Humanos de Niños, Niñas y Adolescentes, integrante de la Red Naranja Venezuela por el derecho de las mujeres a una vida libre de violencia, embajadora de la niñez venezolana ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y fundadora y motor de la organización Prepara Familia en favor de los niñas y niños hospitalizados y sus familias.

Pero quizás su prosodia más clara es esa que logra allí, entre sus amigas y voluntarias, junto a su compañero y sus hijos. Como madre, como amiga, como hermana, como hija, como esposa, como venezolana, Katherine logra su acento, registro y entonación más alta: nunca una descalificación o maltrato, siempre un “dale” aunque ella se deshaga, una interpelación oportuna hasta con sus más camaradas (o precisamente por eso), el cuidado de su mirada constante y un honrarnos y honrar lo que hacemos con su discurso y testimonio de altura.

En documentos sobre patronazgos antiguos se solía tener a Catarina de Alejandría como la protectora de estudiantes, de jóvenes mujeres, de afiladores de cuchillos, de hilanderas, de personas en su paso por la muerte hacia la vida, de enfermeras, de predicadores y taquígrafos, de apologistas, abogados y juristas. Esta Catarina de Venezuela hace todas esas cosas, pero no la requerimos como patrona. Es tiempo de premios. Katherine es galardonada con el Premio de Derechos Humanos de la Embajada de Canadá. Katherine Martínez es, ella misma, un premio para cada persona frágil y vulnerada que ella acompaña, defiende y toca.