Venezuela -un país petrolero-, atraviesa en estos momentos una grave crisis de distribución de gasolina. Pareciera insólito, pero no lo es.
Previsible como consecuencia de un gobierno que acabó con todas las industrias básicas del país. La petrolera no podía ser la excepción. No solo llevaron al mínimo la producción de petróleo, sino que llevaron la industria a nivel de no garantizar la producción necesaria para abastecer de gasolina el mercado interno.
Desde hace más de cinco años se viene importando gasolina. Sin embargo, cumplimos una semana con crisis de distribución que se extendió a todo el país. Hay ciudades de Venezuela en las que desde hace ya varios años su población es sometida a largas colas para poder surtir los vehículos. El estado Táchira y Amazonas son dos de los más emblemáticos, los dos estados fronterizos.
Sin embargo, hoy se arriba al día sexto en el cual, de occidente a oriente, de norte a sur, las personas que quieran garantizar gasolina para sus vehículos deben tardar más de seis horas y en algunos lugares hasta 72 horas. La crisis es de tal magnitud que instituciones educativas desde preescolar hasta nivel universitario decidieron suspender clases por la imposibilidad de estudiantes y educadores para llegar a clases. La Universidad Nacional Experimental del Táchira (UNET) y la Universidad de Los Andes (ULA) en Mérida, han debido suspender sus actividades debido a la crisis.
La Emergencia Humanitaria Compleja que padecemos se agrava con la crisis de la gasolina. Además de su efecto negativo en el sector educativo, afecta otras actividades que empeoran la calidad de vida de las familias. Se incrementó el caos en el transporte público. Muy pocas unidades en circulación y las que logran prestar el servicio abarrotadas. En algunas ciudades acortaron la ruta que normalmente recorren, dejando a un sector de la población sin servicio.
Médicos, enfermeras y personal administrativo han indicado las dificultades que tienen para trasladarse a los centros de salud. Las propias personas que requieren atención no logran llegar o lo hacen con muchas dificultades. La gobernadora del estado Táchira denunciaba hace dos días que las plantas eléctricas de los centros de salud empezaban a quedarse sin combustible para funcionar. «La situación de la gasolina en el Táchira ya es una catástrofe colectiva, las pérdidas son incalculables», dijo la mandataria.
Afirman los productores que la distribución de alimentos está siendo afectada al verse imposibilitados de sacar las cosechas para llevarlas a los centros de acopio. Los camiones de distribución que deben dirigirse a las ciudades también presentan dificultades. Los comerciantes indican que se les dificulta conservar alimentos y venderlos. No olvidemos que casi todos los estados vienen siendo afectados por un racionamiento de luz de seis o más horas. Muchos comerciantes para poder garantizar las ventas, en un país donde escasea el dinero en efectivo, dependen para la venta de los puntos para las transacciones con tarjetas de débito o crédito. La manera de lograr que esos puntos de los bancos funcionen cuando no hay luz, es a través de pequeñas plantas eléctricas las cuales requieres de combustible para su funcionamiento.
Los camiones que distribuyen gas doméstico circulan ahora menos, agravando la ya difícil situación que se vivía con familias que duraban varios meses sin que se les vendiera las bombonas de gas. Mientras todo esto afecta a la población, la dictadura mantiene una actitud indolente. Los primeros días se empeñó en negar la crisis de escasez de gasolina. Afirmó a través de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) que era una campaña mal intencionada de la oposición. Cuando ya no pudieron ocultar la crisis, sencillamente omitieron dar explicaciones y adoptar medidas para aliviar el sufrimiento de la población.
Como el gobierno no explica, no informa la magnitud de las dificultades, existe la incertidumbre hasta cuándo durará la escasez de gasolina y si se repetirá tal situación en los próximos días. Se reafirma lo que venimos diciendo que con Maduro solo hay garantía del incremento de la crisis económica y social y que la calidad de vida de la población se deteriora aún más. Problemas como el de la gasolina, el caos en los servicios públicos, la crisis en el sector salud y la creciente miseria, sólo podrán resolverse si se logra un cambio de gobierno. Por ello, es fundamental seguir movilizados para exigir derechos e igualmente para presionar una salida pacífica y democrática con convocatoria a elecciones transparente, creíbles e inclusivas.
Prensa Provea