Las y los estudiantes celebran su efeméride este 21 de noviembre con becas de cinco dólares, comedores que no abren sus puertas todos los días y un pasaje preferencial que se cumple como su nombre: a medias
Vanessa Davies | Especial para Provea
Avanzaba el 3 de abril de 1991 y la Universidad Central de Venezuela (UCV) era lo más parecido a una olla en la que el agua hervía de manera constante.
Y no solo la UCV: el país se había convertido en territorio de protesta luego de El Gran Viraje impuesto por el entonces presidente Carlos Andrés Pérez (Acción Democrática) y su equipo económico a partir de 1989.
El movimiento estudiantil les plantó cara a las medidas del llamado “paquetazo”, y por eso en la UCV se registraban manifestaciones varias veces por semana.
Ese 3 de abril de 1991, dos años después de la revuelta popular del 27 de febrero de 1989, que pasó a la historia como El Caracazo, las y los estudiantes se enfrentaban a funcionarios de la Policía Metropolitana (PM) con el dúo infaltable en las movilizaciones: piedras y palabras.
Lo que recuerda René Cedillo, dirigente estudiantil de la década de 1980 y 1990 y exdirectivo de la Federación de Centros Universitarios (FCU), es que un joven resultó herido por la acción policial.

Entonces, Belinda Álvarez, presidenta del centro de estudiantes de la Escuela de Trabajo Social de la UCV y dirigente de la juventud del partido Bandera Roja, se adelantó a socorrerlo, y también ella fue alcanzada por una bala.
Álvarez, de 25 años de edad, falleció luego de 11 días en terapia intensiva en el Hospital Universitario de Caracas.
En el presente, solo queda de su memoria una placa colocada en el lugar donde cayó, al lado de la cual transitan presurosas las nuevas generaciones estudiantiles, las del WhatsApp, el Instagram y el TikTok.

Esa placa dice: “Aquí cayó Belinda Álvarez, a quien quisiéramos recordar también como la última estudiante asesinada por la policía”. No ha sido así.
Vencer sin convencer
Cada 21 de noviembre se rinde homenaje a las y los estudiantes universitarios venezolanos que, ese día de 1957, se rebelaron contra el régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez y sufrieron las consecuencias de la represión.
Las dictaduras suelen llevarse mal con las universidades porque el pensamiento cuestiona la imposición armada.
“Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta, pero no convenceréis porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta en esta lucha, razón y derechos”, replicó el filósofo Miguel de Unamuno, rector de la Universidad de Salamanca, el 12 de octubre de 1936, a los militares que se sublevaron contra la República Española.
«Venceréis, pero no convenceréis«, han podido exclamar las y los estudiantes de Venezuela en distintas épocas.
Históricamente, la sangre universitaria se ha regado por toda Venezuela para la defensa de tres reivindicaciones básicas: el pasaje preferencial estudiantil, el comedor y las becas.

También, para conquistar un país en el que las desigualdades no sean una cachetada diaria.
No hay que perder de vista que el estudiantado tiene un origen social diverso y no es un sector permanente, tal como lo describe el historiador Roberto López Sánchez en un análisis publicado en 2006.
Esto implica que cada cohorte dirigencial, como la define López Sánchez, empieza desde cero; y que, al no pertenecer a un grupo social determinado, las y los estudiantes no estén unidos por intereses específicos.
Por el presupuesto universitario y las reivindicaciones estudiantiles se han concretado marchas, piquetes, plantones, tomas y hasta huelgas de hambre como la que comenzó, en marzo de 1988, en la sede del Palacio Federal Legislativo.

En esta protesta participaron un profesor (Humberto Mendoza, presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad de Carabobo); un trabajador administrativo (Luis Mendoza, de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV); y tres estudiantes (Pedro Penso, de agronomía-UCV; Aldrin Torres, de la Universidad de Oriente-Bolívar; y el mismo Cedillo).
“Nos metimos con nuestras colchonetas y nos instalamos allí. Estuve 33 días en huelga de hambre. Se lograron aumentos salariales para los empleados, para los trabajadores, para los obreros. Los estudiantes, por primera vez, logramos el seguro estudiantil”, refiere Cedillo.
También le arrancaron al gobierno “el aumento en las becas, en el número y en el monto; más recursos para transporte” y la dotación para las bibliotecas.
En ese momento sí había represión “pero teníamos más libertades democráticas y el contrapeso de otras instituciones, como el Congreso de la República, que era plural” y una visión liberal que defendía la separación de poderes, contrasta el trabajador social.
La dirigencia estudiantil, en su mayoría, no simpatizaba con el gobierno “pero había más posibilidades de sacar una marcha, por ejemplo”.
Hoy, “los poderes están bajo una sola visión” y las voces disidentes son tratadas como si traicionaran a la patria.
Otra diferencia entre ese ayer y el presente la marca el movimiento estudiantil, que años atrás estaba “mucho más politizado”, plantea Cedillo.
Sin embargo, también refresca que “ya venía, desde los años 1980, la despartidización de ese movimiento que anteriormente actuaba en consonancia con las líneas de los partidos políticos”.
La politización de las organizaciones estudiantiles estaba, en esos años, muy marcada por la izquierda, como lo describe el dirigente, pero sin dejar de lado a los partidos clásicos en la historia contemporánea, como Acción Democrática y Copei.
“La politización la veíamos en que se iba mucho más allá de las reivindicaciones estudiantiles. Luchábamos por nuestras reivindicaciones inmediatas y luchábamos por la transformación del país con una perspectiva política y programática”.
Se denunciaba el maltrato contra los barrios, se acompañaban las movilizaciones de trabajadoras y trabajadores y se protestaba contra el pago de la deuda externa, porque “se trataba de una agenda social que el estudiantado enarbolaba”.
Las Federaciones de Centros Universitarios pusieron la piel para defender a campesinos, denunciar violaciones de derechos humanos y proponer alternativas a los planes de la nación.
La irrupción en la vida pública de Hugo Chávez, en 1992, también produjo transformaciones en el movimiento estudiantil: un proceso signado por luces y sombras y por un desplazamiento de esa dirigencia progresista que se esforzó en trabajar por el poder.
Como el espacio vacío no existe, personas con otra visión se incorporaron a los cargos de representación estudiantil.
Se constituyeron organizaciones para la defensa del chavismo y los otrora líderes estudiantiles que manifestaban en las calles contra los gobiernos de AD y Copei pasaron a formar parte del gabinete chavista y de otros poderes públicos.

Una historia de nunca acabar
“Para mí, hablar de las reivindicaciones estudiantiles es hablar de una causa históricamente interminable. Es como un túnel al que no le encontramos la salida”, explica Inyer Bellorín, quien se desempeñó como secretario de reivindicaciones estudiantiles de la FCU-UCV entre los años 2022 y 2024.
“Es inaceptable que, como secretario de reivindicaciones, haya tenido que luchar en el siglo XXI por lo mismo que han luchado las generaciones anteriores”.
Ha habido poco o ningún avance.
El rol del dirigente estudiantil, a juicio de Bellorín, debe ir más allá “de una beca, un transporte o un comedor”; implica “luchar por la dignidad de un sector históricamente vulnerable que no entra en las prioridades del Estado”.
La misma visión que impulsaba a alguien como Cedillo hace casi 40 años y que ha avivado las movilizaciones durante generaciones.
En 2025, cuando el mundo se encuentra en la encrucijada de lo que implica la tecnología, esos tres derechos siguen en la agenda estudiantil.
Mas no son los únicos. “En lo personal diría que también es una reivindicación la calidad de la educación que recibimos, porque a veces se entiende que las luchas son por beca, transporte y comedor. Pero nosotros luchamos para que nuestra universidad se mantenga abierta y en pie”, señala Ariel Pérez, actual Secretario de Reivindicaciones de la FCU-UCV.

Desde el año 2007, considera Pérez, “las universidades vienen enfrentando una asfixia presupuestaria como parte de las políticas del gobierno nacional: Chávez empieza a reducir el presupuesto para las universidades cuando pierde la reforma constitucional y ve que la masa estudiantil se organizó para derrotarlo”.
En ese momento él era estudiante de primaria, y cuando revive esos días, atribuye a las acciones del movimiento estudiantil el retroceso del chavismo. “Desde ahí vino el punto de quiebre entre el Estado y las universidades, y comenzó la política de asfixia presupuestaria”.
La agenda política estudiantil se activó varios años después de iniciado el proceso de cambios en 1999.

Fue justamente en 2007 cuando un movimiento estudiantil se opuso abiertamente al presidente Chávez y a su agenda de reforma constitucional.
Siete años después, el estudiantado confrontó al gobierno del mandatario Nicolás Maduro y el mismo Día de la Juventud fueron asesinados dos estudiantes: Bassil Da Costa y Robert Redman.
Ese ciclo de protestas dejó 43 fallecidos, según datos de Provea y otras ONG.
En 2017 también fueron estudiantes quienes protestaron contra la administración de Maduro. Un caso emblemático quedó para la historia: el de Juan Pablo Pernalete, asesinado el 26 de abril de ese año en una manifestación en Altamira.

Provea cifra en 143 los fallecidos en cuatro meses de movilizaciones; la mayoría, de menos de 30 años de edad.
Al menos 68 estudiantes, entre ellos 22 menores de edad, murieron en el contexto de protestas entre los años 2013 y 2024, la mayoría a manos de agentes de la fuerza pública y agrupaciones paramilitares («colectivos»).
También el número de estudiantes detenidos arbitrariamente y acusados de delitos como terrorismo e incitación al odio es dramático.
La “papa”, en veremos
Tener el dinero necesario para pagar una residencia si vienes del interior del país a estudiar en Caracas, disponer de un comedor para alimentarte y poder trasladarte libremente con una tarifa diferenciada en el transporte público parecen tres derechos básicos para cualquier estudiante.
Pero ni en el pasado ni en el presente han sido plenamente satisfechos.
Las becas no son las becas, a secas: las luchas de antes y de ahora son para tenerlas en cantidad suficiente y con un monto que ayude a sobrellevar el día a día, como lo refiere Cedillo.
Se suman, además, las pasantías y las preparadurías.
“Yo fui preparador en mi escuela durante dos años (hasta 1991). Había partidas para eso”, rememora. Recibía, a cambio, 1.200 bolívares (unos 20 dólares para la época).
Hoy, las becas en la UCV no superan los cinco dólares al mes, precisa Pérez.
Además, son entregadas mediante el sistema Patria, centralizado por el gobierno venezolano.
“Es la política del Estado venezolano de querer mantener el control”, critica.
Hay alrededor de 2.700 beneficiarias y beneficiarios, pero el dirigente considera que prácticamente todos los estudiantes necesitarían alguna ayuda “por la situación precaria en la que estamos”.
El comedor universitario ha sido siempre objeto de polémica.

No obstante, y a pesar de la diferencia de criterios que persistía, en sus mesas se servía desayuno, almuerzo y cena, y a veces, merienda.
Años atrás se cuestionaba que costara dos bolívares si un estudiante podía comprar una lata de refresco que costaba más que eso.
En la actualidad el comedor de la UCV abre sus puertas únicamente cuando el gobierno envía los alimentos para cocinarlos.
“Producto de esa política de asfixia hacia la universidad el comedor funciona dos días a la semana, y para que pueda funcionar dos días a la semana la universidad debe pasar semanalmente el menú al gobierno, a fin de que envíe proteínas y carbohidratos”, critica Pérez.
En cambio, si la casa de estudios manejara su presupuesto, haría las compras directamente y con un criterio diferente.

Para el dirigente estudiantil no es solo que el comedor abra sus puertas y sirva 1.200 bandejas; es, también, que atienda a todas las personas que lo necesitan (por lo menos 5.300, según una encuesta que hicieron al inicio de la gestión actual de la FCU), y que se satisfagan los requerimientos nutricionales.
“No queremos que sirvan cualquier cosa para luego decir que el comedor está abierto”. Ya pasaron por el periodo de las lentejas y alimentos similares. “¿Siempre me vas a dar lo mismo?”, interroga.
“Si no hay comedor”, advierte, “tenemos una población vulnerable a la que le toca resolver qué va a comer en la universidad”.
Estima que son, al menos, 800 personas: las mismas que recurrieron a las lentejas del peor momento de la crisis.
Pasaje preferencial… Cuando se puede
¿Cuántas vidas costó el pasaje preferencial estudiantil? ¿El poder subirse a una unidad de transporte y pagar la mitad de la tarifa solo por presentar un carné o llevar una franela azul o beige?
El año 1991 quedó como un paradigma para esta conquista, porque liceístas que manifestaban por esta reivindicación tuvieron que soportar la respuesta del gobierno del entonces presidente Carlos Andrés Pérez.
Una de las víctimas fue Jimmy Hernández, líder estudiantil atropellado el 14 de noviembre.
A su asesinato le siguió la masacre de Macarao, perpetrada una semana después y que cobró las vidas de dos estudiantes y de un efectivo de la Fuerza Armada.

Un obstáculo para el cumplimiento del pasaje preferencial, en el caso de la UCV, es la ausencia de carné, remarca Ariel Pérez.
Más de 2.600 estudiantes ucevistas tienen el documento vencido, otros nunca han podido acceder a él y otros están ingresando a la universidad.
“Se solicitó al Ministerio de Educación Universitaria que enviara el material para la emisión de los carnés, o el recurso para que la universidad lo comprara, pero se ha mostrado indiferente”, apunta el dirigente estudiantil.
Un documento digital (salida intermedia sugerida por las autoridades) no va a resolver el problema. “Es una pelea segura que va a tener el estudiante con el colector”.
Se supone que las universidades disponen de autobuses para garantizar las rutas básicas a sus estudiantes.
En el caso de la UCV solamente operan seis, y experimentan bastante trajín porque deben viajar a Los Teques, Ocumare, Charallave, La Guaira, Guarenas-Guatire, Maracay (los fines de semana).

“Hace años que el gobierno no dota con unidades nuevas. En la dirección de transporte hacen una labor titánica para repararlas”.
Para dar respuesta a las solicitudes se precisa el doble de lo que hoy va rodando.
Universidades en la encrucijada
Sin presupuesto suficiente y con profesores que -como lo describe la investigadora Jacqueline Richter, directora del Observatorio Venezolano de Libertad Sindical– están subsidiando la educación porque sus salarios no superan los 20 dólares al mes, las universidades afrontan el riesgo de desaparecer tal como han existido hasta ahora.
“Debemos luchar para que nuestras universidades sigan abiertas y con nuestros profesores. Los estudiantes nos enfrentamos a disyuntivas: si trabajo, no puedo estudiar; si estudio, no puedo trabajar”, resume Pérez.
Muchos estudiantes “hemos buscado un punto medio: no inscribimos nuestra carga académica completa para poder tener un trabajo de medio tiempo, lo que afecta la prosecución”.

– ¿Qué significa mantener la universidad abierta? ¿Qué sería cerrar la universidad?
«Cerrar la universidad sería que, producto de la misma crisis, los jóvenes no veamos viable formarnos como profesionales. Cuando vemos un profesor que se formó y solo recibe un dólar, nos preguntamos: “¿De verdad me quiero formar para ganar un dólar al mes?.
El mensaje es que da lo mismo que te formes o no, porque vas a estar en una situación precaria. La planta profesoral se mantiene, pero no sabemos por cuánto tiempo más. Las ideas siguen sobre la mesa. Una beca universitaria debería ser equivalente a 200 dólares«, sentencia Inyer Bellorín.
El comedor de las universidades tendría que ofrecer por lo menos tres comidas para todo el que las necesite, alega Pérez.
El pasaje preferencial estudiantil tiene que ser respetado, remarca Cedillo.
Con una mirada más amplia, también es asunto de interés para las y los estudiantes que sus profesoras y profesores perciban mejores salarios.
Al no ser así, cada 21 de noviembre se rendirá homenaje a las heroínas y los héroes de 1957 mientras cada día se asesta un golpe a los protagonistas de hoy.








