Este lunes el Fondo Monetario Internacional (FMI) divulgó su más reciente reporte «Perspectivas de la Economía Mundial», en el que analiza el comportamiento y las proyecciones de las economías a escala global.

En su reporte el FMI proyecta una tasa de inflación para el cierre de 2018 en Venezuela de 1.370.000%, y para el cierre de 2019 de 10.000.000%. Es la tercera vez en el año que el órgano multilateral debe corregir sus proyecciones de inflación sobre Venezuela. El lunes 23 de julio, en su informe «Perspectivas para las Américas: Una recuperación más difícil», el ente proyectaba una tasa de inflación de 1.000.000% para el cierre del año, mientras que a comienzos de 2018 proyectó un 13.000% de inflación al finalizar el año en curso.

El FMI advierte que por quinto año consecutivo «la economía de Venezuela sigue deteriorándose, tras la caída del 14% (del PIB) registrada en 2017. Las proyecciones sugieren una reducción del PIB real de otro 18% en 2018 y del 5% en 2019, provocada por el desplome de la producción de petróleo y la inestabilidad política y social». El organismo estima que el Producto Interno Bruto per cápita de los venezolanos se redujo en más del 35% durante el período 2013–2017 y prevé que disminuya casi un 60% entre 2013 y 2023. De acuerdo a esta última proyección, Venezuela se situaría, junto a Arabia Saudita; Azerbaiyán; República Democrática del Congo; Georgia; Iraq; Líbano; Liberia; Libia y Qatar, como las naciones en las que, en distintos períodos históricos, se ha registrado una caída del PIB per cápita superior al 60%.

Sin democracia seguirá gobernando el hambre

El más reciente reporte del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), reflejó que entre 2012 y 2017 Venezuela había caído dieciséis puestos en el indice global de Desarrollo Humano (IDH). El Informe ubicó a Venezuela en el puesto 78 de 189 países analizados por el organismo, y en 8º lugar entre los países de América Latina, en una lista que lidera Chile con el índice más alto de la región, y que cierra Haiti -en el puesto 168 global-, con el IDH más bajo del continente. El informe del PNUD advirtió que el retroceso experimentado por Venezuela es uno de los mayores en el indicador que refleja los logros nacionales en materia de salud, educación y nivel de ingresos. “Solo Siria, Libia y Yemen, tres países con prolongados conflictos, han perdido más puestos” alertó el organismo en septiembre pasado.

El PNUD destacó también que la renta per cápita de Venezuela había disminuyó un 25,8% entre 1990 y 2017. De acuerdo al informe del IDH del año 2012, el ingreso nacional bruto per cápita de Venezuela se situaba en 11.475 dólares; mientras que para el 2017 el PNUD reportó un ingreso per cápita de 10,672 dólares.

Ambos órganos, el FMI y el PNUD, coinciden en que los peores registros en materia de indicadores socioeconómicos en Venezuela comenzaron a producirse a partir del 2013, año en el cual Nicolás Maduro asumió la presidencia del país. También, los reportes de estas instituciones coinciden en comparar la situación venezolana con la de países que han atravesado conflictos bélicos o han sido sacudidos por desastres naturales que generaron inestabilidad en sus economías. La diferencia es que en el caso venezolano la severa caída de la economía y de los indicadores sociales, no es consecuencia de ninguno de los dos escenarios descritos anteriormente. Se trata entonces de una situación generada por el propio Estado venezolano como consecuencia de una actuación deliberada y en el contexto de una crisis política aguda, que se ha convertido en emergencia humanitaria compleja.

El histórico retroceso de la economía venezolana y su impacto en el aumento de la pobreza y la exclusión de grandes sectores de la población, coincide con la finalización de la mayor bonanza petrolera de nuestra historia, un período en el cual aumentó la corrupción, el manejo irresponsable de los recursos públicos y el endeudamiento del país. Sumado a estos factores, la agudización de la crisis y la ausencia de respuestas para superarla, obedece fundamentalmente al cierre de los espacios democráticos y la extinción del Estado de Derecho. El Estado venezolano dirigido por una administración convertida en dictadura ha abandonado abiertamente sus obligaciones en materia de derechos económicos, sociales y culturales, para garantizar un nivel de vida adecuado a la población. La adopción de medidas antipopulares y antidemocráticas en el terreno económico, ha erosionado la garantía de los derechos sociales y hace ilusoria la posibilidad de superar la crisis en el menor tiempo posible para mitigar su impacto en la vida de los sectores más empobrecidos y vulnerables.

Adicionalmente, el ascenso de la represión, el terrorismo de Estado, y el afianzamiento de los mecanismos inconstitucionales de control social y político, generan aún más penurias para los venezolanos. La dictadura, empeñada en aferrarse al poder, reprime y encarcela para intentar callar las cientos de voces de descontento social que se movilizan ante el hambre y la pobreza.

Para Provea la única forma de superar este desalentador panorama es luchar, con unidad y organización, por el rescate de la democracia. Sin democracia no hay derechos humanos. Sin democracia los venezolanos seguiremos condenados al hambre y la represión de una dictadura indolente.


Prensa Provea