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Óscar Calles, Prensa Provea | El 26 de abril de 2023 se cumplen 6 años de la lamentable muerte de Juan Pablo Pernalete, joven venezolano y estudiante de solo 20 años que fue asesinado a manos de las fuerzas de seguridad del Estado venezolano (Guardia Nacional Bolivariana) durante una manifestación pacífica en Altamira, Caracas.

Desde Provea conversamos con sus padres, Elvira Llovera y José Gregorio Pernalete, sobre la historia de Juan, su caso, los retos, la búsqueda de justicia, creación de memoria y más.

Elvira Llovera (izquierda), José Gregorio Pernalete (derecha) padres de Juan Pablo. Fotografía: Óscar Calles

El Estado venezolano intentó manipular el asesinato de Juan Pablo, en esta entrevista especial profundizamos sobre el papel de la propaganda gubernamental y lo fundamental de crear memoria para que los crímenes no sean olvidados ni alterados.

Compartimos el testimonio de la Familia Pernalete, quienes hoy se mantienen de pie, luchando por su caso y junto a otros familiares de víctimas de las protestas, Alfavic Venezuela.

Su historia

Juan Pablo era un joven estudiante universitario de 20 años. Atleta de alta competencia que había ganado una beca por excelencia deportiva en una universidad muy reconocida en Venezuela, también era proteccionista de animales. Él rescataba perritos y gatitos de la calle y los daba en adopción. Juan Pablo era un gran hijo, buen hermano, gran amigo.

Sin saberlo era activista de derechos humanos, Juan Pablo salía a las calles a ayudar a la gente. Nosotros tenemos aquí una mata de mango y Juan Pablo recogía los mangos. Buscaba agua, se iba a la calle y decía, por lo menos hoy comieron mango.

Juan Pablo era un joven que ayudaba a los niños en los colegios y en las barriadas populares a hacer clínicas de baloncesto. Los enseñaba a jugar baloncesto, era un joven venezolano que no estaba alejado de la realidad que vivíamos para ese momento del 2017.

Juan Pablo durante una de las manifestaciones pacíficas en abril de 2017, Caracas.

Fue un cúmulo de situaciones y causas que lograron ese efecto sobre él de querer salir a manifestar: a exigir su derecho, a ejercer ese derecho que lo avala la Constitución Nacional. Juan Pablo no estaba ajeno a la desigualdad y miserias que vivían los venezolanos.

Él se preguntaba por qué un país tan rico había gente comiendo de la basura, ¿por qué personas morían de hambre y por falta de medicinas? Él sufrió la enfermedad de su hermana que padecía cáncer de hígado en un sistema de salud pública que no existe en Venezuela para los niños con cáncer.

Juan Pablo salía a manifestar por su hermana. Salía a manifestar por sus primos que en el estado Guárico no tenían un vaso de leche para tomárselo. Él nos decía ¿cómo era posible que personeros del Estado salían en redes sociales derrochando lujos cuando un país se estaba muriendo de hambre?

Él no estaba negado ni aislado de lo que pasaba en Venezuela. Nos decía que protestar no era un delito, que protestar significaba que las cosas no estaban bien, que él debía salir a las calles, que estaban asesinando jóvenes, torturándolos y que él debía alzar la voz. Nosotros callábamos porque en el fondo él tenía razón.

Una salida sin retorno

Ese 26 de abril no regresó. Aproximadamente, a las 12 del mediodía, llama su papá y le dice que se va a protestar. Ese día había también marcha, como todos esos días, todo ese mes de abril. En la llamada, mi esposo le dice que ya vamos llegando y dijo no, no, tranquilo. Ya me vienen a buscar, papá.

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Lo que tenía Juan Pablo en su mochila ese 26 de abril.

Llegamos a la casa y me pongo a hacer el almuerzo. Mi esposo entra al estudio y empezamos a recibir llamadas y llamadas y nos decían que a Juan Pablo lo habían herido, que se lo habían llevado para Salud Chacao y salimos para allá.

Cuando llegamos al centro de salud, corriendo y pidiéndole a Dios que no le hubiesen hecho nada, que no se lo llevaran preso, porque allí agarraban a los muy jóvenes también y los torturaban, les quebraban el espíritu; cuando íbamos en el camino yo iba muy mal y mi esposo me decía tranquila, que él es un atleta. Seguro le pegaron en un brazo o en una pierna y no los vamos a traer.

Bajando por La Castellana, había mucho tráfico y confusión en las calles. Olor a bombas lacrimógenas y mi esposo detiene una moto y le dice que me lleve a Salud Chacao. Yo me monto en la moto y mi esposo se queda en la cola. Yo iba pidiéndole a Dios que me lo cuidara.

Llegando al sitio pregunto: ¿dónde está mi hijo?, recuerdo que me llevaron a una oficina. Había muchísima gente y sale el alcalde de ese momento y me dice: tienes que ser fuerte, tu hijo está muerto.

A nosotros se nos paralizó la vida. A partir de ese momento, han pasado seis años y prácticamente vivimos esa situación como si fuese ayer. No deja de estar en nuestra mente constantemente toda esa situación que vivimos cuando lo asesinaron y ¿ahora qué hacemos? Sentíamos que nos habían arrebatado el piso. La vida era como una película que pasaba. Yo recuerdo que llegando de enterrar a nuestro hijo, me encerré en una habitación. Quería morirme, irme con mi hijo.

El dolor transformado en amor y acción

Recuerdo que mi esposo entró a la habitación y me dijo: Tienes que pararte de esa cama. Están llamando a tu hijo terrorista, criminal, delincuente… y tú eres la única que puede salir a defenderlo.

Nosotros decidimos que teníamos dos opciones: o quedarnos sumergidos en el dolor por la pérdida del ser más amado o levantarnos y transformar el dolor en acción. Por amor a Él, y eso fue lo que decidimos: levantarnos porque Juan Pablo no merecía más que sus padres, siguieron esa lucha que él había comenzado y es por eso que decidimos levantarnos y caminar por un camino lleno de desilusiones y desesperanza. Donde juegan a agotarte, a humillarte.

Burlarte de tu dolor, tus derechos humanos como lo fueron violados a nuestro hijo y ahora a nosotros. Es por eso que decidimos levantarnos y comenzar a luchar por la justicia y los derechos humanos.

Un caso lleno de obstáculos e impunidad

A 6 años del asesinato de nuestro hijo, sigue igual. Sin justicia, en completa impunidad.

Los Guardias Nacionales Bolivarianos (GNB), que han sido identificados, como el grupo que estuvo en Altamira el día del asesinato de Juan Pablo, no fueron llevados a juicio.

En el año 2022, fuimos a una audiencia preliminar, después de ser diferida en 10 oportunidades, donde el Fiscal del Ministerio Público (MP) convenientemente se paró y acusó a dos GNB, que ya no se encuentran en sus comandos y 10 GNB los llevó a Archivo Fiscal.

¿Qué quiere decir esto?

Estos 10 GNB están convenientemente protegidos en este archivo fiscal ¿Qué hicimos nosotros como víctimas? Una acusación particular propia que teníamos derecho a hacerla y fuimos a esta audiencia donde la juez 42 de control desestimó nuestra causa, dejándonos nuevamente sin poder tener acceso a una justicia expedita, negando la posibilidad de ir a un juicio con estos GNB que son cómplices necesarios.

Protegiéndolos, mandando un mensaje a estos GNB que pueden seguir violando derechos humanos, que pueden seguir asesinando, que ahí está un sistema de justicia que está para proteger a los victimarios y no a las víctimas.

Al día de hoy, después de seis años, el caso sigue en completa impunidad, por tanto, el caso continúa en un limbo jurídico y esperando respuesta que, prácticamente, no tenemos.

La esperanza de que va a llegar en el corto plazo, a pesar de que ya se cumplieron los lapsos para nosotros tener respuesta de la apelación, es la desestimación que no tiene basamento jurídico de esta juez.

Nosotros, de víctimas indirectas en el asesinato de nuestro hijo, también nos hemos convertido en víctimas directas de un Estado que nos niega justicia.

¿Cuál fue el papel de la Fiscalía anterior y cuál ha sido el rol del Ministerio Público en la actualidad?

Cuando asesinan a Juan Pablo, inmediatamente los fiscales del Ministerio Público, que estaban bajo las órdenes de la fiscal anterior, Luisa Ortega Díaz, hicieron las investigaciones en el transcurso de aproximadamente un mes.

El 24 de mayo del 2017 la fiscal hizo una declaración a nivel nacional.

Una verdad oficial donde daba a conocer cuáles habían sido las causas del asesinato de Juan Pablo, ella dio a conocer todas las investigaciones, pruebas y análisis. Realizando pruebas de balística de foto, espacios, etc… dieron la conclusión:

Juan Pablo no fue asesinado por sus amigos con una pistola de perno, sino que fue asesinado por el impacto de un cilindro de una bomba lacrimógena, disparada directamente a su pecho a una corta distancia, accionada por un GNB.

Sin embargo…

Desde la primera noche que asesinaron a Juan Pablo todos los medios de comunicación del Estado, incluyendo los personeros, se dedicaron a crear una matriz de opinión falsa donde decían y lo afirmaban con la responsabilidad del caso, que nuestro hijo había sido asesinado por sus compañeros con una pistola de pernos.

El Primero de Mayo de 2021, a este fiscal no le quedó otra opción que aceptar la verdad de los hechos: que fue un GNB que asesinó a nuestro hijo.

Aceptar, la verdad no implicaba darnos justicia.

Ellos quisieron crear esta matriz, quisieron decir que estaban dando justicia a nivel internacional, pero no era cierto. ¿Por qué? Porque a través de todos estos años hemos sido re victimizados constantemente.

15 fiscales han pasado por la causa, de los cuales cada vez nos revictimizan. Incluso llegaron a decirnos que ellos tenían que esperar decisiones de arriba, haciéndonos pensar a nosotros que no había parcialidad en la investigación como evidentemente lo hemos denunciado durante todos estos años.

El fiscal actual, Tarek William Saab (impuesto por la Asamblea Nacional Consituyente), dio las declaraciones y reconoció a nivel internacional que a nuestro hijo, Juan Pablo, fue asesinado por el impacto de una bomba lacrimógena disparada por un GNB.

Aún seguimos esperando disculpas por parte del Estado y no hemos tenido ningún tipo de pronunciamiento, ni de publicación donde aceptan que fue la verdad de los hechos y pedirnos disculpas por haber asesinado a nuestro hijo.

Dolor que no se supera

Elvira suele pasar tiempo en el cuarto de Juan, aún conserva todo intacto

El dolor no lo hemos superado. El dolor está allí todos los días que nos levantamos y nos acostamos. Siempre está ese vacío en el corazón, en la mente. Cuando piensas, cuando respiras, pero hemos aprendido a sobrellevar este dolor, a convivir con la pérdida de un hijo. Es el dolor más fuerte que puede experimentar un ser humano.

Es difícil levantarse cada día, porque cada día el primer pensamiento es para tus hijos y el último pensamiento al acostarte, para tus hijos, sin embargo, nosotros decidimos levantarnos de ese dolor y transformarlo en acción.

Mientras que José Gregorio aún conserva en su oficina el balón y rosario de Juan Pablo

Venían asesinando venezolanos por manifestar desde el año 2012-2014, a nosotros nos tocó en el 2017. Nosotros, al inicio, comenzamos a buscar a los otros padres, que también les habían asesinado a sus hijos durante 2017. Había en ese año entre los familiares, mucha confusión y mucho dolor. Nos sentíamos, como padres y familiares de estos jóvenes, por un lado, sometidos a burlas, amenazas, amedrentamientos… de un sistema que jugaba y se burlaba de nuestro dolor y, por otro lado, por unos actores políticos que querían manipularnos. Querían tomar nuestra causa para fines políticos y personales. Nosotros, los padres de los jóvenes asesinados en las manifestaciones del 2017, decidimos que íbamos a ser las voces de nuestros hijos, que nosotros no íbamos a callar y decidimos juntarnos como una alianza de familiares y víctimas del año 2017. Durante todos estos años se nos han unido otros padres de jóvenes asesinados en otros contextos.

Alfavic Venezuela

¿Qué queremos nosotros como alianzas y familiares de víctimas? No callar.

Hemos decidido evidenciar la denegación de justicia a la que éramos sometidos, a que en Venezuela decidimos cruzar fronteras durante todo este tiempo, que decidimos conformarnos como Comité de Víctimas. Hemos pasado por muchos procesos: conocernos, compartir el dolor, apoyarnos entre padres que se levantaban unos a otros tratando de darse fuerzas en lo moral, en lo espiritual y en lo emocional.

Otro reto que enfrentamos es el de los retardos procesales. El desgaste a nosotros en cuanto buscamos la justicia.

“Aquí la justicia no es expedita”

La justicia tarda años, debido a los retardos procesales, a la burla de este sistema que juega a cansar a las víctimas, a no darle justicia, a mantener la impunidad como política de Estado.

Para así proteger a los victimarios y mandar un mensaje tanto a los represores que pueden seguir actuando y reprimiendo, allí está el Estado para protegerlos y, mandarle un mensaje a la sociedad civil que calle, que no alce, que no exija sus derechos, porque va a ser torturada, van a ser asesinados, van a ser vulnerados sus derechos humanos.

Contra el olvido

Fotografía: Óscar Calles

Ese es un reto con que nos enfrentamos todos los días los venezolanos al querer exigir un país digno y de oportunidades.

Una vez escuché que el que olvida su historia está destinado a repetirla y decidimos hacer un mural. No podíamos hacer un mural donde los venezolanos recordaran estos hechos, lo hicimos en nuestra casa.

Un mural que viene a recordar quién era ese joven, a recordar que en el año 2017 fue asesinado por querer un mejor país.

¿Qué les dirían a estos voceros de diversos sectores políticos del país que, a pesar de estos sucesos lamentables que vivimos como sociedad, intentan imponer una especie de olvido y de seguir adelante a pesar de que la mayoría de los familiares de las víctimas del 2017 no han encontrado justicia?

Que aquí hay unos padres que siguen buscando justicia, que aquí hay una sociedad civil que sigue llorando a sus hijos, que los venezolanos necesitamos justicia para poder tener paz, no se puede negociar la justicia.

Ellos deben ser garantes de todos estos procesos que se están llevando a nivel internacional, que los crímenes de lesa humanidad no prescriben y que en Venezuela sí hubo crímenes de lesa humanidad.

Se usó el uso excesivo de la fuerza, de manera general y sistematizada. Que eso no se puede olvidar porque vamos a repetirlo en la historia.

Elvira Llovera y José Gregorio Pernalete, padres de Juan Pablo Pernalete.

Nosotros somos los llamados a seguir alzando la voz en todos los ámbitos para que no sean olvidados estos hechos y por amor a Él.

Nosotros seguimos adelante construyendo por un bien mayor, por esa Venezuela bonita, como él lo decía. Es por eso que sus padres todos los días se levantan por amor a Él, por su amor a Venezuela.

Un joven que se atrevió a soñar y por eso le quitaron la vida.


Óscar Calles, Prensa Provea