Un dato alarmante de la crisis, por ejemplo, es la matrícula de las escuelas de Educación en los institutos pedagógicos, que son siete en el país: en el 2008 estudiaban para ser docentes 116 mil jóvenes y para 2022 esa cifra llegó a 30 mil.
Caracas. El sistema educativo venezolano enfrenta una emergencia humanitaria que amenaza con la pérdida de una generación completa de estudiantes, quienes corren el riesgo de convertirse en analfabetas funcionales y digitales.
Esta compleja situación está marcada por el deterioro de la infraestructura y bajos salarios.
Pero uno de los problemas más críticos es el déficit de profesores especializados y la falta de generación de relevo, ya que la docencia ha dejado de ser una carrera atractiva debido a los ingresos precarios.
La tasa de egreso de profesionales de la Educación ha disminuido 80 % en los últimos 10 años, pasando de unos 17.000 graduados en 2008 a menos de 2.000 en 2022.
De mantenerse esta tendencia, se proyecta que para el 2030 no habrá profesores graduados en el país.
Esta situación es producto, además, de la caída de la matrícula en los institutos pedagógicos, que disminuyó casi 70% entre 2008 y 2022. Los profesores que quedan son, en su mayoría, los mismos de los últimos 15 años, un fenómeno denominado el “envejecimiento de nuestros maestros”.
El déficit es especialmente agudo en las áreas científicas como matemáticas, física, química y biología. Un dato alarmante es que en la última promoción del Pedagógico de Caracas solo se graduó un profesor de matemáticas.
Especialistas e investigadores advierten que la situación es tan compleja que será insuperable, de no atajarse a tiempo, la brecha que separa la educación actual de la recibida en las décadas de los 60, 70 y 80.

Una generación docente perdida
Sobre la generación de relevo, el ministro de Educación, Héctor Rodríguez, ha insistido que no es un problema.
Pero él mismo dio señales de la existencia de la crisis cuando invitó en octubre de 2024, a través de una resolución, a profesores jubilados a incorporarse a las aulas y a los maestros que están en comisiones de servicio regresar a los salones.
A su juicio, el objetivo era fortalecer la calidad educativa y derrotar la burocracia, impulsando de esta manera la inclusión de todos los docentes y alumnos.
“Todo esto lo estamos haciendo para cambiar, para transformar, para buscar una educación de mayor calidad Quiero que me acompañen a cambiar todo lo que tenga que ser cambiado, a acabar con la inercia burocrática que tiene este ministerio”, remarcó Rodríguez.
En julio de este año, en el marco del cierre del año escolar, el funcionario afirmó que el déficit de maestros se redujo en 62 %, al pasar de 66.894 a 25.393. “Además, más de 100.000 educadores se sumaron a programas de formación continua, duplicando la cifra del año anterior y fortaleciendo la profesionalización del sector”, expresó.
Y, en agosto, durante el inicio del Congreso Pedagógico de Maestras y Maestros Bolivarianos, el ministro desmintió las cifras del informe publicado por la ONG Monitor DescaVE, en el cual se alerta que se necesitan cerca de 250.000 docentes para cubrir el déficit existente.

“La nómina nacional tiene medio millón de docentes. No se entiende por ello el déficit en algunas escuelas. No tiene sentido que tengamos el doble de maestros de los necesarios y sigamos con problemas”, dijo, al tiempo que recalcó la reubicación de quienes ocupan roles administrativos para que regresen a las aulas.
Lo que no informó fue en qué áreas están trabajando, en cuáles regiones y cuáles son sus perfiles.
Dato: desde el año 2015 el Ministerio de Educación no publica su memoria y cuenta, por tanto no se conocen cifras oficiales.
El contraste lo marcan las organizaciones, académicos e investigadores con incidencia en el tema educativo. “En la última promoción del Pedagógico de Caracas, por ejemplo, solo se graduó un profesor de matemáticas. He demostrado que la tasa de egreso de profesionales de la docencia en los últimos 10 años ha disminuido en 80%”, dijo el profesor Tulio Ramírez, abogado, sociólogo y doctor en Educación y director del Doctorado en Educación de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB).
Ramírez explicó que si en el 2008 se graduaron, aproximadamente, 17 mil en las diferentes disciplinas, para 2022 esta cifra no llegó a 2.000. “Cuando hacemos un ejercicio estadístico para hacer una proyección hacia 2030, nos encontramos con que el número es negativo. Es decir, de mantenerse las condiciones y la tendencia, en el 2030 no habrá profesores graduados en este país”.

Otra cifra relevante que expuso es la de la matrícula de las escuelas de Educación en los institutos pedagógicos, que son siete en el país: en el 2008 estudiaban para ser docentes 116 mil muchachos y para 2022 esa cifra llegó a 30 mil. “Estoy hablando de siete pedagógicos y dos universidades. Una disminución de casi 70 %”.
Ramírez sostuvo que los profesores que quedan son, en su mayoría, los mismos de los últimos 15 años, lo que denominó «envejecimiento de nuestros maestros«.
“Muchos están cambiando de actividad laboral. Va a llegar un momento en el que va a haber un vacío de profesionales de la docencia. Entonces, vamos a improvisar el maestro, a solicitar colaboración de los padres, de las misiones, de voluntarios, que no son profesionales de la docencia”.
¿Cómo se tapa el déficit?
Fausto Romeo, director general de Consenso Educativo (CE), señaló que el Ministerio de Educación desde hace años está usando la figura del profesional no docente. Es decir, un farmacéutico, un ingeniero químico, un bioanalista pueden dar clases de química, de biología.
“Puede estar autorizado con un permiso que se extiende por un año y, luego, si quiere puede hacer el componente docente, con una ventaja que puede hacerlo en ocho meses en vez de dos años. Pero el ministerio no puede depender de eso, debe tener profesionales que realmente tengan la capacidad y la formación pedagógica. Ahí es donde está el déficit y Rodríguez lo reconoce”.

“Él dice: yo sí tengo 350 mil profesores. El problema es que no tengo suficiente para las materias relacionadas con las ciencias. Ese es el vacío y es donde debe haber formación y no de la noche a la mañana. Estudiar para ser docente tiene que encantar antes de que se inscriban en las universidades”, completó Romeo.
Nancy Hernández de Martín, psicóloga e integrante del consejo directivo de la Federación Nacional Sociedades de Padres y Representantes (Fenasopadres) dijo que además están usando a los estudiantes con mejor promedio para que sean preparadores en el aula.
“Pero, ¿qué significa tener el mejor promedio en una situación en la que a los muchachos les promedian las notas para poder graduarlos? Tener 16 puntos en adelante, no significa que en todas las materias tienen esa calificación, porque hay unas que no vio, no hizo prácticas ni laboratorios. Ese promedio se saca de la nota más alta. Entonces para tener un preparador se requiere formación en docencia y eso no lo tienen los muchachos de bachillerato, una cosa es ayudar en una materia y otra es suplir al docente y tener el conocimiento por encima de los texto que te permita dar respuestas a las preguntas de la clase”.

También insistió en el hecho de que esta crisis se va a profundizar y citó una cifra que parte de la Federación Venezolana de Maestros (FVM): la asistencia de docentes para este inicio del período escolar 2025-25 fue de 30 %, quizás el segundo día de clases un poco más.
“Hay educadores que ni siquiera pusieron su renuncia, se fueron del país, sabemos de casos que ni siquiera reclaman las prestaciones sociales, solo decidieron abandonar. No hay garantías de que estén todos este año escolar, para atender la matrícula que, según el ministro es de 6 millones de estudiantes, desde preescolar hasta el último año de bachillerato”, reveló.
“El ministro dice que faltan solamente 50 mil docentes y los gremios dicen que faltan 250 mil. Vamos a darle parte de la razón al gobierno y parte de la razón a los gremios y supongamos que el déficit sean 100 mil. ¿A razón de 1.000 egresados por año cuándo cubrimos el déficit? Solo se graduó uno de matemáticas y ninguno de historia y geografía, ni mencionar de biología, física y química. Pero, además tenemos unos planteles donde desaparecieron los laboratorios de biología, física y química”, comentó Ramírez.
Si no hay matrícula, no hay egreso
Para Ángel Tovar, doctor en Educación en Neurociencia, Educación y Aprendizaje y presidente de la Asociación Venezolana de Escuelas Católicas (AVEC), aún hay un buen número de docentes que se mantienen en las escuelas y sobre todo los planteles católicos.
“Pero si uno ve las estadísticas, se da cuenta de lo que está ocurriendo en realidad con las escuelas de Educación. Mi último cargo antes de llegar a la AVEC, fue jefe de Admisión del Pedagógico de Caracas, donde recibíamos hasta 5.000 aspirantes; en 2011 fueron casi 9.000 ingresos. Pero hace tres años solamente entraron 384 para 12 departamentos y 21 menciones.

De esos, solo cuatro alumnos se inscribieron para estudiar biología, de los cuales quedan dos. Ingresan pero no se mantiene la carrera, porque las condiciones tampoco son las mejores. La mayoría trabaja. Y, luego, se suma el hecho de que las escuelas de Educación no tienen los profesores que deberían tener porque también emigraron. Por ejemplo, tengo que decir que en mi cátedra en el Pedagógico de Caracas de las dos generaciones que ingresaron después de mí no están, es decir, no tengo la generación de relevo”.
Tovar apuntó además las condiciones en las que están las universidades, “tenemos pedagógicos como el de Oriente o el de Maturín que perdieron físicamente las aulas”.
Según la Unesco, será preciso contratar a 44 millones de docentes de aquí a 2030 para lograr la educación primaria y secundaria universales. Esto supone un costo de 120.000 millones de dólares estadounidenses anuales para cubrir los salarios de los nuevos docentes de aquí a 2030, mientras que algunos países siguen teniendo dificultades para cumplir los compromisos de inversión ya asumidos en el pasado.
Mientras tanto, la profesión docente atraviesa una profunda crisis vocacional: la tasa de abandono del profesorado de primaria —el porcentaje de docentes de primaria que dejan la profesión— se ha duplicado, pasando del 4,6 % en 2015 a más del 9 % en 2022, sostuvo la Unesco.
“El esfuerzo para que un país reconozca a los educadores -y se cumplan los ODS para el desarrollo sustentable como lo plantea la Unesco- en Venezuela se multiplica. Porque la cifra que dice el ministro no se puede ver de manera global. No puedes sacar una cuenta y decir: tengo tantos docentes, tantos alumnos, porque hay que ver lo que significa esa cantidad en cada etapa. Tenemos un arrastre como de 20 años de deterioro en este tema”, señaló Tovar.
Recordó cuando la UCAB ofrecía los cuatro años de la carrera de Educación gratuita, programa que ya no existe.
“En esa universidad tengo un alumno, cuando antes tenía dos secciones de 40 bachilleres en Ciencias Pedagógicas. Entonces, como país tenemos que reconocer la crisis. Todo el mundo señala los resultados académicos y nos escandalizamos cuando comparamos con los del ámbito latinoamericano, pero esas cifras son producto de la manera como el país ha tratado a los docentes”.

Los que ejercen también tienen limitaciones
En el análisis, Tovar también incluye la formación de un docente en ejercicio: la mayoría busca cómo formarse, pero si no tienen condiciones para vivir de una manera digna, tampoco invierten en actualización académica y, en consecuencia, no pueden impartir una educación eficiente.
“Muchos no pueden pagar 300$ en un posgrado, otros tienen turnos dobles, algunos no tienen internet o tienen equipos tecnológicos obsoletos. Eso limita la preparación e impacta la calidad”.
Otra desventaja es que hasta los simples programas de inteligencia artificial (IA) con los que adquieren algunas algunas herramientas básicas son las aplicaciones gratuitas.
“Los profesores no pueden pagar las versiones más completas, en consecuencia se pierden más del 80% de todas las ventajas que pueden desarrollar en las aulas. Incluso los libros que son importantes no están en el país, porque las editoriales se fueron, las bibliotecas no están modernizadas. Ya los maestros no pueden llevar los libros al salón. Ahora se están alimentando de información rápida y esa información no forma”.
Estamos perdiendo, comentó, la capacidad de que un docente pueda mejorar su pensamiento crítico y de fomentarlo en sus alumnos. “¿Por qué? Porque está en la supervivencia”.
El investigador destacó que al hablar de calidad educativa también hay que pasar por los cambios curriculares que, durante estos 20 años, han sido prácticamente con cada cambio de ministro.
“Cómo se evalúa un currículum de una nación con tantos programas y con tantos cambios. Por eso los docentes terminan cada uno haciendo en el aula lo que sabe y lo que conoce. Si un maestro tiene criterios profesionales y de pensamiento pedagógico, sabe qué es lo conveniente y cómo puede adaptarlo a la diversidad. Por ejemplo, no todos están preparados para atender la la neurodivergencia”.
En resumidas cuentas el currículo actual está desfasado. Incluso la Colección Bicentenaria no se actualiza desde hace 10 años, resaltó Nancy Hernández de Martín.

Con esas deficiencias enseñan
Para Tulio Ramírez, esto es una cadena de consecuencias que si no se ataja a tiempo, será muy difícil superar la brecha que nos separa de la educación recibida en los años 60, 70, 80.
“El orgullo que tenemos en nuestros egresados universitarios dispersos por el mundo, va a quedar como un mito urbano. Porque las próximas promociones de profesionales van a salir con muchas debilidades en términos de competencia”.
Y esta situación ya se está verificando.
El investigador citó que hizo una investigación en el año 2024 con los nuevos ingresos de la Facultad de Ciencias de la Universidad Central de Venezuela (UCV): en marzo de ese año estaban inscritos 573 bachilleres en la Facultad de Ciencias, para cuando llegaron al tercer semestre 63% no había aprobado ninguna materia, el 38 % restante, no es que las aprobó todas, se distribuye entre los que pasaron una sola o dos materias.
Eso nos dice que en bachillerato las debilidades se reflejan en un estudiante con muchas carencias, incompetencias, y eso incide en la calidad de la educación.
Mencionó, además, un estudio que hizo la UCAB con 18 mil estudiantes de bachillerato.
Fue una evaluación en línea que se hizo en habilidades matemáticas y comprensión lectora a estudiantes de escuelas públicas y colegios privados.
“No aprobaron, sacaron por debajo de 10. Entonces la cosa es más grave de lo que pensamos, porque esa idea de que los privados son privilegiados, no es tan así, porque apenas atienden 14 % de la población”.
Héctor Rodríguez destacó la reincorporación de más de 110.000 niños y jóvenes al sistema educativo, un logro atribuido al éxito del plan “100% escolaridad”. Además, el ministro enfatizó la urgencia de garantizar la inclusión de cada estudiante, sin importar las barreras administrativas, instando a los directores y docentes a aplicar una política de “cero burocracia”.
Adicional a eso está la matrícula: el Ministro de Educación dijo que hay 6 millones de estudiantes matriculados desde preescolar hasta el último año bachillerato.
No obstante, Fenasopadres señaló que esa cifra no se debe al crecimiento vegetativo de la población estudiantil.
“Hay un rescate de los descolarizados, de ahí la cifra. Sin embargo, no ha anunciado cuántos más preescolares se necesitan abrir para ingresar a los que nacen, no tenemos ese dato, no podemos sumar peras con manzana. ¿Cuál es la carga del abono escolar? 500 mil de los cuales se reincorporan 100 mil”.
Ahora, indicó, la reinserción de la matrícula no garantiza el curso completo. “Matricularse en la escuela no significa permanecer. Una de las cosas que debería hacer el gobierno es garantizar la continuidad”.
¿Cómo se llega a esto sin un Plan de Alimentación Escolar (PAE), con interrupciones de servicios públicos, sin seguridad? “El Estado no puede resolver el problema solo, debe permitir la participación ciudadana sin criminalizarla. Se requiere un consenso educativo que involucre a toda la sociedad venezolana”.

Disparidad entre lo público y lo privado
El déficit de docentes es una realidad pero no lo que asfixia al sector privado.
Fausto Romeo (CE) reconoció que los particulares están invirtiendo en formación y tecnología, “la brecha con el sector público es innegable”.
Sin embargo, aquí está el Talón de Aquiles: el costo para mantener un colegio (incluso los subsidiados como Fe y Alegría, que dependen de la nómina que paga el ministerio para los maestros) obliga a cobrar cuotas que apenas cubren gastos básicos como plomería o papelería.
Así que el mayor desafío inmediato que enfrenta la educación privada es la incertidumbre en la inscripción.
“Aunque no se han reportado retiros masivos, los padres tampoco han confirmado la matrícula, dejando a los planteles sin saber con certeza cuántos estudiantes tendrán”.
La morosidad, dijo, que alcanzó un máximo de 40% el año pasado, cerró en un promedio de 15% (y llega al 20 % en regiones como el oriente del país).
“Muchos padres desean inscribir a sus hijos, pero no tienen cómo pagar la inscripción o las deudas pendientes. Actualmente, muchos colegios están por debajo de su capacidad (ejemplo: 28 a 30 estudiantes en lugar de 35), lo que genera un dilema: rechazar a un estudiante moroso o sin capacidad de pago implica dejar un cupo vacante”.
Señaló que la matrícula del sector privado ha caído considerablemente.
En 2018 había aproximadamente 3 millones 200 mil estudiantes. Actualmente, este sector atiende cerca del 15% de la población estudiantil total de Venezuela.
La disminución de la matrícula también se atribuye a la diáspora, que afectó al menos 1.500.000 personas del sistema educativo (público y privado).
Además, la densidad demográfica de Venezuela está decreciendo; las familias son ahora de uno o dos hijos, a lo sumo, y la población ha disminuido en aproximadamente 7 millones de personas que ya no tendrán hijos en el país.
Romeo enfatizó aquí que algunos liceos públicos, como el Urbaneja Achelpohl (municipio Libertador) han cambiado su modalidad para recibir estudiantes desde preescolar hasta bachillerato, una medida para cubrir los salones vacíos causada por la disminución demográfica y la diáspora.
Un maestro del sector público no percibe más de 200 $ en la actualidad, sumando el sueldo del tabulador, el bono de guerra económica (120 $) y el cestaticket (40 $). Este bono se paga a la tasa oficial del día 1, aunque se deposite a mediados y fines de mes, lo que disminuye su valor real.

La crisis extendida
La crisis en el sistema educativo no solo es la pertinencia de la enseñanza, se extiende a las condiciones físicas de los planteles.
Aunque se ha observado que se han remodelado y reformado algunos liceos, el mantenimiento profundo no forma parte de las políticas públicas y faltan más de 5.000 planteles necesarios desde hace 10 años, según Hernández de Martín.
En áreas fronterizas, indígenas y rurales, los desafíos logísticos son extremos, llegando a depender de los militares para el traslado de comida y suministros a escuelas que están a días de viaje.
Hay lugares donde los niños de quinto grado no saben leer ni escribir, y los jóvenes se quedan sin opciones de educación superior, siendo captados por la minería o grupos delictivos.
Llegado a este punto, los especialistas coinciden en que la solución requiere un Acuerdo Nacional por la Educación que trascienda al gobierno de turno y que comprometa a todos los actores -gobierno, sindicatos, padres, empresarios, comerciantes y academia- para establecer una política de estado sostenible para los próximos años.
Prensa Provea








