Uno de los estados fuertemente afectados por la grave crisis de derechos sociales, económicos, culturales y ambientales que existe en Venezuela es el Zulia, región fronteriza ubicada al noroeste del país. Sus habitantes se han enfrentado por años a condiciones adversas que van desde cortes de electricidad extendidos a varios días; limitaciones para conseguir alimentos, medicinas y agua potable; las restricciones en el suministro de combustible y el casi inexistente servicio de transporte, a pesar de ser una región con importantes reservas de petróleo.

Los cortes de energía producidos a nivel nacional el pasado mes de marzo empeoraron significativamente la calidad de vida de las personas en Zulia. Hasta abril de 2019, los habitantes del Zulia estuvieron entre 18 y 20 horas sin luz eléctrica. Durante el primer corte eléctrico, del 7 al 12 de marzo, se estima que transcurrieron 101 horas sin servicio; durante el segundo, del 25 al 28 de marzo, 62 horas a oscuras; y el tercero, entre 29 de marzo al 2 de abril, 99 horas.

Las fallas en el sistema eléctrico conllevaron a que otros servicios se suspendieran, especialmente el de agua potable por tuberías a los hogares y centros de salud, el colapso de telefonía fija, móvil y servicios bancarios, la distribución de gasolina y gas, así como la venta y conservación de alimentos y medicinas.

Las altas temperaturas que se registran en la región han obligado a las personas, incluidos niños y adultos mayores, a dormir fuera de sus hogares; los mosquitos y la inseguridad son las principales amenazas a la hora de dormir.

Las interrupciones en el servicio eléctrico han aumentado las deficiencias en el suministro de agua potable dentro de los hogares. Las personas se han visto obligadas a buscar el vital líquido en pozos comunitarios, plazas y tomas externas. La calidad del agua que consumen es notablemente turbia y muchas veces no apta para el consumo humano. Las personas denuncian que se ha vuelto usual comprar cisternas de agua en dólares, debido a la ausencia de efectivo en bolívares y los altos costos.

Además, los cortes en el servicio de gas doméstico en muchas zonas del estado han forzado a las familias a cocinar fuera de sus casas con leña. La crisis eléctrica recrudeció en 2019 y altera totalmente la cotidianidad de la población. En abril, el gobernador del estado Zulia anunció que los bloques diarios de energía eléctrica en la región serían de entre cuatro y seis horas al día.

Sin embargo, las personas denuncian que no se cumple el cronograma de racionamiento eléctrico, pasando varios días continuos sin servicio. Los prolongados cortes eléctricos han ocasionado que los niños y adolescentes no puedan asistir a la escuela. Por ejemplo, en marzo solo tuvieron una semana de clases. La jornada laboral también está afectada y las empresas han tenido que suspender sus actividades o reducirlas en sus horarios.

La movilidad interna de las personas en el estado también está severamente afectada. Las personas pasan entre cuatro y 24 horas haciendo largas filas para surtir sus vehículos de combustible. Las líneas de transporte público son cada vez más reducidas, las personas se trasladan en la mayoría de los casos a pie y en camiones conocidos como “perreras”.

Representantes del sector empresarial han reportado pérdidas millonarias por la descomposición de alimentos motivada a la imposibilidad de refrigeración y daños materiales por hechos de violencia, no contenidos adecuadamente por funcionarios de seguridad.

Un gran número de personas han salido a las calles a manifestar su descontento por las deficiencias de los servicios públicos y en exigencia de que el Estado garantice sus derechos, por años vulnerados.


Enlace original del informe

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