ACERCA DEL AUTOR:
Inti Rodriguez
Activista de Derechos Humanos
El título de este artículo pudiera interpretarse como el eslogan de una campaña de recolección de fondos para construir una biblioteca en alguna de las infames sedes de la tristemente célebre policía política de Nicolás Maduro.
Ni soñarlo.
Sería impensable donar siquiera un libro –acaso el más insignificante de los libros-, a quienes han dedicado su tiempo a silenciar el pensamiento y la pluralidad, a quienes han torturado y aterrorizado a miles de personas para que no piensen, para que no lean más libros y se mantengan alineados a los deseos del poder.
Pero en el extremo occidental del estado Zulia, en Paraguaipoa, la alcaldesa de esa localidad, Indira Fernández, no piensa lo mismo.
Una resolución dictada por la alcaldesa del municipio Guajira, otorgó al Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin), la sede de la Biblioteca Pública Juyou, ubicada en Paraguaipoa, bajo la figura de comodato por dos años, para que el organismo instale allí su comando.
La medida ha generado el rechazo de las comunidades. Incluso los consejos comunales han pedido a la funcionaria revertir la decisión.
Situada en pleno corazón de Paraguaipoa, la biblioteca Juyou ha sido un sitio histórico de encuentro para las comunidades de la zona.
En 2014 la Juyou fue co-anfitriona del III Festival Educativo y Cultural de Pueblos Añú y Wayúu que contó con el auspicio del gobierno municipal, regional y nacional. En 2017 sirvió de sede para la celebración de una asamblea en la que las comunidades Wayúu, acompañadas por el ministro de Cultura, dieran inicio al proceso de solicitud para que este pueblo fuera reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO.
En 1978 un informe del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y de Servicios de Bibliotecas -que sirvió de guía para la construcción y consolidación de una extensa red de bibliotecas nacionales-, destacó que las bibliotecas públicas de Puerto Ayacucho, Barcelona y Paraguaipoa, fueron dotadas “ de salas especializadas concebidas como centros de acopio y divulgación de manifestaciones culturales indígenas”.
“Estas salas tienen carácter de ensayo y sus colecciones poseen documentación antropológica, etnográfica y muestras de la artesanía de los pueblos indígenas de la zona”, añade el documento firmado por la escritora Virginia Betancourt Valverde, directora de la Biblioteca Nacional de Venezuela para entonces.
La Juyou está en el corazón de un territorio disputado por gobernanzas de todo tipo.
Muy cerca de ella se encuentra la sede de la Brigada 13 de Infantería Motorizada del Ejército, un destacamento militar que ha sido señalado como un centro de torturas por organizaciones de derechos humanos y por los propios pobladores de la zona.
En la sede de la Brigada 13 se habrían cometido y ordenado decenas de atropellos contra los habitantes de Paraguaipoa y sus comunidades vecinas, principalmente, contra los indígenas Wayúu y Añú.
Los militares de la Brigada 13 han sido acusados por la presunta comisión de más de 19 asesinatos de indígenas, decenas de víctimas de torturas y tratos crueles, inhumanos y degradantes, centenares de detenciones arbitrarias y allanamientos ilegales a viviendas de las localidades de Paraguaipoa y La Raya en la frontera con Colombia.
El Estado venezolano abandonó a su suerte a los pobladores de esta región. Más del 71% de sus habitantes son pobres según la última ENCOVI, y todos, absolutamente todos, padecen los constantes apagones, cortes de agua y severas deficiencias en el transporte público.
Como un péndulo, el Estado aparece de vez en cuando., pero solo para allanar, detener, torturar, reprimir cualquier señal de descontento y consolidar su participación en las gobernanzas criminales que comparte con guerrilleros, paramilitares y otras agrupaciones irregulares.
Probablemente derruida y abandonada, la Juyou seguía siendo un faro para una comunidad condenada a la oscuridad.
Ahora, la biblioteca pública de Paraguaipoa -que antes fue un farol de conocimiento- será una nueva sede para la tortura. Sencillamente porque el Sebin ha atormentado a decenas de personas en los últimos años, y porque, junto a la Brigada 13, alargará los sufrimientos y la segregación de las comunidades pobres y los pueblos indígenas de la Guajira venezolana.
ACERCA DEL AUTOR:
Inti Rodriguez
Activista de Derechos Humanos