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Carlos Patiño

Abogado defensor de Derechos Humanos. Coordinador de Exigibilidad en DESC de Provea.

Carlos Patiño | La defensa de los derechos humanos no se limita a las acciones judiciales internas y a las denuncias internacionales para la obtención de justicia y reparación. También incorpora una amplia gama de alternativas extra jurídicas que complementan la exigencia de derechos. Más aún, si nos encontramos ante un contexto no democrático donde el poder fáctico controla las instituciones del Estado, asegurando impunidad para sus altos funcionarios.

Se trata del componente activista que trasciende la esfera jurídica para ingresar al escenario de los mecanismos de acción no violenta, o dicho de otro modo, de resistencia cívica, del uso organizado y estratégico de métodos no convencionales y no violentos por parte de personas comunes contra la opresión.

En tiempos de dictadura, la resistencia cívica se articula por medio de esfuerzos colectivos, movimientos y campañas destinadas a lograr un cambio en el orden político, económico y social. Es lo que expertos como Gene Sharp han denominado “jiu jitsu político”.

Sharp identificó 198 métodos de acción no violenta divididos en:

  1. Métodos de protesta y persuasión (declaraciones y manifiestos, publicaciones, difusión del mensaje en medios de comunicación, marchas, espectáculos musicales).
  2. Métodos de no cooperación social (boicot social, no cooperación en eventos institucionales, paro estudiantil).
  3. Métodos de boicot económico (boicot laboral, cierre temporal de comercios, rechazo de la moneda del gobierno).
  4. Métodos de no cooperación económica (huelgas relámpago, huelga general).
  5. Métodos de no cooperación política (negativa a aceptar los funcionarios nombrados, negativa a disolver las instituciones existentes, desobediencia civil a leyes ilegítimas, no obediencia popular).
  6. Métodos de intervención no violenta (ocupación no violenta de espacios públicos, huelga de hambre, obstrucción temporal no violenta, soberanía dual y gobierno paralelo).

De acuerdo a un estudio de las también expertas Maria Stephan y Erica Chenoweth, quienes analizaron 323 campañas de resistencia violenta y no violenta dirigidas a gobiernos no democráticos; entre los años 1900 y 2006, las campañas no violentas han tenido éxito el 53 por ciento de las veces, en comparación con el 26 por ciento de la resistencia violenta.

Para ello es fundamental que los movimientos impliquen una participación popular generalizada y alerten, eduquen y movilicen a las personas para generar el cambio; dosificando las expectativas e intentando no desesperarse por la duración de la acción de resistencia. La prisa y la improvisación suelen ser malas consejeras y cada contexto es único.

Desde el movimiento de derechos humanos, organizaciones y activistas continuaremos acompañando a las víctimas de la dictadura, combinando las acciones de defensa formales con acciones de exigibilidad alternativa no violenta, convocando a los venezolanos a levantarse por sus derechos. Seguimos en resistencia cívica.

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